(ACN/InfoCatólica) Dichas fuentes han relatado a ACN que los terroristas cortaron primero las redes móviles antes de asaltar el mercado local, donde mucha gente se había congregado después de la misa. Allí abrieron fuego indiscriminadamente, saquearon tiendas e incendiaron varios edificios, quemando vivas a algunas de las personas que se encontraban en su interior. Al día siguiente, los asaltantes regresaron para atacar al personal médico del hospital de la localidad y asesinar a los numerosos heridos que allí estaban. Dos días después, los terroristas invadieron nuevamente Manni, asesinando a todos los hombres varones que pudieron encontrar.
Muchas de las víctimas eran residentes de pueblos cercanos que habían sido previamente expulsados por los terroristas y que se habían refugiado en Manni. «La situación es más que aterradora», ha asegurado a ACN una de las fuentes locales. «No obstante, aunque los terroristas lo han quemado todo, ¡no han quemado nuestra fe!».
En un mensaje dirigido a los sacerdotes, personas consagradas y a laicos, el obispo de la diócesis de Fada-N’Gourma, Mons. Pierre Claver Malgo, califica el ataque de «barbarie», y expresa su «sincera compasión por todas las familias en duelo». Además, subraya que «cualquier amenaza contra la dignidad y la vida humanas no puede más que tocar el corazón mismo de la Iglesia», e insiste en la importancia de no desanimarse y mantener viva «la esperanza de un mañana mejor».
Constante deterioro de la seguridad
El ataque sufrido en Manni se enmarca en un contexto de constante deterioro de la seguridad en Burkina Faso, donde los grupos armados extremistas están intensificando sus ofensivas, dirigidas tanto contra las fuerzas de seguridad como contra la población civil. Desde hace varios años, Burkina Faso es el país de la región del Sahel donde se registra la mayor violencia extremista. A finales de agosto, el país vivió en Barsalogho el peor ataque terrorista de su historia, a fecha de hoy se estima que fueron asesinados allí al menos 400 personas, según la información recabada por la fundación. Actualmente, en Burkina Faso hay más de dos millones de desplazados.
Según el análisis de las fuentes de ACN que siguen de cerca la situación en el país, los terroristas intentan dividir a una población que desde siempre se ha caracterizado por la convivencia pacífica entre musulmanes y cristianos. La Iglesia católica hace todo lo posible por mantener esas buenas relaciones. En respuesta a la creciente violencia, la fundación pontificia ha incrementado su ayuda de emergencia para Burkina Faso en los últimos años.