(InfoCatólica) Durante la celebración de la Solemnidad de María Madre de Dios y la Jornada Mundial por la Paz, el Patriarca Latino de Jerusalén predicó una homilía centrada en la urgente necesidad de paz, tanto en Tierra Santa como en el mundo. Inspirándose en las lecturas bíblicas (Nm 6, 22-27; Gal 4, 4-7; Lc 2, 16-21), subrayó que la paz verdadera nace de la fe y de un compromiso concreto con el mensaje de Jesucristo.
El Patriarca comenzó reconociendo las dificultades que enfrenta la región. «Parecen hoy lejanas y divorciadas de la realidad las perspectivas de paz», afirmó, aludiendo a la fragilidad de las instituciones políticas y religiosas para ofrecer soluciones efectivas. Añadió que «son muchas las generaciones que se han sucedido, una tras otra, sin haberla conocido», destacando la larga ausencia de paz en Tierra Santa. Sin embargo, subrayó que esta jornada no debe limitarse a reflexiones o debates, sino a una acción clave: la oración.
Escuchar y actuar
Citando el Evangelio de Lucas, el Patriarca recordó cómo los pastores, al escuchar el mensaje de los ángeles, decidieron «sin demora» ir a Belén para ver al Niño Jesús. Este acto, señaló, simboliza la actitud que los cristianos deben adoptar frente al llamado de la paz: escuchar, actuar y dejarse transformar por el mensaje divino.
«Todos hablamos de paz, pero pocos la escuchan», lamentó. Subrayó que la paz tiene su propio lenguaje, que solo quienes buscan sinceramente al Señor pueden entender. «La paz solo puede ser encontrada por aquellos que están dispuestos a dar espacio a lo que el Señor nos da a conocer», añadió, exhortando a los fieles a trabajar activamente por relaciones basadas en la justicia y la dignidad.
Paz como don y tarea
El Patriarca insistió en que la verdadera paz no es fruto exclusivo de acuerdos humanos, que muchas veces se muestran frágiles, sino del «más» del amor pleno que se encuentra en Cristo. «Sin la voluntad de ser discípulos de Cristo, quizás seremos capaces de hacer treguas, pero no experimentaremos la verdadera paz», afirmó, señalando que esta solo puede nacer de la cruz y de una entrega total al amor.
Concluyó invitando a los cristianos a ser testigos activos de la paz en sus comunidades y sociedades. «Que el Niño de Belén, junto con la Virgen María, avive en cada uno de nosotros ese amor que puede dar fuerza para escuchar la paz, reconocerla en Jesús y realizarla siempre».