Homilía de Benedicto XVI en la Misa primera del Año 2010

«Sólo si tenemos a Dios en el corazón somos capaces de percibir en el rostro del otro un hermano»

Benedicto XVI ha presidido esta mañana en la Basílica de San Pedro la Santa Misa en la octava de Navidad, Solemnidad de Santa María, Madre de Dios, en la que también se celebra la Jornada Mundial por la Paz. «¡Que el Señor te descubra su rostro y te conceda la paz!». En esta antigua bendición, Benedicto XVI ha centrado su homilía, haciendo hincapié en que en ambas celebraciones, la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios y la Jornada Mundial de la Paz: «¡Celebramos a Cristo, Hijo de Dios, nacido de María Virgen y nuestra verdadera paz!»

(Agencias/InfoCatólica) La Eucaristía fue concelebrada con el secretario de Estado, cardenal Tarsicio Bertone, y el cardenal Renato Raffaele Martino, presidente emérito del Consejo Pontificio Justicia y Paz. Se encontraban presentes miles de fieles, numerosos obispos y sacerdotes, así como miembros del cuerpo diplomático.

El Santo Padre ha reflexionado sobre la frase de la bendición, afirmando que «toda la narración bíblica se puede leer como progresivo descubrimiento del rostro de Dios, hasta llegar a su plena manifestación en Jesucristo». Se ha referido a la Virgen de la ternura, uno de los iconos de la Virgen María en la tradición bizantina, que representa al Niño Jesús con la cara apoyada en la mejilla de su Madre. 

La relación de Dios Hijo con María, Madre de Dios

Destacando la divina, intensa y única relación del Hijo con la Madre de Dios, el Papa ha enfatizado que «el primer rostro que el niño ve es el de la madre, y esta mirada es decisiva para su relación con la vida, consigo mismo, con los otros, con Dios». En este icono mariano podemos contemplar algo de Dios mismo: una señal de amor inefable que lo ha llevado a «dar a su hijo unigénito». Pero este mismo icono nos enseña también, en María, el rostro de la Iglesia, que refleja sobre nosotros y sobre el mundo entero la luz de Cristo, la Iglesia mediante la cual llega a cada hombre la buena noticia: «Ya no eres más esclavo, sino hijo». 

«¡Hermanos en el Episcopado y en el Sacerdocio, Señores Embajadores, queridos amigos! –ha exclamado el Papa– meditar sobre el misterio del rostro de Dios y del hombre es un camino privilegiado que conduce a la paz. Ésta, en efecto, comienza con una mirada respetuosa, que reconoce en el rostro del otro a una persona». 

Con profunda ternura, el Papa se ha referido al hecho de que cada vez más común que en clase haya niños de distintas nacionalidades. Y añadió que sus rostros «son una profecía de la humanidad que estamos llamados a formar: una familia de familias y de pueblos. Cuanto más pequeños son estos niños, más suscitan en nosotros ternura y alegría por una inocencia y una hermandad que nos parecen evidentes: lejos de sus diferencias, lloran y ríen del mismo modo, tienen las mismas necesidades, comunican espontáneamente, juegan juntos». 

Solo teniendo a Dios en el corazón se puede respetar a los demás hombres

Para custodiar la paz Benedicto XVI ha reiterado que hay que contemplar a la luz del rostro de Dios a los hombres que nos rodean: «sólo si tenemos a Dios en el corazón somos capaces de percibir en el rostro del otro un hermano en humanidad, no un medio sino un fin, no un rival o un enemigo, sino un otro yo mismo, una talla del infinito misterio del ser humano». 

Y profundizó: «Nuestra percepción del mundo y, en particular, de nuestros semejantes, depende esencialmente de la presencia en nosotros del Espíritu Santo», porque «cuanto más estamos habitados por Dios, más sensibles somos también a su presencia en cuanto nos rodea», «especialmente en los demás hombres, aunque a veces el rostro humano, marcado por la dureza de la vida y del mal, pueda resultar difícil de apreciar y de acoger como epifanía de Dios». De ahí que «con mayor razón, para reconocernos y respetarnos como realmente somos, esto es, hermanos, necesitemos referirnos al rostro de un Padre común, que a todos nos ama, a pesar de nuestras limitaciones y errores», puntualizó. 

