(InfoCatólica) En su declaración, afirman:
«Esperamos que este alto el fuego marque el fin de la violencia que ha causado un sufrimiento inconmensurable. Es un paso necesario para detener la destrucción y atender las urgentes necesidades humanitarias de innumerables familias.»
Sin embargo, recuerdan que el cese de la guerra no equivale al fin del conflicto. Según los Ordinarios Católicos, «es necesario abordar de forma seria y creíble los problemas profundamente arraigados que han estado en la raíz de este conflicto durante demasiado tiempo. Una paz auténtica y duradera sólo puede lograrse mediante una solución justa que aborde las causas profundas de este largo conflicto.»
Educación, reconciliación y confianza: caminos hacia la paz
La declaración destaca la importancia de un proceso prolongado que promueva la educación para la confianza y el entendimiento mutuo. «Esto requiere la voluntad de reconocer el sufrimiento del otro y superar el miedo y la justificación de la violencia como herramienta política», añaden.
Los líderes católicos expresan su deseo de que el alto el fuego brinde serenidad y alivio a quienes más han sufrido, permitiéndoles reconstruir sus vidas y recuperar la esperanza. «Esperamos sinceramente que este alto el fuego marque el comienzo de un nuevo camino hacia la reconciliación, la justicia y una paz duradera», afirman.
Llamamiento a la comunidad internacional
En su mensaje, los obispos hacen un llamamiento a los responsables políticos y a la comunidad internacional: «Es imprescindible elaborar una visión política clara y justa para la posguerra. Un futuro construido sobre la dignidad, la seguridad y la libertad para todos los pueblos es un requisito previo para una paz verdadera y duradera.»
Además, invitan a todas las partes implicadas a actuar con buena fe en la implementación de las medidas inmediatas y en la negociación de futuros acuerdos.
Año jubilar de esperanza
Finalmente, en este inicio del Año Jubilar, los líderes católicos expresan su confianza en que el alto el fuego sea un signo de la fidelidad de Dios y un impulso hacia una paz que transforme el dolor en reconciliación. «Que el Señor bendiga esta tierra con la paz y nos guíe a todos por el camino de la sanación y la unidad», concluyen.
Los Santos Lugares, afirman, deben volver a ser espacios de oración y paz, abiertos a los peregrinos que anhelan visitarlos con seguridad y alegría espiritual.
