(VaticanNews/InfoCatólica) El Papa Francisco realizó un histórico viaje a Córcega, marcando la primera vez que un pontífice pisa esta isla francesa. A las 8:06 de la mañana, el vuelo papal despegó del aeropuerto romano de Fiumicino con destino a Córcega, aunque sufrió un pequeño retraso antes de llegar a la isla mediterránea a las 8:49. Tras aterrizar, el Papa fue recibido oficialmente en el aeropuerto y luego se dirigió al «Palais des Congrès et d’Exposition» en Ajaccio, la capital de Córcega y lugar de nacimiento de Napoleón Bonaparte.
Este viaje, que duró apenas nueve horas, estuvo centrado en el Congreso sobre «La religiosidad popular en el Mediterráneo», al cual asistieron obispos provenientes de Italia, Francia, España y otros países de la región. En su intervención en la conferencia, el Papa Francisco habló sobre la importancia de la religiosidad popular como un medio para construir una «ciudadanía constructiva». Rechazó la idea de ver manifestaciones de fe como simples tradiciones folklóricas o supersticiones, y en su lugar, las describió como una expresión vital de la fe cristiana que fomenta la colaboración entre las autoridades civiles y eclesiásticas.
En sus declaraciones, el pontífice destacó que la secularidad no debe ser un concepto estático y fijo, sino algo dinámico y evolutivo, que debe adaptarse a las circunstancias cambiantes y promover la cooperación entre la iglesia y la sociedad civil. Francisco recordó su experiencia en Argentina, donde participó en un festival popular y pudo ver de primera mano cómo la religiosidad popular fomenta la unión entre los fieles. En ese contexto, el Papa reiteró que las manifestaciones religiosas, como las procesiones y la oración comunal, pueden ser una fuerza positiva para la sociedad.
Córcega se distingue de otras partes de Francia por su fuerte identidad religiosa, un contraste notable con la secularización que caracteriza a gran parte del país. Con 92 cofradías, o asociaciones laicas, dedicadas a obras de caridad y religiosidad, la isla mantiene un compromiso con la fe que se refleja en la vida diaria de sus habitantes. Estas cofradías están integradas por más de 4.000 miembros, y la colaboración entre las autoridades civiles y religiosas en Córcega es vista como un modelo positivo de convivencia, sin las tensiones ideológicas que a veces surgen en otras regiones.
La visita estuvo impregnada de un fervor popular notable. Miles de personas se alinearon a lo largo de las calles de Ajaccio, saludando al Papa mientras era acompañado por bandas y coros que interpretaron música tradicional corsa. Niños vestidos con trajes típicos dieron la bienvenida al Papa, y durante todo el recorrido, Francisco estuvo rodeado de expresiones de devoción popular, desde las carteras de la ciudad hasta la Catedral de Santa Maria Assunta.
Uno de los momentos más simbólicos de la jornada fue cuando el Papa hizo una parada ante la estatua de la Maddunuccia, la Virgen venerada en Córcega, quien según la tradición local protegió la isla de la peste en el siglo XVII. A continuación, Francisco celebró una misa en el parque Place d’Austerlitz, el mismo lugar donde Napoleón jugaba de niño, y se espera que unos 7.000 fieles participen en la ceremonia.
La visita también incluyó un encuentro privado con el presidente francés, Emmanuel Macron, en el que se discutieron temas cruciales como las crisis internacionales, en particular las guerras en Medio Oriente y Ucrania, y cuestiones relacionadas con el medio ambiente. Tras la misa y el encuentro con Macron, el Papa emprendió su vuelo de regreso a Roma, cerrando así una jornada intensa y significativa.