P. Lusvardi, SJ: antes del bautismo somos criaturas de Dios y al bautizarnos nos convertimos en sus hijos

Ha escrito un libro sobre la necesidad absoluta del bautismo

P. Lusvardi, SJ: antes del bautismo somos criaturas de Dios y al bautizarnos nos convertimos en sus hijos

El P. Anthony R. Lusvardi, sj, profesor de teología sacramental en la Gregoriana ha escrito un libro sobre el bautismo de deseo y la salvación en la que expone la doctrina católica y sale al paso de errores como los de Karl Rahner, de quien gusta decir que su idea de «bautismo de deseo» no implica ni bautismo ni deseo. Fiel al carisma de San Ignacio y al Magisterio perenne de la Iglesia es entrevistado por CWR.

(CatholicWorldReport/InfoCatólica) El reverendo Anthony R. Lusvardi, S.J., es un sacerdote jesuita estadounidense que enseña teología sacramental en la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma. Tiene una licenciatura en Filosofía y Letras de la Universidad de Notre Dame, una maestría en Filosofía Aplicada de la Universidad Loyola de Chicago, una Maestría en Teología de Boston College, y una Licenciatura y Doctorado en Teología Sacra del Ateneo Pontificio de San Anselmo.

El padre Lusvardi es autor del libro Baptism of Desire and Christian Salvation, publicado recientemente por la Catholic University of America Press. En este libro, defiende la necesidad del bautismo sacramental en la Iglesia Católica para la salvación, en contra de los esfuerzos contemporáneos por restarle importancia.

Recientemente habló con Catholic World Report sobre el libro y su investigación sobre el bautismo.

¿Por qué eligió el bautismo como tema de su investigación doctoral y de su libro?

En mi labor pastoral como joven jesuita en la Reserva India Rosebud, me encantaba impartir los cursos de preparación bautismal para las familias jóvenes y los que se convertían a la fe. Pero también he notado que, en el catolicismo moderno, la cuestión de la «misión» puede ser especialmente delicada. Hablar de «convertir a la gente» parece inapropiado para muchos católicos hoy en día, pero es difícil conciliar esa actitud con lo que vemos en los Hechos de los Apóstoles, por ejemplo.

Gran parte de la inquietud sobre la evangelización —y, por lo tanto, la confusión acerca de la misión de la Iglesia— tiene que ver con la salvación de los no cristianos. Para un teólogo sacramental, la pregunta de si los sacramentos son necesarios es bastante fundamental.

Cuando consideré los estudios doctorales, conocía el concepto de «bautismo de deseo» y pensé que podría ser una forma de explorar todas estas cuestiones. Una vez que comencé a investigar el tema, me di cuenta de que todo el mundo estaba de acuerdo en que era importante, pero nadie había hecho un estudio crítico exhaustivo del asunto. Cuando estás buscando un tema para una tesis, ¡eso es el premio gordo!

¿Cuál es la fuente de la creencia de que no podemos ir al cielo sin el bautismo sacramental?

La creencia en la necesidad del bautismo para la salvación parece haber sido afirmada prácticamente de manera universal por la Iglesia antigua desde que tenemos evidencia. La creencia en la necesidad del bautismo está reflejada en el propio Nuevo Testamento, de manera bastante directa en pasajes como Juan 3:5 —«el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios»— y Marcos 16:16, e indirectamente en otros muchos pasajes. También está atestiguada en las primeras fuentes no bíblicas.

¿Qué es el «bautismo de deseo» y de dónde surge esta idea?

El bautismo de deseo es la doctrina según la cual alguien que desea ser bautizado pero se ve impedido de hacerlo por circunstancias fuera de su control aún puede salvarse. Creo que es mejor pensarlo como una consecuencia de la necesidad del bautismo, en lugar de una excepción a la regla.

Su libro sostiene que el bautismo de deseo es suficiente para que los «casos difíciles» lleguen al cielo. ¿Está sugiriendo que esos casos son limitados y no deben exagerarse? Si es así, ¿cuáles serían esos casos difíciles y por qué?

El caso clásico es el de un catecúmeno que muere inesperadamente antes de ser bautizado. Es precisamente un caso así el que llevó a San Ambrosio a articular por primera vez la idea del bautismo de deseo en el año 392 d.C. Otros casos difíciles a los que se enfrentaba la Iglesia primitiva —y a los que nos enfrentamos hoy en día— son los de quienes murieron antes de escuchar el Evangelio y los niños, tanto nacidos como no nacidos, que mueren antes de ser bautizados.