La ecología humana y el cuidado de la Creación

Benedicto XVI se refirió también al medioambiente, principalmente a la llamada ecología humana: «Si el hombre se degrada, se degrada también el ambiente en el que vive», puesto que «existe un nexo estrechísimo entre el respeto del hombre y la salvaguardia de lo creado», de modo que «si la cultura tiende hacia un nihilismo, si no teórico, practico, la naturaleza no puede sino pagar las consecuencias» 

Así, el Santo Padre ha renovado un «llamamiento a invertir en la educación, proponiéndose como objetivo, además de la necesaria transmisión de nociones técnicas y científicas, una mayor y más profunda responsabilidad ecológica, basada en el respeto del hombre y de sus derechos y deberes fundamentales. Sólo así el compromiso en favor del ambiente puede llegar a ser verdaderamente educación a la paz y construcción de la paz».

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3 comentarios

Foix
El Papa Benedicto está prestando especial atención a la liturgia y eso se nota. Da gusto presenciar las ceremonias pontificias.

Si además se escuchan y leen con atención los textos de sus discursos, es como si añadimos miel a la hojuela porque son de una hondura y una clarividencia sorprendentes.
1/01/10 10:03 PM
anibal castro
Acaso por la acci'on milagrosa del Esp'iritu Santo, que sopla donde quiere -tambi'en fuera de los l'imites visibles de la Iglesia-, me parece una evidencia el que hay y ha habido miles de personas no creyentes religias que han sabido ser respetuosas hacia los dem'as, hacia el pr'ojimo; acaso porque sin saberlo esas personas han sido en el fondo religiosas.
No obstante, s'i que estoy convencido de que la luz de la fe ensancha nuestro coraz'on, o lo que es lo mismo, nos enciende en deseos y en capacidades para aceptar que el oro, aun siendo diferente, es hijo e hija de Dios, que es Padre amoroso y providente.
Y por lo mismo, creo estar d'ia a d'ia m'as conencido de que desde la profesi'on del odio a Dios, el rechazo a Dios, a la Iglesia y al cristianismo, es muy probable que se acabe desembocando en una espiral de eso, odio al otro, odio a la fe, odio al creyente. Lo acabo de apreciar, creo, en un foro, en el que ante mi ruego a una persona forista de moderaci'on en su retah'ila de insultos e injurias contra la Iglesia, el Papa y los obispos, me responde con insultos hacia mi persona.
El incidente me hace pensar en que debe ser verdad que no pocas personas encerradas en su ate'ismo, y m'as si no es militantemente solidario -pues hoy d'ia es muy improbable que sea militantemente solidario cualquier ate'ismo, dado el fracaso estrepitoso de los reg'imenes comunistas, tanto m'as estrepitoso cuanto m'as quieren cerrar los ojos ante ese fracaso sus partidarios ceguevaristas, maho'istas, castristas...-, acaban enrabietados contra Dios, contra la Iglesia, contra la espiritualidad misma.
No quiero formular un juicio acusatorio contra ellos y ellas, pero s'i dejar constancia al menos de que en efecto puede que sea as'i.
1/01/10 10:30 PM
anarico
«Sólo si tenemos a Dios en el corazón somos capaces de percibir en el rostro del otro un hermano»

Tengo muy claro de que es una verdad muy grande la que dice el Papa. De todas todas, en todo caso, y siempre: hay que empezar por ejercitarse en el Amor a Dios, que es cumplir el Primer Mandamiento, y hacer operativa la Fe, para que no se muera. Y otra cosa es otra cosa; pero no es religión
2/01/10 4:37 PM

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