(La Vereda/InfoCatólica) Permitir que se utilice un templo católico para inaugurar un festivar de cine de terror es algo que sobrepasa la capacidad de entendimiento de cualquiera que se precie de ser cristiano y católico, pero eso es lo que la curia de la archidiócesis de Buenos Aires ha hecho esta semana.
La apertura del festival estuvo marcada por la proyección del clásico argentino «Si muero antes de despertar», una obra de suspense dirigida por Carlos Hugo Christensen en 1952.
Antes de la proyección, Meri Lucewicz, una de las organizadoras del festival, compartió su entusiasmo en declaraciones al medio La Vereda:
«Nos estamos preparando emocionados y muy a tono con lo que son unas Bodas de Plata. Estamos en una iglesia, felices por esta convocatoria y porque tanta gente tiene ganas de venir no solo hoy, sino también al festival».
Cine nacional e internacional
El BARS se extenderá hasta el próximo 8 de diciembre en el Multiplex Belgrano, ubicado en Vuelta de Obligado 2238. Este año, el festival ofrece una vasta programación, con 63 largometrajes, de los cuales 28 son de producción argentina, además de una amplia selección de cortometrajes.
«Es posible hacer una ruta de largometrajes y cortometrajes argentinos ya de por sí», subrayó Lucewicz, destacando el papel protagonista del cine nacional en esta edición especial.
Por su parte, las propuestas internacionales abarcan desde un musical procedente de Estonia hasta películas de zombis con matices dramáticos, con una destacada presencia de cine asiático. Entre los títulos más esperados se encuentran «La invasión Japón», compuesta por dos producciones japonesas; la película china «A Place Called Silence»; y la surcoreana «Exhuma». «Me parece interesante sentarse a ver un cine que quizá en casa no te animas a descubrir», comentó Lucewicz.
La Iglesia
La iglesia de San Ignacio de Loyola, donde tuvo lugar la apertura del Festival Buenos Aires Rojo Sangre, es un lugar emblemático de Buenos Aires. Se encuentra en el corazón del barrio de San Telmo, dentro del conjunto histórico conocido como Manzana de las Luces, uno de los sitios más antiguos y significativos de la ciudad.
Inaugurada en 1722, es la iglesia más antigua de Buenos Aires que aún se conserva en pie. Fue construida por los jesuitas y dedicada a San Ignacio de Loyola, el fundador de la Compañía de Jesús. Su arquitectura representa un claro ejemplo del estilo barroco colonial, con influencias europeas adaptadas al contexto sudamericano.
Cuando los jesuitas fueron expulsados de los territorios coloniales por orden de la Corona española en 1767, la iglesia quedó bajo el control de otras órdenes religiosas. Durante su larga historia, el templo ha sido testigo de momentos clave, como la defensa de la ciudad durante las Invasiones Inglesas de 1806 y 1807, cuando sirvió como punto estratégico para la resistencia criolla.
Características arquitectónicas
El edificio destaca por su fachada sobria pero majestuosa, con dos torres campanario y un diseño simétrico que resalta su carácter religioso. En su interior, el altar mayor y las capillas laterales están ricamente decorados, combinando elementos barrocos con detalles de arte sacro típicos de la época colonial.
Entre sus particularidades más fascinantes, se encuentra la presencia de túneles subterráneos que conectan la iglesia con otros puntos de la ciudad. Estos pasajes, parte de la Manzana de las Luces, se usaron para actividades comerciales, militares y religiosas, y hoy en día son un atractivo turístico.