(Infocatólica) En el evento, que ha buscado establecer bases para una gobernanza global de la IA, el prelado ha subrayado la importancia de «ampliar la conciencia sobre esta nueva frontera que puede transformar incluso lo humano» y ha destacado el papel de Europa en la promoción de una tecnología centrada en la persona.
La Santa Sede ha llevado años reflexionando sobre los desafíos éticos que plantea la Inteligencia Artificial. En este contexto, se ha desarrollado una estrecha colaboración entre el arzobispo Paglia y Brad Smith, presidente de Microsoft. Fruto de esta relación ha sido el Rome Call for AI Ethics, un documento firmado en 2020 con el respaldo de Microsoft, IBM, la FAO y el gobierno italiano. A lo largo de los años, el llamamiento ha sumado nuevos signatarios, incluidas instituciones religiosas y tecnológicas de renombre, como la empresa Cisco o la Iglesia de Inglaterra.
Durante la cumbre, el arzobispo Paglia ha insistido en la necesidad de gobernar la tecnología y evitar que esta acabe determinando el destino de lo humano. Según el prelado, la IA debe estar al servicio del desarrollo humano y no al revés. Ha comparado la situación actual con la crisis climática, señalando que la humanidad ha tardado demasiado en tomar conciencia de su gravedad y en establecer regulaciones. La IA, con su capacidad para modificar incluso el genoma humano, requiere un esfuerzo inmediato y coordinado para definir reglas compartidas a nivel global.
En este sentido, el arzobispo ha enfatizado el papel de Europa en la definición de normas éticas y legales que garanticen un uso responsable de la tecnología. «Existe el famoso dicho de que Estados Unidos crea, China copia y Europa hace las reglas. Pues bien, como Europa también debemos crear», ha afirmado, subrayando la necesidad de una movilización global que involucre a gobiernos, empresas y comunidades religiosas.
La realidad es que Europa ya se ha quedado muy atrás en todo lo relacionado con la IA. El continente no cuenta con una sola empresa importante en el sector. Recientemente el gobierno francés tuvo que retirar de circulación su IA estatal porque el rendimiento era literalmente ridículo. Y en España, el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, escribió en la presentación de la IA pública que la AGI (inteligencia artificial general), no se alcanzará en todo lo que queda de siglo, lo cual demuestra que no tiene literalmente ni idea de lo que está ocurriendo.
La Santa Sede también ha reforzado su compromiso con la regulación de la IA a través de documentos recientes, como la Nota Antiqua et Nova, publicada por el Dicasterio para la Cultura y la Educación Católica y el Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Este texto busca orientar a educadores sobre el impacto de la tecnología en la formación de los jóvenes y la necesidad de garantizar un desarrollo ético de la IA.
El arzobispo Paglia también ha destacado la sensibilización de la Iglesia en países como la India, donde el avance tecnológico es especialmente acelerado. En su visita al país, ha percibido una fuerte preocupación por parte de la Conferencia Episcopal, que ha sido la primera en firmar el Rome Call for AI Ethics. «Europa tiene la gran responsabilidad, por su tradición humanística, de ayudar al mundo entero a redescubrir la centralidad de la persona humana en este nuevo mundo altamente tecnologizado», ha concluido.
El prelado ha subrayado que el avance de la IA no debe generar una brecha insalvable entre los países que dominan esta tecnología y aquellos que carecen de acceso a sus beneficios. En este sentido, ha instado a una regulación global que impida el uso de la IA con fines discriminatorios o deshumanizantes, y ha defendido la importancia de un marco ético sólido que priorice la dignidad humana en todos los desarrollos tecnológicos.
La Cumbre de París ha marcado un hito en la discusión global sobre la IA, y la participación de la Santa Sede ha reforzado la necesidad de un enfoque ético que garantice que la tecnología esté al servicio del bien común y no se convierta en una amenaza para la dignidad humana. La Iglesia, a través de la voz del arzobispo Paglia, ha continuado su labor de reflexión y acción para que los avances tecnológicos sean una oportunidad de desarrollo equitativo y humanista para toda la humanidad.