(LSN/InfoCatólica) En un comunicado difundido el 6 de enero, McDonald’s informó su decisión de abandonar los objetivos concretos de diversidad para su liderazgo superior, suspender programas de formación en diversidad dirigidos a sus proveedores y pausar su participación en encuestas externas, como las realizadas por el grupo Human Rights Campaign (HRC).
«Desde nuestra fundación, hemos comprendido que el pilar de nuestro negocio son las personas», expresó la directiva de McDonald’s en una carta abierta. Citando a Fred Turner, uno de los primeros líderes de la compañía, reiteraron: «Somos un negocio de personas, y eso nunca debe olvidarse».
La compañía también presentó una nueva filosofía llamada «Regla de Oro», basada en tratar a todos con dignidad, equidad y respeto. Según el comunicado, este principio refleja un esfuerzo por redefinir su lenguaje y compromiso hacia la inclusión en un panorama empresarial cambiante.
Influencia del contexto legal y presión pública
McDonald’s justificó este ajuste por el «cambiante panorama legal» tras el fallo de la Corte Suprema de EE. UU. en 2023, que declaró inconstitucionales las políticas de acción afirmativa basadas en la raza. Además, figuras conservadoras como Robby Starbuck, conocido por su influencia en el retroceso de políticas corporativas «woke», habían expresado su intención de examinar las políticas de McDonald’s.
Una tendencia en el sector empresarial
McDonald’s se suma a una lista creciente de corporaciones como Walmart, Jack Daniel’s, John Deere, Lowe’s y Toyota, que en los últimos meses han revisado o abandonado políticas corporativas vinculadas a estándares DEI y ESG (ambientales, sociales y de gestión, es decir, al Nuevo Orden Mundial.
El impacto de estas iniciativas, promovidas por activistas para abordar temas como las relaciones raciales, la comunidad LGBT y el medio ambiente, ha generado reacciones divididas. Algunas empresas han sufrido reveses financieros, como Disney y Bud Light, en respuesta a boicots y críticas.
El rechazo público hacia estas políticas, percibidas como parte de la agenda «woke», ha llevado a una reevaluación generalizada en el ámbito corporativo respecto a iniciativas progresistas que no siempre encuentran acogida entre el público.