(C-Fam/InfoCatólica) Esta semana, un informe presentado ante la Asamblea General de las Naciones Unidas por la Relatora Especial sobre la Violencia contra la Mujer, Reem Alsaleem, ha desatado un encendido debate sobre la participación de atletas transgénero en deportes femeninos. Alsaleem pidió a los estados y a las autoridades deportivas que no permitan que «hombres que se identifican como mujeres» compitan contra mujeres y niñas en competiciones deportivas, argumentando que esto genera una ventaja física injusta y aumenta el riesgo de lesiones graves para las atletas.
Durante la presentación del informe, Alsaleem fue duramente criticada por delegados de varios países occidentales, incluyendo Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Países Bajos, Francia, México y Colombia, quienes la acusaron de usar un lenguaje «denigrante» hacia los atletas transgénero. Un diplomático estadounidense, visiblemente molesto y con un pin de corazón arcoíris en la solapa, afirmó que el discurso de Alsaleem fomentaba el acoso en línea, los abusos y la desinformación sobre género.
Alsaleem se defendió señalando que su enfoque es coherente con los principios de derechos humanos basados en hechos científicos. Insistió en que es correcto referirse a estos atletas como «hombres que se identifican como mujeres» y que las diferencias biológicas entre sexos no deben ser ignoradas en el ámbito deportivo. En su intervención, subrayó que los hombres tienen una «ventaja de rendimiento» debido a mayores niveles de fuerza y testosterona, lo que aumenta el riesgo de lesiones para las mujeres cuando compiten contra ellos.
El informe de Alsaleem también argumenta que la inclusión de atletas transgénero en deportes femeninos genera angustia psicológica entre las mujeres y niñas deportistas, al ver disminuidas sus oportunidades de competir en igualdad de condiciones, así como el acceso a becas educativas y otras oportunidades económicas. Además, mencionó la vulneración de la privacidad en vestuarios y espacios íntimos compartidos.
Alsaleem criticó el uso de supresores hormonales en atletas transgénero masculinos para permitirles competir en categorías femeninas, alegando que estos no eliminan las ventajas físicas asociadas al sexo masculino y que pueden tener efectos nocivos para la salud de los propios atletas.
El enfoque de Alsaleem ha generado controversia no solo por el impacto en las políticas deportivas, sino también porque desafía los fundamentos de las políticas de género respaldadas por Occidente y la propia ONU, que consideran el género como una construcción social independiente del sexo biológico. En su informe, Alsaleem defendió que el deporte femenino debe basarse en el reconocimiento del sexo biológico como una realidad objetiva y no solo en la identidad de género.
Diversos delegados de países como Rusia, Nigeria, Irán y Egipto expresaron su apoyo a Alsaleem, agradeciéndole por visibilizar las dificultades que enfrentan las mujeres en el deporte debido a las actuales políticas de inclusión transgénero.
Alsaleem concluyó su intervención afirmando que la controversia podría evitarse si las ligas deportivas y las autoridades reconocieran la importancia de no discriminar basándose en el sexo biológico, diferenciándolo claramente de la identidad de género. Citó el acuerdo de la Conferencia de Beijing de 1995, en el que se definía el sexo en su significado biológico ordinario, y recordó que el concepto de «género» no cuenta con la misma base legal en el derecho internacional de los derechos humanos.