(La Bussola Quotidiana/InfoCatólica)Un artículo publicado por La Bussola Quotidiana presenta sintéticamente los resultados de estudios científicos acerca de la imagen de la Virgen de Guadalupe conservada en su santuario en Ciudad de México.
La Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe atrae a fieles de todo el mundo y es uno de los santuarios marianos más visitados. Se calcula que unos 23 millones de peregrinos visitan cada año este lugar santo, dando un testimonio vivo del profundo amor por la Virgen María que siente el pueblo católico, especialmente el mexicano. Muchos de los peregrinos son devotos que piden favores o agradecen a la Guadalupana las gracias con que afirman haber sido bendecidos.
El Cardenal Raymond Leo Burke se dirigió a los fieles católicos de todo el mundo instándoles a pedir a Dios que libere a la Iglesia y al mundo de las crisis actuales, a través de una novena especial a Nuestra Señora de Guadalupe que comenzó el 12 de marzo de 2024 y concluyó el pasado 12 de diciembre, tras nueve meses de oración diaria. En la conclusión de esa novena, los fieles rezaron un acto de consagración a la Madre de Dios (véase el acto de consagración en español aquí).
La Virgen María se apareció entre el 9 y el 12 de diciembre de 1531 en el cerro del Tepeyac, al norte de Ciudad de México, a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin (1474-1548), uno de los primeros aztecas convertidos al cristianismo. Según se relata en el Nican Mopohua, un antiguo texto atribuido al indígena Antonio Valeriano (1520-1605), Juan Diego, que entonces tenía 57 años, «vio a una joven Señora que lo llamaba con dulzura».
La Señora le ordenó que fuera a ver al obispopara que construyera una capilla en el cerro. El prelado, Juan de Zumárraga, se mostró poco convencido tras escuchar el relato de Juan Diego y le pidió un signo tangible que demostrara su historia. La tilma, una especie de manto, fue la prueba deseada. Para conmemorar el encuentro celestial en ese mismo lugar se erigió rápidamente una capilla, objeto de reformas y ampliaciones a lo largo del tiempo. En 1976, se inauguró allí la actual basílica de Nuestra Señora de Guadalupe. Este santuario alberga la famosa tilma de San Juan Diego en la que, en presencia del propio Zumárraga, se imprimió milagrosa y repentinamente la imagen de María, que aparece como una joven mestiza: de ahí que los fieles la llamen «Virgen morenita». Alrededor de su figura, en el centro del manto, aparecen flores.
Se han realizado, y se siguen realizando, diversos estudios científicos sobre la tilma para intentar comprender mejor el misterio que la envuelve: la imagen impresa en ese manto es una de las más estudiadas, de un modo semejante a la imagen de Jesucristo en la Sábana Santa de Turín. Los análisis de algunas fibras de la tilma realizados por el Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) han puesto de manifiesto un hecho sorprendente: visto el material del que están compuestas (procedente de una planta americana, el agave o pita), deberían haberse conservado sólo diez años. Sin embargo, el manto ha sobrevivido a los embates del tiempo durante casi 500 años. Además, no se ha descubierto la forma de imprimir la imagen en la tilma ni de su coloración.
Otros estudios tienen como objeto la aplicación de las matemáticas para la decodificación de lo que, según muchos investigadores, está presente en la tilma: un código que habla hoy con la misma intensidad que ayer. Es el caso de la investigación realizada por el profesor Fernando Ojeda Llanes, quien lleva más de 30 años (a partir de 1990), trabajando sobre la famosa imagen mariana. Gracias a los resultados de sus investigaciones, el profesor ha sido nombrado miembro del Consejo Consultivo de Investigación Científica del Instituto Superior de Estudios Guadalupanos de la Arquidiócesis Primada de México. El trabajo del profesor Ojeda Llanes se basa principalmente en la concepción matemática de Pitágoras, según la cual las matemáticas se componen de cuatro elementos (el quadrivium): la aritmética, la geometría, la astronomía y la música. Basándose en esta línea ha realizado sus estudios, descubriendo, entre otros muchos resultados, que la posición de las estrellas en el manto en relación con las flores del vestido produce notas musicales que forman una melodía celestial, una armonía que consigue entrar en el corazón del oyente con gran facilidad. Además, cada flor correspondería a estrellas. El manto cuenta con 46 de ellas: se trata de una representación de las principales constelaciones que había en el cielo mexicano en la época de San Juan Diego, cuando tuvieron lugar las apariciones marianas.
Además de estos datos, sin duda importantes, hay otro que merece atención: el significado que puede darse a este manto bajo el aspecto social o, mejor, espiritual. En el siglo XVI los hombres usaban la tilma como vestimenta para el trabajo en el campo; pero también como vestimenta sagrada para la celebración de sus bodas. Parece, pues, que la Virgen nos anima a «trabajar en el campo», símbolo del trabajo por el Reino de Dios en esta tierra; y, luego, nos invita a un matrimonio espiritual al que todos estamos llamados: el que se celebra, a través de ella, con Dios. En el centro de la tilma encontramos el vientre de la Virgen acogiendo a Cristo: un símbolo que nos habla de la centralidad de Cristo en la vida de la Virgen y en nuestras propias vidas.