(LifeNews/InfoCatólica) Para Gary Morgan, pastor bautista durante más de dos décadas, la Iglesia Católica fue durante gran parte de su vida un símbolo de todo lo que él rechazaba. Criado en un entorno profundamente protestante, sus primeras impresiones de la fe católica fueron negativas. En una visita a la Catedral Metropolitana de Campinas, Brasil, cuando tenía 29 años y servía como misionero, el esplendor del templo le provocó un profundo rechazo. «La iglesia era muy grande y magnífica... Todo en esta escena ofendió mi sensibilidad protestante», recuerda Gary, quien interpretaba la opulencia como una explotación de los pobres en favor de una institución que, a sus ojos, parecía más preocupada por sus riquezas que por su fe.
Desde pequeño, su percepción de los católicos había sido moldeada por las fuertes creencias pentecostales de sus abuelos, los férreos principios bautistas de sus tíos y el fundamentalismo de su propia madre. A lo largo de su vida adulta, su postura hacia la Iglesia Católica fue de recelo, prejuicio y, como él mismo admite, de predisposición para «creer lo peor».
La formación bautista y el primer cambio
En 1993, Gary comenzó a estudiar en el Seminario Teológico Bautista de Kansas City, donde se encontraba en plena ebullición un conflicto conocido como las «Guerras Bautistas». Este enfrentamiento interno en la Convención Bautista del Sur dividió a conservadores y moderados, y aunque inicialmente Gary apoyaba al ala conservadora, los métodos poco cristianos que presenció lo hicieron replantearse sus convicciones. «Sentí en mis huesos que algo andaba mal», asegura.
Tras completar sus estudios, Gary regresó a Texas para pastorear en Panhandle, un pequeño pueblo rural. Poco después, aceptó liderar una «Cowboy Church» cerca de Dallas, donde encontró un nuevo propósito pastoral. Reuniéndose en un establo adaptado, la iglesia creció rápidamente y atrajo la atención de los medios. Durante 22 años, Gary fue una figura clave en este movimiento que llevó su mensaje a cientos de personas. Sin embargo, los cimientos de su fe bautista comenzaban a tambalearse.
Un viaje a Tierra Santa: El comienzo de una transformación
La primavera de 2019 marcó un punto de inflexión inesperado para Gary. Invitado por un miembro de su iglesia, emprendió un viaje a Tierra Santa que cambiaría su vida. Entre los lugares que visitaron, la Iglesia del Pater Noster en el Monte de los Olivos tuvo un impacto especial en su corazón. Los mosaicos del Padre Nuestro en diferentes idiomas y la diversidad de creyentes de todo el mundo lo hicieron reflexionar profundamente. «Esto era lo que Dios quería que fuera la iglesia: una familia compuesta por personas de todos los pueblos, tribus y naciones... La mayoría de ellos eran católicos», comenta Gary.
Aunque en ese momento no sacó conclusiones definitivas, su corazón comenzó a abrirse hacia una comprensión diferente de la fe. La experiencia lo dejó con un sentimiento de inquietud, como si algo nuevo estuviera germinando en su interior.
Pandemia y tensiones: La tormenta antes de la calma
La llegada de la pandemia de COVID-19 en 2020 trajo consigo nuevos desafíos para Gary como pastor. Las divisiones políticas y sociales se intensificaron, afectando incluso a su congregación. Las tensiones entre los feligreses por temas como el cierre de las iglesias o las medidas sanitarias lo dejaron emocionalmente agotado. Además, en medio de este contexto, su hijo Jonathan, un ateo confeso, se convirtió inesperadamente a la fe ortodoxa, lo que llevó a Gary a interesarse por aprender más sobre la tradición cristiana primitiva.
Comenzó entonces a leer los escritos de los Padres de la Iglesia, textos que cambiarían por completo su perspectiva. «Me enfrentaba a la posibilidad impensable de que el catolicismo pudiera ser lo verdadero», admite. Las palabras de los primeros creyentes resonaban en él, desafiando sus fundamentos protestantes.
Un corazón convertido
A medida que Gary profundizaba en sus estudios, su mente y su corazón se transformaban. Aunque no podía precisar exactamente cuándo ocurrió su conversión, reconoce que su corazón se adelantó a su razón. Fue entonces cuando decidió acercarse a la Coming Home Network, una organización dedicada a acompañar a pastores en su camino hacia la fe católica.
Al compartir su cambio de corazón con su esposa, encontró en ella una disposición a escuchar, aunque con reservas. Juntos comenzaron a asistir a misa y a participar en actividades católicas. En el Domingo de Ramos de 2023, Gary predicó su último sermón como pastor bautista y, poco después, fue recibido junto a su esposa en la Iglesia Católica durante la Vigilia Pascual.
Hoy, Gary trabaja como Coordinador de Formación en la Fe para Adultos en su parroquia. Reflexionando sobre su trayectoria, asegura: «Requirió una tormenta perfecta, pero estoy muy contento de que Dios, por su gracia, la haya enviado, porque ahora estoy en casa».