(Zenit/InfoCatólica) Lo que debía ser una celebración solemne en honor al 45.º aniversario del martirio de San Óscar Arnulfo Romero terminó envuelto en controversia el pasado 24 de marzo, debido a la participación de figuras religiosas ajenas a la Iglesia Católica. La ceremonia, realizada en la capilla del Hospitalito La Divina Providencia —lugar donde Romero fue asesinado mientras celebraba misa en 1980—, fue encabezada por el obispo Oswaldo Estéfano Escobar Aguilar, de Chalatenango, acompañado por varios sacerdotes católicos.
Sin embargo, lo que más llamó la atención de los asistentes fue la intervención de Neftalí Ruíz, representante de la denominada «Iglesia Católica Antigua», y de una «obispo» anglicana de la Iglesia Episcopal de El Salvador. La líder anglicana no solo participó en la procesión de entrada, sino que también predicó la homilía y permaneció en el altar durante la liturgia. Esta no es la primera vez que se incluye al clero anglicano en esta misa conmemorativa: ya van tres años consecutivos con su presencia, lo que ha provocado reacciones críticas cada vez más fuertes por parte de sectores católicos.
La Nunciatura Apostólica en El Salvador reaccionó rápidamente mediante un comunicado oficial, en el que lamentó lo sucedido y recordó los límites claros que establece la ley eclesiástica. Si bien la Iglesia promueve el diálogo y los encuentros ecuménicos, estos deben desarrollarse dentro de marcos litúrgicos específicos, como la Liturgia de la Palabra, momentos de oración común o reflexiones compartidas. La participación de clérigos no católicos en la Eucaristía, reiteró la Nunciatura, va en contra de la normativa vigente.
El comunicado también señaló como impropia la colocación de pancartas con mensajes políticos —en este caso, contra la minería— sobre el altar, recordando que este debe estar reservado únicamente a la celebración del sacrificio eucarístico. «Lo ocurrido esta mañana en la Capilla del Hospitalito no debió ocurrir, pues está expresamente prohibido por la ley eclesiástica», advirtió con firmeza la representación del Vaticano.
Este episodio vuelve a poner sobre la mesa el debate en torno al modo en que se honra la memoria de San Óscar Romero. Aunque es ampliamente reconocido como un símbolo de la lucha por la justicia social y la opción preferencial por los pobres, su figura también se ha convertido en punto de encuentro —y, a veces, de tensión— entre la devoción católica, el activismo político y las expresiones ecuménicas que sobrepasan los marcos establecidos por la Iglesia.