(Ecclesia/InfoCatólica) Haití, el país más pobre y desigual de América, se encuentra sumido en una crisis sin precedentes. Con más de un millón de personas desplazadas dentro de su territorio, la mitad de ellas niños, y un recrudecimiento de la violencia ejercida por bandas armadas, la población haitiana enfrenta una realidad marcada por la pobreza extrema, la inseguridad y la falta de oportunidades.
En este contexto, el padre Yvel Germain, presidente de Cáritas Haití, participó en un desayuno informativo organizado por Cáritas Española en Madrid, donde ofreció una visión de la crisis humanitaria que atraviesa su país. «Hay una vulneración constante de los derechos humanos, pero desde Cáritas intentamos llegar hasta todas las esferas del ser humano. Es un país con gran necesidad de ayuda», señaló.
El padre Yvel, quien asumió el cargo a mediados de 2024, lidera una red de 10 oficinas diocesanas de Cáritas en Haití. Con una amplia experiencia en desarrollo local y humanitario, su trabajo se centra en coordinar las acciones necesarias para asistir a los desplazados por la violencia, particularmente en las regiones sur y sudeste del país.
Según explicó durante el encuentro, la labor humanitaria enfrenta múltiples desafíos. Entre ellos, destacó la falta de formación de los voluntarios: «El sistema con los voluntarios es muy difícil. Hay mucha gente que quiere ayudar, pero carecen de una base para hacerlo. Esto dificulta la organización de entregas de alimentos o asistencia en las localidades afectadas por la violencia».
Haití enfrenta cuatro crisis simultáneas: política, social, ambiental y alimentaria. Desde 2016 no se celebran elecciones, y la violencia de las bandas ha triplicado el número de personas desplazadas en tan solo un año. Naciones Unidas calcula que 5,4 millones de haitianos sufren inseguridad alimentaria aguda, lo que agrava aún más la situación.
Las oficinas de Cáritas en Puerto Príncipe han tenido que paralizar sus actividades debido a la implacable violencia que azota la capital. Sin embargo, las otras nueve Cáritas diocesanas continúan su labor, enfrentándose a una crisis humanitaria que recuerda la vivida tras el devastador terremoto de 2010.
A pesar de las dificultades, el padre Yvel insistió en la importancia de la solidaridad internacional para aliviar el sufrimiento del pueblo haitiano y reconstruir un tejido social devastado por años de pobreza e inestabilidad. «Haití necesita nuestra ayuda, no solo con recursos, sino con formación, organización y apoyo constante para devolver la esperanza a quienes más lo necesitan», concluyó.