(Kath.net/InfoCatólica) Al inicio de su sermón, el padre Karl Wallner se refirió a la «Cuadragésima». Este antiguo nombre para la Cuaresma, dijo, es en realidad mucho mejor. El número 40 es un «número sagrado» y aparece a menudo en la Biblia. Luego, el teólogo de Heiligenkreuz recordó a las familias las palabras de la Madre Teresa: «una familia que reza unida, permanece unida». Y añadió que las mamás y los papás, pero también las abuelas y los abuelos, son muy importantes. «Las abuelas pueden abrir el corazón de manera increíble cuando les leen a los niños de la Biblia infantil. Sin familias y sin misión en la familia, no hay futuro para la Iglesia».
Contrapeso frente al mal
Tras los 40 días de ayuno de Jesús, llegó el diablo con sus tentaciones. «Dios viene Él mismo. Se hace hombre. No podemos imaginar que Dios y el hombre sean uno. Puede reír, puede llorar, puede estar triste. También puede enojarse. Cuando Jesús se enoja, eso es una virtud. Jesús no peca».
Hoy en día, según Wallner, hay una «gran ingenuidad» en la Iglesia, que en realidad lleva medio siglo presente: el olvido del pecado original. «La Iglesia está para crear un contrapeso frente al mal», enfatizó el padre Karl Wallner.
«Que venga tu Reino. Adveniat regnum tuum», resonó luego con fuerza en la iglesia, despertando a quienes quizá estaban algo adormilados.
Críticas a medios y políticos
Wallner criticó entonces a los medios y a los políticos. «Los medios nos idiotizan. Los políticos que más prometen son los que terminan siendo elegidos».
Posteriormente, Wallner advirtió sobre la codicia y el poder, ante los cuales las personas deben estar alerta. «Queridos padres, lo mejor que podéis darles a vuestros hijos es Dios. No clases de ballet, no el último colegio privado de élite. Lo más importante es Dios; entonces tienes un sentido en la vida».
Hoy en día, muchos están atrapados en una corriente del «yo, yo, yo». El mea culpa del hombre moderno suena como «por tu culpa». El diablo no es un «Krampus feo», sino que es «elegante» y, según Wallner, se infiltra en nuestra alma. «Hace que lo que nos lleva al abismo parezca muy atractivo».
Durante la Cuaresma, recordó el monje cisterciense, es imprescindible confesarse. «Pascua sin confesión no es Pascua».