(Silere Non possum/InfoCatólica) Mons. José Mário Scalon Angonese, Arzobispo de Cascavel, se burló de la forma tradicional de tomar la comunión durante una Misa en la Parroquia Nossa Senhora Consolata en Cafelândia, Paraná, Brasil. El prelado afirmó que es escandaloso ver ministros de la Eucaristía dando la comunión en la boca, ya que «es algo medieval» e incluso dijo que «el Concilio Vaticano II nos enseñó que los adultos deben comer con las manos». Además, calificó como absurdo que un catequista enseñe estas prácticas del siglo pasado.
Son declaraciones muy graves y falsas. En primer lugar, es grave que un obispo cause escándalo de esta manera y afirme falsedades frente a jóvenes que se estaban preparando para recibir el sacramento de la confirmación de forma adecuada. En segundo lugar, lo que afirma es falso. El Concilio Vaticano II nunca declaró lo que el arzobispo mencionó. Las únicas indicaciones que la Iglesia ofrece sobre la forma de recibir el Cuerpo de Cristo, y que, además, no surgieron en la Edad Media sino mucho antes, indican que se debe comulgar en la boca, aunque, desde un indulto (*) que san Pablo VI dio a algunas iglesias locales en 1969, también es posible recibir la comunión en la mano.
Para entender mejor el clima que se vive en la Iglesia, hay que observar lo que ha sucedido en estas últimas horas. El video del arzobispo ha circulado entre los teléfonos móviles (ndr:celulares) de clérigos y laicos en Brasil. Algunas páginas en redes sociales publicaron el video denunciando la gravedad de estas palabras. En respuesta, una vez que el escándalo estalló, la parroquia eliminó el video de su página de Facebook y la Archidiócesis emitió un comunicado, firmado por algunos presbíteros afines al prelado, donde expresan su apoyo al arzobispo y acusan a los fieles de haber sacado la frase de contexto. Lamentablemente, no es posible decir que las frases fueron sacadas de contexto, ya que son graves por sí mismas y, además, la verificación no es posible porque el video de la celebración fue eliminado y es irreparable. ¿Por qué borrarlo si no hay nada de qué avergonzarse? En las publicaciones del comunicado en Instagram, hechas por la archidiócesis, se han eliminado todos los comentarios y se ha bloqueado la opción de hacer más.
En el comunicado en defensa del arzobispo, los sacerdotes escriben: «El Decreto conciliar Christus Dominus, sobre el múnus episcopal, sostiene que los obispos, legítimos sucesores de los Apóstoles, deben explicar la doctrina cristiana con métodos adecuados a las exigencias de los tiempos, esforzándose en utilizar los medios de los que disponemos hoy (cf. § 13). El contenido de la declaración de Dom José Mário expresa claramente su manera de comunicar de forma catequética y familiar». Lástima que olvidaron que el documento afirma precisamente que los obispos deben explicar la doctrina cristiana. No es doctrina cristiana afirmar que la comunión en la boca no es correcta.
¿Qué dice la Iglesia sobre la recepción de la Eucaristía?
«Si la Comunión se recibe solo bajo la especie de pan, el sacerdote eleva un poco la hostia y la presenta a cada persona diciendo: El Cuerpo de Cristo. El que va a comulgar responde: Amén, y recibe el sacramento en la boca o, en los lugares donde está permitido, en la mano, según su preferencia. La persona, una vez recibida la hostia sagrada, la consume inmediatamente», Ordenación General del Misal Romano.
«Aunque cada fiel tiene siempre el derecho de recibir, a su elección, la santa Comunión en la boca, si en las regiones donde la Conferencia Episcopal, con la confirmación de la Sede Apostólica, lo ha permitido, alguien desea recibir el Sacramento en la mano, se le debe distribuir la sagrada hostia. No obstante, debe cuidarse especialmente de que el comulgante consuma inmediatamente la hostia ante el ministro, para que nadie se retire llevando en la mano las especies eucarísticas. Si hay riesgo de profanación, no se debe distribuir la santa Comunión en la mano de los fieles», Redemptionis sacramentum.
Sin olvidar que los santos afirman: «Tocar las especies sagradas, distribuirlas con las propias manos, es un privilegio de los ordenados, que indica una participación activa en el ministerio de la Eucaristía», afirmaba San Juan Pablo II en la Carta Apostólica Dominicæ Cenæ del 24 de febrero de 1980.
Y el cardenal Medina Estévez, siendo prefecto del la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, escribió a un obispo de EE.UU en cuya diócesis algunos sacerdotes negaban la comuníón en la boca:
«La Congregación está efectivamente preocupada por la cantidad de quejas recibidas en los últimos meses desde diversas direcciones y considera que cualquier negativa de la Santa Comunión a un fiel por la forma en que se presenta constituye una grave violación de uno de los derechos más fundamentales del cristiano, precisamente el de ser asistido por sus Pastores a través de los Sacramentos (CIC 213)»,
Desgraciadamente, la pandemia por Covid, durante la que se llegó a recomendar e incluso prohibir la comunión en la boca por supuestas razones de salud, que en realidad no existían, ha sido utilizada en muchas partes como instrumento para acabar con la práctica tradicional de la comunión en la boca.
((*) Indulto de San Pablo VI
El indulto de Pablo VI sobre la comunión en la mano fue una autorización especial que permitía, en ciertas circunstancias, que los fieles pudieran recibir la comunión en la mano, en lugar de la boca, como era la práctica tradicional. En 1969, el Papa Pablo VI, a través de la instrucción Memoriale Domini, reconoció que la manera tradicional de recibir la comunión en la boca debía mantenerse como norma en la Iglesia, ya que simbolizaba un profundo respeto y reverencia hacia la Eucaristía.
Sin embargo, en respuesta a las peticiones de algunos obispos de distintos países, expecialmente Holanda, donde la práctica de recibir la comunión en la mano ya estaba extendida, Pablo VI concedió un indulto (excepción a la norma) que autorizaba la comunión en la mano bajo ciertas condiciones y solo en lugares donde esta práctica ya se había arraigado. Esto significaba que la comunión en la mano no se instauraba como norma, sino como una excepción aprobada solo en determinadas conferencias episcopales, previa consulta y aprobación de la Santa Sede.
Este indulto subrayaba que cada obispo debía aplicar la práctica con prudencia y responsabilidad, asegurando que no disminuyera el sentido de reverencia hacia el sacramento.