La Iglesia conmemora el 60 aniversario de la canonización de los mártires de Uganda

La pobreza en el Congo persiste a pesar de su abundancia mineral

La Iglesia conmemora el 60 aniversario de la canonización de los mártires de Uganda

Este año, la Iglesia celebra un hito significativo al conmemorar el 60 aniversario de la canonización de los mártires de Uganda. Este acontecimiento no solo recuerda su valentía, sino que también invita a reflexionar sobre los desafíos actuales que enfrenta África en términos de explotación y justicia social.

(VaticanNews/InfoCatólica) Este año, la Iglesia celebra el 60 aniversario de la canonización de los mártires de Uganda, quienes fueron canonizados por el Papa Pablo VI el 18 de octubre de 1964 en la Basílica de San Pedro, en Roma.

El cardenal Fridolin Ambongo, Arzobispo Metropolitano de Kinshasa en la República Democrática del Congo y Presidente del Symposium de Conferencias Episcopales de África y Madagascar (SECAM), ha realizado una dura reflexión sobre la explotación de los «minerales de sangre» en África, que, según dijo, ha causado la muerte de millones de personas, desplazamientos, violaciones de derechos humanos, guerras y pobreza endémica.

Al hablar sobre la experiencia de su país, el Cardenal Ambongo afirmó que la República Democrática del Congo es un claro ejemplo de explotación. A pesar de la abundancia de recursos minerales, la pobreza que enfrentan los congoleños es alarmante.

El Cardenal citó una declaración previamente emitida por los obispos congoleños: «En lugar de contribuir al desarrollo de nuestro país y beneficiar a nuestro pueblo, los minerales, el petróleo y los bosques se han convertido en las causas de nuestra desdicha. ¿Cómo podemos entender que nuestros conciudadanos sean despojados de sus tierras sin compensación alguna debido a las áreas otorgadas o vendidas a algún operador minero o forestal?».

Descubriendo el sufrimiento de las comunidades

El Cardenal Presidente de SECAM realizó estas declaraciones en una Conferencia celebrada en Roma y de forma online. Destacó las numerosas y desafiantes situaciones que enfrentan los habitantes de las aldeas, quienes están a merced de pandillas armadas, mercenarios y multinacionales mineras que buscan extraer minerales sin considerar el costo para la vida humana.

La conferencia, bajo el lema «La Sangre de los Santos Mártires, Semillas de Esperanza para una Ecología Integral», fue organizada como una iniciativa de la Congregación de los Misioneros de África, para conmemorar el 60 aniversario de la canonización de los Santos Mártires de Uganda.

«Muchas personas sufren y mueren a causa de la explotación de los recursos minerales en África. La extracción y transporte de estos minerales despojan y desplazan a las familias de sus tierras. A menudo, hay demoliciones violentas de hogares, contaminación del agua, polución del aire con metales pesados, liberación de cianuro a la naturaleza y graves daños a la producción agrícola, ganadera o pesquera», narró el cardenal.

El cardenal también comentó cómo los minerales de sangre, como aquellos que alimentan los smartphones del mundo y las baterías de los vehículos eléctricos, dejan un rastro de muerte y destrucción, creando un sentido de caos generalizado que, a su vez, alimenta un círculo vicioso de perpetua anarquía.

«El costo en vidas humanas por la explotación de minerales de sangre es muy alto en África. En realidad, la explotación de minerales críticos (estaño, tántalo, oro, tungsteno, etc.) y de minerales para la transición energética (litio, níquel, cobalto, etc.) da lugar a conflictos armados en varias regiones africanas. Estos minerales están presentes en las baterías de vehículos eléctricos, smartphones, laptops, etc. De hecho, bajo la instigación de multinacionales, grupos armados atrapados en un círculo vicioso de lógica financiera están luchando en varias regiones africanas. Las guerras permiten el control de las distintas minas; al mismo tiempo, la venta de minerales se utiliza para financiar más guerras. Esta exportación incrementa el riesgo de guerra porque apoya el financiamiento de grupos armados, aumenta la corrupción administrativa (de los funcionarios), alimenta el sentimiento secesionista de las poblaciones que se sienten abandonadas y hace que la población indígena sea vulnerable. Todo este mecanismo busca crear un caos generalizado que, especialmente, impide el desarrollo en las áreas afectadas», detalló el Cardenal.

A 60 años de la canonización de san Carlos Lwanga y sus compañeros, el cardenal Ambongo también habló sobre las lecciones aprendidas o «cuáles son los frutos del testimonio de estos valientes mártires de Uganda en el África de hoy».

Frente a las atrocidades, el cardenal arzobispo de Kinshasa resonó con el documento Evangelii Gaudium del Papa Francisco, que hace un llamado a las comunidades cristianas a ser discípulos misioneros que están permanentemente en misión (una Iglesia en salida). El Cardenal agregó que la Iglesia en África no puede permitirse el lujo de permanecer en silencio ante la explotación ilegal de los recursos minerales en el continente. Hizo referencia a los discursos de «Manos Fuera de África» del Papa Francisco realizados durante su viaje apostólico a la República Democrática del Congo en enero de 2023.

El prelado congoleño elogió a los cristianos y no cristianos, hombres y mujeres, laicos y consagrados que han decidido no quedarse de brazos cruzados ante las tragedias que se desarrollan en las regiones problemáticas de África.

Muchos de estos hombres y mujeres, «a riesgo de sus vidas y en nombre de los valores cristianos y humanos, denuncian estas situaciones, luchan por la justicia social, la paz, la dignidad humana y la salvaguarda de nuestro hogar común. Muchos pierden la vida, y la tierra continúa regando con la sangre de estos mártires modernos», expresó.

El cardenal Ambongo reiteró que una Iglesia africana en salida actuará como el Buen Samaritano, siempre al lado de los marginados y aquellos abandonados al costado del camino. Refiriéndose a la esperanza, la esperanza cristiana, señaló que es algo muy diferente de una esperanza ilusoria.

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