(Vatican.news/InfoCatólica) El tema es un versículo tomado del Evangelio de Juan, perteneciente al llamado «discurso de despedida», en el que Jesús prepara a los discípulos a vivir el misterio de la pasión y de la muerte, en la certeza de la resurrección.
Tierra de mártires
El Prefecto abrió su discurso subrayando cómo, después de Manila en 1995, la JMJ vuelve a Asia, a una tierra que es un «mosaico» de culturas, lenguas, creencias y tradiciones, donde los católicos constituyen el 11% de la población y representan a una Iglesia ciertamente minoritaria, pero «llena de vitalidad y de iniciativas de todo tipo» y «enriquecida por el testimonio heroico de tantos mártires» de los que «todavía emana una luz muy fuerte de fe y de esperanza».
Las oportunidades de la JMJ
La Jornada Mundial de la Juventud, prosiguió Farrell, presenta tres oportunidades: en primer lugar, es una ocasión para todos los jóvenes de un «redescubrimiento general de la belleza de la vida cristiana», que puede ser entonces «el terreno fértil para el florecimiento de muchas vocaciones, al matrimonio o al sacerdocio y a la vida consagrada», en beneficio de la Iglesia en Corea, del continente asiático y de la Iglesia universal. En segundo lugar, la apertura natural de Asia a la coexistencia de las culturas, al diálogo y a la complementariedad, será, según el Cardenal, «de gran ayuda a los jóvenes peregrinos en su camino de formación para convertirse en los mensajeros de paz del futuro, en un mundo tan desgarrado por los conflictos y los contrastes». Por último, el dinámico contexto asiático llevará a los jóvenes a reflexionar sobre el diálogo entre fe y modernidad: si la crisis climática, las desigualdades económicas, la revolución digital y la pérdida de sentido son las señas de identidad de las sociedades más desarrolladas, los jóvenes se verán estimulados a aportar su contribución personal para que la cultura contemporánea sea fermentada y transformada por el Evangelio.
El camino temático
El cardenal trazó a continuación un recorrido temático que desde Lisboa, sede de la anterior JMJ, acompaña todo el camino hasta Seúl: la invitación lanzada con ocasión del evento en Portugal a «levantarse y ponerse en camino» marca los momentos de una peregrinación interior que se detiene el próximo 24 de noviembre, solemnidad de Cristo Rey, en la habitual Jornada Mundial de la Juventud en las Iglesias particulares, sobre el tema «Los que esperan en el Señor, caminan sin cansarse» (cf. Is 40,31). En la misma fecha, durante la misa en la basílica de San Pedro, tendrá lugar el tradicional paso de los símbolos de la JMJ, la Cruz de los jóvenes y el icono de María Salus Populi Romani, para marcar el inicio oficial de la preparación espiritual de la Iglesia coreana para la cita de 2027. La Cruz -que es peregrina pero también jubilar, ya que fue confiada por San Juan Pablo II a los jóvenes al final del Año Santo de la Redención en 1984- será así llevada a Asia, acompañada del icono mariano. En el Año Jubilar de 2025, en el que los jóvenes están llamados a ser peregrinos de la esperanza en Roma, el tema de la 40ª JMJ elegido por el Santo Padre es «Vosotros también dais testimonio, porque estáis conmigo» (Jn 15,27). Tomado también del «discurso de despedida» de Jesús, el versículo es el puente hacia Seúl, donde «los jóvenes», espera el cardenal, «podrán encontrarse con el sucesor de Pedro para dar testimonio valiente de Cristo».
Un viaje colectivo para misioneros valientes
La historia de Corea y los periodos de persecución, pero sobre todo la fuerza de los primeros creyentes, que recibieron las semillas del Evangelio sin ayuda de misioneros, centraron el discurso de Peter Soon-taick Chung, Arzobispo de Seúl y Presidente del comité organizador local. El de Corea, explicó, será «un viaje significativo en el que los jóvenes, unidos a Jesucristo, reflexionarán y debatirán sobre los desafíos e injusticias modernos a los que se enfrentan» y una «celebración» que «permitirá a todos experimentar la cultura vibrante y enérgica creada por los jóvenes coreanos». A través de este «viaje colectivo», añadió el arzobispo, los peregrinos de la JMJ se convertirán en «valientes misioneros», inspirados a vivir la alegría del Evangelio que han encontrado.
El logotipo, entre el cielo y la tierra
Durante la rueda de prensa también se presentó el logotipo de la Jornada Mundial de la Juventud de Seúl, una cruz inspirada en el arte tradicional coreano formada por dos pinceladas, una hacia arriba y otra hacia abajo, que simbolizan el vínculo entre el cielo y la tierra, y el cumplimiento de la voluntad de Dios. Explicó los detalles, ayudado por un vídeo, monseñor Paul Kyung-sang Lee, obispo auxiliar de Seúl y coordinador general de la JMJ: el azul y el rojo -los colores de la bandera coreana- recuerdan respectivamente la vitalidad de la juventud y la sangre de los mártires, una referencia al tema del coraje, mientras que el amarillo que brilla detrás de la cruz representa a Cristo «Luz del mundo».
Iniciativas en Corea
A continuación, el prelado dio a conocer una serie de iniciativas y preparativos para la Jornada Mundial de la Juventud, como una campaña para ofrecer mil millones de rosarios, encuentros para jóvenes en 19 decanatos de la diócesis y los Premios Misterio de la Vida para animar a jóvenes estudiosos de la espiritualidad cristiana a compartir sus aportaciones académicas con la Iglesia universal. Por último, el coordinador general de la Jornada anunció que mil jóvenes peregrinos participarán en el Año Jubilar de la Juventud.
La experiencia de una joven coreana
Por último, Kim Suji Gabriella, una joven coreana que trabaja en el campo del marketing y la sostenibilidad, compartió su experiencia: «Después de vivir la Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia en 2016, tuve el honor de participar en el Sínodo itinerante con jóvenes en Roma en 2017 como delegada coreana. Esta valiosa experiencia de conocer e interactuar con el Papa y los jóvenes alimentó mi compromiso de servir a la Iglesia.» La joven, que comenzó su servicio como catequista, relata cómo la pandemia ha dispersado el rebaño, pero dice tener confianza: «A través de la JMJ de Seúl 2027, forjaremos un camino de unidad, esperanza, coraje y pasión, acogiendo a personas de todos los ámbitos de la vida, no solo a creyentes católicos, para caminar juntos en armonía».