(Katolisch/InfoCatólica) El presidente de la Conferencia Episcopal Alemana (DBK) y del Comité Sinodal, el obispo Georg Bätzing, elogió el ambiente de trabajo durante el inicio de la tercera sesión del órgano en Wiesbaden-Naurod. «La sinodalidad no es una representación teatral», afirmó Bätzing el viernes en un comunicado de prensa. «No se trata de interpretar el papel de la “prima ballerina” o de desempeñar los mejores papeles, sino que la sinodalidad implica trabajo, confrontación, esfuerzo, búsqueda de consensos y disposición al compromiso».
El obispo también hizo referencia a la sesión final del Sínodo sobre sinodalidad celebrado en Roma, de la que afirmó haber recibido «un impulso positivo» para el Comité Sinodal. Según explicó, en los debates de Roma destacó la «intensidad» con la que se abordó el proceso de toma de decisiones en la Iglesia, dejando claro que los responsables últimos son los obispos. «El sínodo describe este proceso en el documento final como una estrecha relación entre consulta y decisión», señaló. Además, subrayó que la consulta no es meramente un acto formal:
«El sínodo lo dice claramente, no se trata solo de consultar, sino de una participación que define los parámetros para quienes tienen la responsabilidad de decidir».
Dimisión inesperada de los acompañantes espirituales
Bätzing calificó como «sorprendente» la dimisión de los dos acompañantes espirituales del Comité Sinodal, la hermana Inga Kramp y Peter Hundertmark, que manifestaron como razón de su decisión que su actividad había provocado malentendidos y desconfiazan. Según explicó el obispo, se había acordado con ambos evaluar su trabajo antes y después de la segunda sesión del comité en Maguncia. «La acompañamiento espiritual es un elemento esencial para el Comité Sinodal», afirmó el obispo. En comparación, mencionó que en el Sínodo Mundial, la orientación espiritual se limitó a «conferencias y una oración al principio y al final». «Nosotros buscamos algo más», añadió.
Stetter-Karp: «Los que daban por muerto al Comité Sinodal, se equivocaron»
Por su parte, Irme Stetter-Karp, presidenta del Comité Central de los Católicos Alemanes (ZdK) y del Comité Sinodal, destacó que la participación de mujeres y hombres laicos con derecho a voto en el Sínodo Mundial «dio un impulso positivo a las votaciones». Este paso, promovido por el Papa Francisco, demuestra que es consciente de la crisis que atraviesa la Iglesia. Sin embargo, la presidenta subrayó que habría preferido una paridad real entre personas con y sin ordenación en estos procesos.
Stetter-Karp también enfatizó la urgencia de reformas dentro de la Iglesia: «Queremos el cambio. Ser cristiano no está hecho para quedarse quieto», declaró. Dirigiéndose a quienes consideran al Comité Sinodal como una causa perdida, afirmó: «Los que daban por muerto al Comité Sinodal, se equivocaron». Además, reiteró que esperan que los obispos implementen las resoluciones del Comité en sus diócesis. «Todavía queda por definir cómo se garantizará esa obligatoriedad», admitió, añadiendo que el derecho canónico no es «inamovible ni fue creado para durar milenios».
Debates y temas clave de la sesión
El Comité Sinodal celebra sus reuniones el viernes y sábado en la Casa Wilhelm-Kempf en Wiesbaden-Naurod. Entre los temas principales figuran los resultados del Sínodo Mundial en Roma, así como los informes intermedios de las tres comisiones creadas en primavera para evaluar los avances del Camino Sinodal, desarrollar sus propuestas y analizar la sinodalidad como principio estructural de la Iglesia y la posible creación de un Consejo Sinodal.
Cuatro obispos renunciaron a participar
Cabe recordar que el pasado mes de noviembre, los obispos Gregor Maria Hanke (Eichstätt), Stefan Oster (Passau), Rudolf Voderholzer (Ratisbona) y el cardenal Rainer Maria Woelki (Colonia) reiteraron su negativa a participar en el Comité Sinodal alemán y reafirmaron su desacuerdo con los métodos y objetivos del Camino Sinodal de la Iglesia en Alemania.
El Comité, concebido como espacio para decidir sobre cuestiones de gran relevancia, ha sido rechazado por el Vaticano, que insiste en que dicho órgano no puede competir con la autoridad de la Conferencia Episcopal.