(AsiaNews/InfoCatólica) Es una Siria caracterizada por una profunda fase de incertidumbre, mezcla de temores y esperanzas, lo que se desprende del relato confiado a AsiaNews por el padre Bahjat Karakach, párroco de la iglesia de San Francisco de Asís en Alepo. Una comunidad que se acerca a la Navidad con el deseo de celebrar, y celebrar, en una perspectiva de paz tras más de 13 años de sangrienta guerra. Y que mira al futuro, más allá del 1 de marzo, cuando expira el mandato del actual ejecutivo, con vistas a unas elecciones democráticas y a una nueva Constitución en la que «todos los ciudadanos tengan los mismos derechos y deberes».
En menos de dos semanas, las milicias de Hay'at Tahrir al-Sham (Hts), antaño afiliadas al Frente al-Nusra (antigua Al-Qaeda), han derrocado el régimen de Bashar al-Assad, que había logrado -con el apoyo de Rusia e Irán- mantenerse en el poder a pesar de 14 años de guerra civil. Ayer, el líder de Hts, Abu Mohammed al Yolani, relanzó mensajes «tranquilizadores» a la comunidad internacional sobre el nuevo rumbo del país, mostrando una cara conciliadora hacia los países vecinos, incluido Israel, que sigue ocupando los Altos del Golán.
Sin embargo, en el frente interno se habla de «límites» a la participación de las mujeres en las instituciones y administraciones públicas, planteando «funciones» más «acordes con su naturaleza». Mientras tanto, en el noreste, los kurdos denuncian bombardeos de artillería contra Kobane, al tiempo que surgen cada vez más pruebas de una «máquina de muerte» puesta en marcha por el régimen de Assad para reprimir la disidencia y castigar a los opositores. Al menos 100.000 personas han sido torturadas y asesinadas desde 2013.
El testimonio del párroco de Alepo:
A estas alturas, como pueden imaginar, los acontecimientos no tienen la misma velocidad que observábamos hace quince días. En cualquier caso, se puede decir que la sensación que tenemos es de provisionalidad mezclada con la anticipación del próximo Primero de Marzo. Una fecha en la que expira el mandato del actual gobierno interino teñido de un color, de clara matriz islamista, para formar un ejecutivo de transición que tendrá la tarea de conducir a Siria a unas elecciones democráticas tras la formación de una nueva constitución.
Ante este acontecimiento crucial, los sirios se han movilizado para aportar su contribución, según la visión política que les guíe. Los cristianos también nos hemos mostrado activos con reuniones de estudio y propuestas que se presentarán a los tres patriarcas presentes en Damasco (griego melquita, griego ortodoxo y sirio ortodoxo), que luego tendrán la tarea de redactar un texto para presentarlo a la comisión constitucional.
El punto principal de la propuesta se resume en la reivindicación de un Estado democrático y civilizado, en el que todos los ciudadanos tengan los mismos derechos y deberes. Somos conscientes de que no será fácil encontrar una fórmula que satisfaga a todos, dado que Siria es un país muy diverso, y el temor a un gobierno islamista de partido único, que acabe excluyendo a todos los demás, sigue siendo real. Tal posibilidad supondría un fuerte riesgo de una nueva dictadura o de un país muy inestable. Sin embargo, es igualmente evidente que no nos rendimos y que contamos ante todo con los numerosos sirios ilustrados que desean una nación civilizada y democrática, esperando que la comunidad internacional ayude a estas corrientes a tener voz.
En cuanto a la vida cotidiana, no es fácil trazar un cuadro único del país, porque todo depende, por el momento, de la presencia de las fuerzas del orden, que no es homogénea. El gobierno actual se basa principalmente en las fuerzas de Idlib, que no son suficientes para gobernar una zona extensa. Algunos servicios están suspendidos, mientras que otros funcionan bastante bien. Alepo sufre sed desde hace más de ocho días debido a un ataque a la estación de agua, perpetrado por las fuerzas del partido kurdo Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), que negocian con Damasco la plena inclusión de los kurdos en el proceso político que conducirá al nacimiento del nuevo Estado.
Los cristianos siguen perplejos ante todo lo que está ocurriendo: comienzan a hacerse evidentes diversos signos de islamización del país, por ejemplo, se ha celebrado una oración pública con gran número de participantes en las aulas de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Damasco; en diversos puestos de control se pide expresamente a las mujeres cristianas que lleven velo, y a los conductores que retiren todos los signos religiosos cristianos; se alzan diversas voces a favor de la separación de sexos en los espacios públicos, etc. Por otro lado, encontramos gestos de esperanza como, por ejemplo, un grupo de jóvenes musulmanes que se colocan delante de las iglesias para repartir flores a los cristianos que entran en ellas; en la flor hay una nota que dice: «juntos podemos reconstruir nuestro país».
Es una época de grandes cambios y agitación [que también nos acerca a las celebraciones navideñas]: ¡recemos para que nos conduzca a tiempos mejores!