(Katolisch/InfoCatólica) Jon Fosse, uno de los escritores contemporáneos más influyentes de Europa, lleva años explorando el vínculo entre espiritualidad y literatura. Su libro El misterio de la fe, publicado en diciembre en italiano y coescrito con el teólogo católico Eskil Skjeldal, ofrece una visión profunda de su trayectoria espiritual.
Fosse, nacido en 1959 en la ciudad costera de Haugesund, Noruega, es conocido por su estilo literario minimalista, denominado «Fosse-Minimalismus», que busca dar voz a lo «inexpresable». Su capacidad para plasmar el misterio de la existencia en sus novelas y obras teatrales fue uno de los motivos por los que la Academia Sueca le concedió el Nobel de Literatura en 2023.
El camino espiritual de Fosse no ha sido lineal. En su juventud, tuvo una relación distante con la fe, describiendo su experiencia en la Iglesia luterana estatal como insatisfactoria y llena de «predicaciones interminables» que contrastaban con su posterior descubrimiento del «encanto» y el «espíritu» de la liturgia católica. Antes de convertirse al catolicismo, exploró diversas tradiciones espirituales, desde la mística cristiana hasta la comunidad de los cuáqueros, cuya simplicidad y silencio dejaron huella en él.
Según relata en su libro, fue en una misa católica, en un ambiente montañoso de Noruega, donde sintió una conexión especial. Esta liturgia, con su repetición ritual de palabras, le pareció una forma de oración concentrada que resonaba con su propia escritura. «Todo lo que escribo es una especie de oración», asegura Fosse, destacando que para él, arte y fe son inseparables.
El escritor considera que hablar de Dios es una tarea difícil, ya que «Dios está del otro lado de las cosas». En sus palabras: «No podemos decir qué había antes de nacer ni adónde vamos después de morir. Todo lo demás está del otro lado». Esta perspectiva se refleja en su obra literaria, que a menudo explora el límite de lo comprensible y lo inexpresable.
Fosse también enfatiza la importancia de preservar el «asombro» en el ámbito espiritual. Para él, este asombro es la clave tanto de su fe como de su literatura. En el libro con Skjeldal, recuerda cómo las experiencias religiosas impositivas durante su infancia le generaron rechazo, y advierte contra imponer creencias, especialmente a los niños. «Sin asombro, la palabra Dios no tiene significado», concluye.