Cuando se trata de casos específicos, siempre habrá cierta incertidumbre porque nuestros deseos no son visibles. Así que puedes tener una prueba bastante sólida de un deseo si alguien se inscribe en el catecumenado y dice «quiero ser bautizado», pero no una certeza absoluta. Discuto algunos de los fundamentos que podríamos tener para creer que alguien podría desear implícitamente el bautismo en el libro, y, aunque creo que el bautismo de deseo es accesible en principio para todos, diría que, sí, esos casos parecen limitados.

En contraste, ¿podría sugerir qué casos hoy en día no calificarían como bautismo de deseo, aunque algunos teólogos deseen contarlos como tales?

Hablo de deseos que son demasiado débiles o genéricos para implicar el bautismo. Si alguien rechaza explícitamente el bautismo, no creo que puedas tomar en serio su libertad y aun así llamarlo bautismo de deseo. También creo que es importante evitar hipotetizar alternativas al bautismo. Un deseo implícito de bautismo no es lo mismo que una alternativa al sacramento.

Las ideas populares sobre la salvación la tratan como una recompensa por ser una buena persona, pero llevar una vida ética no es lo mismo que participar en el misterio pascual. La salvación significa más que simplemente «ser una buena persona» o «seguir tu conciencia».

La contraportada de su libro afirma que los teólogos de los últimos dos siglos han «tratado con inquietud, si no han ignorado por completo», la creencia tradicional católica en la necesidad del bautismo sacramental. ¿Puede darnos un ejemplo de esto?

Le dedico mucha atención a Karl Rahner debido a su gran influencia. Me gusta decir que su idea de «bautismo de deseo» no implica ni bautismo ni deseo. Vacía el concepto de significado, y no creo que ofrezca una respuesta convincente sobre cómo los sacramentos son útiles para la salvación.

Sin embargo, lo que podría sorprender a la gente es que Rahner no es único en este sentido; en muchos aspectos, es heredero de una forma de pensar sobre los sacramentos que surgió de un tipo particular de escolástica de los siglos XIX y XX, que veía los sacramentos más como formalidades legales que como una participación única en la humanidad y la acción salvadora de Jesús.

¿Cree usted que la mayoría de las personas que rechazan el bautismo católico no lo entienden, o cree que lo hacen más bien porque rechazan la vida moral a la que éste les llama?

Todos somos diferentes en cuanto a cómo tomamos decisiones y qué nos motiva. No creo que una teoría sobre el bautismo de deseo pueda depender de que las personas tengan motivos perfectamente puros para desear el sacramento o motivos completamente malintencionados para rechazarlo. La complejidad de nuestras motivaciones es parte de la razón por la que siempre habrá un elemento de incertidumbre cuando hablamos de deseo.

Los católicos reconocen la validez sacramental de los bautismos protestantes realizados según la fórmula trinitaria tradicional. ¿Puede alguien que haya sido bautizado válidamente fuera de la Iglesia Católica llegar al cielo más fácilmente que alguien que no haya sido bautizado? ¿Por qué o por qué no?

«Fácilmente» quizá no sea la palabra que usaría, pero creo que el bautismo, por su propia naturaleza, implica una unión plena con el Cuerpo de Cristo, la Iglesia. Podemos poner barreras a eso a través del pecado —incluyendo, supongo, cosas como la herejía y el cisma—, pero luego debemos tener en cuenta otras consideraciones morales, como la culpabilidad personal y los factores atenuantes. Mucha gente es protestante porque fue criada en esa tradición, no porque rechacen activamente la verdad del catolicismo. Así que, sí, creo que su bautismo ciertamente los pone en el camino de la salvación.

Como seminarista jesuita, usted enseñó clases de confirmación en una parroquia hispana de Chicago y trabajó en una reserva de indios Lakota Sioux en Dakota del Sur. ¿Qué aprendió sobre el bautismo en esas experiencias?

El bautismo es y sigue siendo un sacramento asombroso y transformador, pero en el catolicismo contemporáneo hemos caído en la mala costumbre de tratarlo como una formalidad. Creo que el proceso de conversión descrito en el Ritual de Iniciación Cristiana de Adultos es un paso en la dirección correcta. Ya no vivimos en una cultura que forme naturalmente a las personas como cristianos, por lo que necesitamos nuevamente —como en la Iglesia primitiva— un proceso de conversión anclado por el sacramento.

Como profesor de teología en la Universidad Gregoriana, ¿cuál es la enseñanza más importante que intenta transmitir a sus seminaristas sobre el bautismo sacramental?

