(ACN/Infocatólica) «Sin Misa diaria, sin rosario diario y sin oración personal, no me imagino cómo podría soportarlo». Witalij Novak es capellán militar, el único de su brigada, que consta de cinco unidades, lo que equivale a unos 3.000 hombres. Como otros capellanes militares católicos de Ucrania, tiene rango de oficial y ha cursado una formación militar de varios meses en el Ejército.
Presencia de Dios
El sacerdote ha explicado a Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) lo compleja que es su labor sobre el terreno, sobre todo porque los combates son cada vez más numerosos y duros. Los soldados que acuden al frente no saben si seguirán con vida al día siguiente, explica el capellán militar y, ante tal situación, se plantean la pregunta acerca del sentido de la vida con una intensidad sin precedentes. El momento en el que los bendice antes de partir a la batalla es muy profundo: «Sacrifican su vida por proteger a los demás. Esos momentos son muy importantes para mí, pues quiero darles lo mejor y transmitirles seguridad. Sin embargo, más que palabras, lo que les regalo es, sobre todo, la presencia de Dios», explica el padre Novak.
Debido a su herencia cultural soviética, muchos solo conocen a Jesús de nombre, sobre todo en las regiones orientales del país, y eso a pesar de que en Ucrania el 84 % de la población sea oficialmente cristiana y, en su mayoría, ortodoxa. «Por eso, cuando puedo, les leo pasajes de los Evangelios y comparto reflexiones con ellos», cuenta el capellán militar.
La tarea del capellán militar también consiste en despertar la voz de la conciencia en los soldados. Es difícil, pero este es uno de los servicios más importantes de la Iglesia: cuando uno se enfrenta al enemigo, ¿es el odio al otro lo que impulsa o el deseo de proteger a la familia y al país? «Hay una forma más humana de afrontar la guerra», explica el arzobispo Visvaldas Kulbokas, nuncio apostólico en Kiev. «En 2024 hubo más muertos que en 2023, y por eso es muy importante transmitir los valores cristianos frente a la incertidumbre y el miedo», asegura a ACN.
En el frente, el sacerdote intenta averiguar cuáles son sus necesidades básicas. «Los capellanes militares no solo rezamos con los soldados, también conversamos y cocinamos ricas recetas con ellos», explica Iván Dyakiv, un sacerdote que trabaja desde febrero de 2023 en el Ejército ucraniano en la zona de Zaporiyia.
Acompañar a las familias
El servicio a los soldados también se extiende a sus familias y cobra especial importancia cuando un hombre resulta herido o muerto. «Eso es lo más duro», asegura Iván Dyakiv. De hecho, son los capellanes militares los que dan la última absolución y se ocupan de la sepultura. Lo más difícil es cuando los soldados mueren en territorios ocupados o cerca de la línea del frente. Para las familias que han buscado refugio en otro país, eso supone un doble dolor porque no pueden rezar junto a la tumba de sus maridos y padres.
Sanar el trauma
En los centros de rehabilitación y recuperación, los sacerdotes también desempeñan un papel decisivo al estar presentes y dispuestos a escuchar. Además de los capellanes militares, en Ucrania se han formado cientos de sacerdotes más para acompañar y apoyar espiritualmente a los heridos y a las personas traumatizadas por la guerra. «La mitad del clero —1.500 de 3.000 sacerdotes— ha completado la formación necesaria para participar en el programa de rehabilitación terapéutica», afirma el arzobispo mayor Sviatoslav Schevchuk, cabeza de la Iglesia greco-católica ucraniana. La atención a las personas con trastornos de estrés postraumático posee una gran importancia, por lo que está muy agradecido a ACN por su apoyo en este ámbito.
En los tres años transcurridos desde la invasión a gran escala de Ucrania, ACN ha financiado 977 proyectos, entre ellos, 175 solicitudes de estipendios de misa por casi 3,5 millones de euros. En total, ACN ha destinado más de 25,2 millones de euros para apoyar a la Iglesia católica de ambos ritos en toda Ucrania. Ejemplos de proyectos en 2024 fueron la compra de dos vehículos, como el del padre Novak, que actúan como capillas móviles para la atención pastoral en las zonas asediadas de la diócesis de Odessa-Simferópol y otras partes del este de Ucrania.