(InfoCatólica) Mons. Burger subrayó que, aunque la Iglesia está inmersa en un momento de crisis y reestructuración, hay un aspecto esencial que a menudo se pasa por alto: la fe no puede ser fabricada. «Por mucho que nos gustaría, no podemos crear la fe», dijo el arzobispo, refiriéndose al evangelio del día, en el que Jesús deja claro que aquellos que realmente están en relación con él son los que «escuchan y cumplen la Palabra de Dios».
A lo largo de su homilía, Mons. Burger recordó las figuras de San Ruperto y San Virgilio, a quienes calificó como ejemplos de fe vivida. Ambos santos, obispos del monasterio benedictino de San Pedro en Salzburgo, dejaron una huella imborrable en la Iglesia mediante la predicación y la acción concreta. En particular, resaltó las iniciativas de San Ruperto, quien no solo fundó la diócesis de Salzburgo, sino que también ayudó a la población pobre mediante la promoción de la extracción de sal.
En este sentido, el arzobispo planteó una pregunta que consideró esencial: «¿Qué quedará de mi labor episcopal en comparación? ¿De la predicación? ¿De la acción concreta?» También abordó la actualidad, destacando la crisis de los refugiados en las fronteras europeas y el desafío que esto representa para la dignidad humana. El prelado insistió en la necesidad de conciliar la acción cristiana con las decisiones políticas, afirmando que «la inviolabilidad y el trato de la dignidad humana» deben estar en el centro de cualquier acción de la Iglesia.
Asimismo, instó a no caer en la tentación de aferrarse al pasado o buscar soluciones aislacionistas. «El intento de aislarse o la idea de un “pequeño rebaño” no nos llevará a ninguna parte», afirmó, destacando que la Iglesia debe concentrarse en su misión esencial: escuchar la Palabra de Dios y actuar según ella. En este contexto, el arzobispo también cuestionó el valor de las estadísticas anuales sobre la afiliación a la Iglesia, señalando que, aunque útiles, no reflejan necesariamente una «fe interiorizada y vivida».
Finalmente, Mons. Burger agradeció a todos aquellos que, en la Iglesia y en la sociedad, trabajan en la implementación de los valores cristianos a través del servicio caritativo y el esfuerzo por la integración, subrayando que «en esta implementación se muestra nuestro verdadero grado de parentesco con Jesús».
Concluyó su homilía pidiendo la intercesión de los santos Ruperto y Virgilio para que la Iglesia pueda seguir cumpliendo su misión en estos tiempos difíciles.
Texto de la homilía completo en Kath.net (en alemán)