Lo que Pablo dice sobre el bautismo en Romanos 6: el bautismo significa participar en la muerte, sepultura y resurrección de Jesús.

¿Cuál fue su mayor consuelo al investigar este tema?

Al profundizar en la historia teológica, entré en contacto con algunas de las mentes más brillantes que han existido, así como con cristianos muy ordinarios enfrentando problemas reales. Por ejemplo, leer algunas de las inscripciones en lápidas antiguas, que nos proporcionan evidencia de cuándo se bautizaban a los niños en aquella época, fue bastante conmovedor. Podía imaginar lo que pasaban los padres cristianos que perdían a un hijo hace 1500 años.

También es humillante (ndt:en el buen sentido del término) encontrarse trabajando en los mismos problemas que Ambrosio, Agustín, Tomás de Aquino y Roberto Belarmino. Me encontraba pidiéndoles ayuda en el proceso.

De hecho, Roberto Belarmino está enterrado en la iglesia de Sant'Ignazio, justo enfrente de la residencia jesuita donde vivía, y cuando me quedaba atascado, cruzaba la calle para conversar con mi hermano jesuita.

¿Cuál fue su mayor desolación?

A todos nos gustaría creer en el progreso y pensar que estamos mejor teológicamente que en el pasado, que la teología de hoy es más aguda y esclarecida que la de siglos anteriores. Desafortunadamente, a medida que mi investigación avanzaba, me di cuenta de que la evidencia no apoya esa narrativa. Tuve que aceptar eso.

Ha habido investigaciones excelentes en los últimos dos siglos, pero están mezcladas con lo que John Henry Newman llamaría «corrupciones» de la doctrina y lo que yo llamaría razonamientos defectuosos. A finales del siglo XX, los teólogos tendían particularmente a distorsionar la evidencia histórica para que encajara con conclusiones predeterminadas. Esas conclusiones podrían gustarme, pero un teólogo debe ser fiel a la revelación. Lo positivo es que darse cuenta de que la discusión sigue en curso significa que podemos reconocer y corregir algunos de nuestros errores y poner la teología católica sobre una base más sólida.

¿Qué podría sorprender a la gente sobre su libro?

Como me sumerjo profundamente en la historia, cuestiono algunas narrativas estándar. Algunas cosas que la gente podría considerar problemas modernos —por ejemplo, una tendencia a minimizar la importancia de los rituales religiosos— tienen raíces en la escolástica medieval. No es un análisis ni liberal ni conservador; hay algo en él que puede incomodar a todos.

Mi principal desafío para los teólogos modernos es que vuelvan a poner los sacramentos en el centro de nuestro razonamiento teológico.

Si pudiera sugerir una oración para fortalecer la fe de las personas en la necesidad del bautismo sacramental, ¿cuál sería y por qué?

La liturgia bautismal es magnífica, comenzando con el diálogo de apertura para la aceptación en el orden de los catecúmenos. «¿Qué pides a la Iglesia de Dios? La fe. ¿Qué te ofrece la fe? La vida eterna.»

Las oraciones sobre el agua, la letanía de los santos, la profesión de fe, los ritos explicativos: las riquezas de la liturgia bautismal son asombrosas.

¿Cuál es su pasaje favorito de las Escrituras sobre el bautismo y por qué?

Ya mencioné Romanos 6. Añadiría el bautismo de Jesús. El significado de nuestro bautismo se revela en el suyo, especialmente en las palabras del Padre: «Tú eres mi Hijo amado.» Antes del bautismo, somos criaturas de Dios, pero en el bautismo llegamos a participar en la filiación de Jesús. Nos convertimos, por adopción, en hijos e hijas de Dios. Y esto nos da nuestra identidad más importante, más fundamental. Se puede encontrar una respuesta a casi cualquier problema espiritual volviendo a ese don de la adopción como hijo o hija de Dios, o al menos se puede empezar a encontrar una respuesta allí.

¿Qué espera que la gente saque de su trabajo sobre este tema?

Lo que ocurre en los sacramentos es irreductible y único, porque son una participación en la acción singular de Jesús. Por eso, siempre es un error intentar inventar sustitutos para ellos. La misión de evangelizar es tan urgente hoy como lo fue para los apóstoles.

¿Algún pensamiento final?

El libro es académico, pero trato de mantenerlo accesible porque creo que es importante no solo para los especialistas, sino también para los pastores. Por ejemplo, propongo lo que creo que es una respuesta mucho más sólida a la pregunta de la salvación de los bebés que mueren antes del bautismo que la que la tradición ha dado hasta ahora.

Entrevista publicada originalmente en The Catholic World Report

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