(SIC/InfoCatólica) «Jesús llega tan cerca de nosotros –ha explicado el Papa Benedicto XVI– que podemos mantener con Él una relación de confianza, de profundo cariño, como la que mantenemos con un recién nacido. Viene a nosotros sin armas, sin ninguna fuerza; no tiene intención de conquistar al hombre desde el exterior, sino ser acogido libremente por él. Dios se ha hecho niño para vencer con el amor el orgullo, la violencia, la sed de posesión del hombre».
Concluyó el Papa exhortando a rezar «a Dios para que ponga en nuestros corazones la simplicidad que nos hará que reconozcamos al Señor en el Niño recostado en el pesebre».
Resumen en español y saludo espedial a los enfermos, los jóvenes y los recién casados
Este ha sido el resumen que de su catequesis ha hecho el Santo Padre en español para los peregrinos de nuestra lengua presentes en el aula Pablo VI, que han participado en la audiencia:
«Al acercarse la Navidad, la Iglesia nos invita a disponernos con fervor y sencillez a la celebración del nacimiento del Salvador. La liturgia de esta fiesta fue afianzándose con el correr del tiempo. El primero que afirmó que Jesús nació el 25 de diciembre fue Hipólito de Roma, allá por el siglo tercero. Pero la atmósfera particular que se respira en esta celebración navideña fue favorecida sobre todo por san Francisco de Asís, debido al especial amor y devoción que este santo profesaba al misterio de la encarnación del Hijo de Dios. Tomás de Celano, el biógrafo de san Francisco, narra la intensidad con la que vivía y celebraba el pobrecillo de Asís la noche de Navidad, a partir de la experiencia maravillosa que tuvo ante el pesebre en Greccio»
Antes de finalizar la Audiencia General, como cada miércoles, el Santo Padre se ha dirigido a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados:
«A pocos días de la solemnidad de Navidad, que el amor, que Dios manifiesta a la humanidad en el nacimiento de Cristo, haga crecer en vosotros, queridos jóvenes, el deseo de servir generosamente a los hermanos. Que sea para vosotros, queridos enfermos, fuente de consuelo y de serenidad. Y que inspire en vosotros, queridos recién casados, la consolidación de vuestra promesa de amor y de reciproca fidelidad».