El ex primer ministro británico Gordon Brown pide que no se legalice el suicido asistido

Fue también líder de los laboristas del 2007 al 2010

El ex primer ministro británico Gordon Brown pide que no se legalice el suicido asistido

Gordon Brown, ex primer ministro británico labortista, ha manifestado su oposición a legalizar al suicidio asistido, destacando los riesgos para los vulnerables y el impacto ético en la sociedad. Basado en su experiencia personal tras la pérdida de su hija, aboga por fortalecer los cuidados paliativos, criticando las insuficiencias del sistema actual. Su voz se une a la de los dos miembros más veteranos de la Cámara de los Comunes, Dianne Abbott y Edward Leigh.

(LSN/InfoCatólica) La oposición a la legalización del suicidio asistido crece en el Reino Unido, con figuras destacadas de diferentes ámbitos políticos uniendo fuerzas para advertir sobre los riesgos del proyecto de ley.

El pasado 20 de noviembre, Dianne Abbott, diputada laborista, y Edward Leigh, parlamentario conservador, ambos los miembros más veteranos de la Cámara de los Comunes, publicaron un artículo conjunto en The Guardian en el que afirman: 

«Nuestra ideología política no podría ser más diferente, pero estamos unidos contra este peligroso proyecto de ley sobre el suicidio asistido».

En su editorial, destacaron que las personas más vulnerables de la sociedad podrían ser las más afectadas si se aprueba la ley:

«La evidencia de otros países sugiere que quienes corren mayor riesgo cuando se legaliza el suicidio asistido son las minorías vulnerables... Estas personas, a diferencia de las élites privilegiadas acostumbradas a ejercer autonomía en todos los aspectos de sus vidas y que pueden permitirse cuidados paliativos de calidad, son las más propensas a resignarse a una muerte asistida contra su voluntad por no poder acceder al apoyo que necesitan».

Gordon Brown comparte una experiencia personal

Gordon Brown, ex primer ministro del Reino Unido y líder del Partido Laborista entre 2007 y 2010, se sumó al debate el 24 de noviembre con un artículo en el mismo medio. En él, recordó la dolorosa pérdida de su hija recién nacida Jennifer en enero de 2002 y cómo esa experiencia reforzó su compromiso con los cuidados paliativos:

«Los días que pasamos con ella, aunque sabíamos que no sobreviviría, son algunos de los más preciados de nuestras vidas... Esa experiencia no me convenció del caso a favor del suicidio asistido; me convenció del valor y la necesidad imperiosa de ofrecer buenos cuidados al final de la vida».

Brown argumentó que aunque algunos defensores del suicidio asistido actúan con compasión, existen cuestiones éticas y prácticas profundas que deben ser consideradas. Entre ellas, mencionó el equilibrio entre la autonomía personal y la protección de los valores fundamentales de la sociedad. También expresó su preocupación por las insuficiencias del sistema de cuidados paliativos en el Reino Unido, donde más de 100,000 personas mueren cada año sin recibir la atención especializada que necesitan.

Críticas al proyecto de ley

En su análisis, Brown señaló problemas específicos del proyecto de ley, como las protecciones inadecuadas contra las presiones, explícitas o implícitas, que podrían sentir las personas mayores o vulnerables:

«Ya hay un número alarmante de personas mayores de 60 años en Inglaterra y Gales –estimado en 375,000 al año– que son víctimas de abuso. Una ley de suicidio asistido podría cambiar subliminalmente la percepción social hacia las personas mayores, gravemente enfermas y discapacitadas».

También alertó sobre el efecto que la ley podría tener en las profesiones de cuidado, que podrían perder su rol exclusivo como protectoras de la vida, y sobre el peligro de una «pendiente resbaladiza», en la que las salvaguardias iniciales podrían erosionarse con el tiempo.

Apoyo a los cuidados paliativos

Brown subrayó la necesidad de fortalecer el sistema de cuidados paliativos, afirmando que más de la mitad de la población no confía en que el gobierno pueda garantizar su atención al final de la vida. Además, el 70% de los ciudadanos considera que el gobierno debería priorizar el desarrollo de estos servicios antes de considerar el suicidio asistido.

Con voces tan influyentes como Abbott, Leigh y Brown unidas en contra del proyecto de ley, el debate sobre el suicidio asistido se perfila como un tema central en el Parlamento británico en los próximos meses.

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