(RV/InfoCatólica) Benedicto XVI ha proseguido sus catequesis sobre la cultura cristiana de la Edad Media, centrándose en la figura de Pedro Lombardo. Citando a este destacado teólogo del siglo XII, que, en 1159, un año antes de su muerte, fue nombrado Obispo de París, el Papa ha recordado que en la narración bíblica del nacimiento de la mujer, él veía «una prefiguración del misterio de Cristo y de su Iglesia».
Tras señalar que «Dios creó a Eva de una costilla de Adán. Y no, por ejemplo, de su cabeza», el Santo Padre ha subrayado que Dios ha querido que la mujer fuera «compañera del hombre», «no su esclava», ni tampoco su «dominadora». Como la costilla fue sacada del costado de Adán mientras dormía, «así –recordó el Papa– en la teología de Lombardo los sacramentos de la salvación comenzaron a fluir del costado de Jesús dormido en la Cruz». "Una imagen ésta de los sacramentos como agua que fluye de la fuente de la salvación que está en la Tradición de la Iglesia", subrayó el Pontífice.
Una fe armoniosa y la vida sacramental, necesarias para todos los fieles
A tal propósito, el Papa invitó a los fieles a «aprovecharse» del Catecismo y del Compendio que lo resume para «conocer y profundizar en la verdad de la fe que aparecerá como una sinfonía». «Quisiera animar a cada uno de los fieles y a la comunidad cristina a profundizar en nuestra fe armoniosa y en la vida sacramental porque los sacramentos constituyen una fuerza que sale del cuerpo de Cristo», afirmó.
«Todos, desde los teólogos hasta los fieles deben atenerse a las enseñanzas conjuntas del Catecismo de la Iglesia Católica porque la fe no puede ser fragmentada: la revelación cristiana es un conjunto completo y no puede ser fragmentado»
El Papa ha invitado a que, «siguiendo las enseñanzas de Pedro Lombardo, reconozcamos la importancia de los sacramentos en nuestra vida cristiana. Pues ¡son el tesoro de la Iglesia!».
En su resumen en nuestro idioma, el Papa dijo:
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy quisiera hablar de Pedro Lombardo, un teólogo del siglo doce de gran notoriedad, pues una de sus obras, las Sentencias, fue adoptada como manual en todas las escuelas de teología durante muchos siglos. Se le llama Lombardo porque nació en una región del norte de Italia, ocupada entonces por los longobardos. De familia modesta, estudió en Bolonia, Reims y París, donde fue profesor y, casi al final de su vida, nombrado Obispo. Su gran aportación fue el haber recogido, además del texto bíblico, el pensamiento de los grandes Padres de la Iglesia y de otros notables pensadores cristianos, disponiendo todo en un cuadro sistemático y bien trabado. En efecto, una de las características de la teología es organizar de manera unitaria el patrimonio de la fe, presentándola de modo claro y coherente en todas sus partes, pues las diversas verdades que contiene se iluminan recíprocamente, ofreciendo así una visión de la riqueza y armonía del plan salvador de Dios. Ante el riesgo de fragmentación en la verdad de nuestros días, el testimonio de Pedro Lombardo es una llamada al estudio y a la enseñanza íntegra, sugerente y orgánica del mensaje de Cristo.