(LifeNews/InfoCatólica) El doctor Benjamin Jewel Rozario, de 44 años, médico católico en Bangladés, ha dedicado más de una década a atender a pacientes con lepra, una enfermedad que aún carga con un fuerte estigma social. Como responsable nacional de asistencia sanitaria en la organización Leprosy Mission International Bangladesh (TLMI-Bangladesh), Rozario afirma que esta labor no solo le ha permitido ayudar a los más necesitados, sino que también ha sido una forma de vivir su fe cristiana: «Podría haber elegido un camino diferente, como muchos otros médicos, para ganar más dinero. Pero decidí dedicarme a las personas con lepra para mostrarles el amor de Dios a través de mi servicio. Jesús también curó a los enfermos de lepra y me siento llamado a seguir sus pasos».
Nacido en la parroquia de Golla, en Daca, Rozario reconoce que su decisión no estuvo exenta de críticas. «Cuando comencé este trabajo, alguien me dijo: “Tu carrera de médico se ha terminado. No ganarás mucho”. Pero he recibido muchas bendiciones gracias a esta misión. Me di cuenta de lo indefensas y abandonadas que están estas personas». Desde entonces, ha trabajado sin descanso para atender a quienes no tienen recursos para acceder a tratamientos en otros centros médicos. Según Rozario, muchos de sus pacientes son los más pobres entre los pobres, como conductores de rickshaw y campesinos.
El TLMI opera en 40 de los 64 distritos de Bangladés y en 2024 diagnosticó más de 3,500 nuevos casos de lepra. A pesar de los avances médicos, la enfermedad sigue rodeada de prejuicios y supersticiones. «La atención a los leprosos no ofrece incentivos económicos, lo que desalienta a muchos médicos. Pero yo sigo porque escucho las historias de estos pacientes. La vida de una persona sana puede cambiar drásticamente a causa de esta enfermedad», comenta Rozario. Además de ofrecer tratamiento, él realiza cirugías para ayudar a los pacientes a recuperar la movilidad en sus extremidades, lo que les permite volver a tener una vida más digna.
El impacto de la lepra va más allá de la enfermedad física, afectando también la educación y la inclusión social de los pacientes. Un ejemplo es Mohammad Rahman, un joven que fue expulsado de la escuela por temor al contagio, una decisión influenciada por la presión de los padres de otros alumnos. Gracias a las intervenciones educativas del TLMI, Mohammad pudo retomar sus estudios y continuar con su vida. Este es solo uno de los muchos casos en los que la organización no solo ofrece asistencia médica, sino que también trabaja para combatir el estigma social que acompaña a esta enfermedad.
El próximo 26 de enero, Bangladés conmemorará el Día Mundial contra la Lepra, una fecha instituida por el humanista francés Raoul Follereau para sensibilizar al mundo sobre esta enfermedad. Aunque la lepra sigue siendo un desafío, el futuro promete avances. «Se están realizando investigaciones para desarrollar una vacuna contra la lepra. Cuando se descubra, podremos controlar la enfermedad de forma más efectiva», asegura Rozario.
El objetivo del TLMI es claro: erradicar la lepra para 2030. Para lograrlo, la organización no solo proporciona diagnóstico y tratamiento, sino que también promueve la rehabilitación, el apoyo psicosocial y el desarrollo sostenible en comunidades afectadas. Con más de 70 publicaciones científicas, TLMI-Bangladesh continúa liderando esfuerzos para reducir la incidencia de la lepra y devolver dignidad a los más marginados. «Nuestro trabajo no consiste sólo en la atención médica, sino en llevar dignidad y esperanza a aquellos que han sido olvidados por la sociedad», concluye Rozario.