(Vatican.news/InfoCatólica) Superar el malentendido en el que se cae al confundir la palabra «paz» con «solución», pero no perder la fe en encontrar vías «creativas» para alcanzar un alto el fuego que sigue siendo «no imposible». El Patriarca de Jerusalén de los Latinos, cardenal Pierbattista Pizzaballa, expresó su posición sobre el delicado conflicto de Oriente Próximo. La ocasión fue una mesa redonda titulada «¿Es posible la paz? La crisis de Oriente Medio», organizada en el marco de la fiesta de San Pío de Pietrelcina en el Santuario de San Salvatore Lauro de Roma.
Los invitados fueron el ministro de Economía, Giancarlo Giorgetti, y el recién elegido jefe de la Protección Civil, Fabio Ciciliano; moderó el encuentro el director editorial de los medios de comunicación vaticanos, Andrea Tornielli, quien comenzó recordando las palabras del Papa Francisco a su regreso de su largo viaje apostólico por el Sudeste Asiático y Oceanía, cuando, respondiendo a una pregunta sobre la cuestión de la guerra en Gaza, dijo que no veía pasos hacia la consecución de la paz. Tornielli recordó también los informes que hablan de un gasto, sólo en 2023, de más de dos mil milliones de dólares para la fabricación de armas, así como un cambio de paradigma en el lenguaje utilizado por los actores políticos, para quienes el recurso a las armas atómicas ya no es tabú.
Un conflicto que parece eterno
«¿Es posible la paz?» fue el leitmotiv que guió la conversación. El Ministro Giorgetti comparó las imágenes que llegan de Oriente Medio con las pruebas soportadas por el personaje bíblico Job. «El conflicto es tan recurrente que parece eterno. No podemos mentalizarnos de que la guerra es una condición ineludible», afirmó. «Los hombres de buena voluntad deben dialogar para lograr una coexistencia pacífica». Las consecuencias del conflicto, añadió el ministro, se extienden inevitablemente a la comunidad económica mundial y a su dinámica política.
El peligro de una escalada entre Israel y Líbano
Pizzaballa comenzó con una actualización sobre la reciente escalada entre Israel y Líbano. «El frente norte siempre ha estado caliente, no es nada nuevo que haya tensiones, pero en esta forma nos remontamos a 2006, cuando se produjo la entrada del ejército israelí en Líbano», dijo. Con el estallido del conflicto, Hezbolá intensificó sus ataques contra Israel, relató el cardenal, que habló de operaciones que se desarrollaron «de forma más o menos controlada hasta hace unos días».
La nueva fase «de mayor intensidad, que comenzó incluso antes de la llamada operación buscapersonas», es de lo que da cuenta la reciente crónica. Lanzamientos de cohetes desde Líbano que alcanzan Haifa y respuestas israelíes. «Es muy difícil comprender cuáles son las verdaderas intenciones de unos y otros», ordenó el Patriarca de Jerusalén, «hay intercambios de acusaciones, muchos anuncios, y es difícil comprender qué es real y qué no lo es. Pero es un hecho que existe, por parte de ambos y de diferentes maneras, la intención de llegar a una especie de 'lección' para el otro, con el fin de calmar a las poblaciones».
El sentimiento de «odio» que corroe Gaza
En el frente de Cisjordania, los enfrentamientos son «continuos» y provocan tensiones «muy fuertes». El sentimiento de «odio» surgido a raíz de los ataques no ayuda al proceso de paz, haciendo que la situación sea continuamente «explosiva», subrayó entonces Pizzaballa. No es una «Gaza 2», pero sigue siendo el escenario de una situación difícil.
Los cientos de cristianos de la Franja, en cambio, viven en una situación un tanto «privilegiada», ya que están acampados en iglesias. Disponen de una cocina comunitaria donde se preparan alimentos «dos veces por semana», para comidas que luego se compensan en parte con la ayuda humanitaria que consigue llegar.
No hay que subestimar, sin embargo, las carencias en materia de higiene, señaló el cardenal, así como el riesgo de contraer enfermedades como la polio, especialmente entre los más jóvenes. En el frente de la negociación, «la hay y la ha habido durante algún tiempo», dijo Pizzaballa: «La hay con Egipto, Qatar, Estados Unidos. Pero no funciona. Parece estar siempre cerca de una solución, pero nunca de la paz». Según el cardenal, sin embargo, es necesario seguir «trabajando»: «Todo lo que pueda aportar un mínimo de confianza es algo grande».
No confundir «paz» con «solución
Recordando los atentados del 7 de octubre, cuyo aniversario se acerca, el Patriarca de Jerusalén de los Latinos se refirió a aquel dramático día como un acontecimiento «inesperado», que se produjo justo cuando parecía que la situación en Oriente Medio estaba a punto de estabilizarse. La población israelí sigue «dentro» de aquellos trágicos sucesos, dijo: «Seguimos en la fase álgida del conflicto, pero debemos replantearnos el lenguaje, los criterios y las perspectivas». Sobre la posibilidad de un alto el fuego, no hay que confundir «la palabra paz con solución», dijo el cardenal Pizzaballa. «En estos términos, tiene poco sentido hablar de ello. En este momento en Israel se quiere ganar y la paz en este momento no es la victoria. Este es uno de los grandes malentendidos y no sólo en Tierra Santa».
La paz no es imposible
Sin embargo, la paz sigue siendo posible «porque es una elección». El cardenal profundizó en el tema, explicando cómo «la paz política, con dos partes que se ponen de acuerdo, no existe. Esto no significa que sea imposible. Las instituciones están paralizadas en este momento y la diplomacia es incapaz de influir decisivamente en el conflicto. Sin embargo, la sociedad no sólo se compone de instituciones, sino también de otras realidades. Sobre todo, la del voluntariado, presente a través de numerosos canales en Tierra Santa, «con la que se puede trabajar. Si algo he aprendido en este año, es que hay que prepararse para la paz. Ésta es fruto de la cultura y hay que prepararla en las escuelas, desde abajo, creando las oportunidades que puedan reconstruir poco a poco la confianza».
La necesidad y el valor de los testigos
«Las ciudades se pueden reconstruir», observó Tornielli, pero es más difícil «erradicar el odio que se ha creado en los niños y en las nuevas generaciones». Precisamente en este proceso, según Pizzaballa, será decisivo el diálogo interreligioso, que «no significa necesariamente amarse», sino encontrar soluciones para convivir. «Necesitaremos testigos, porque las cosas no cambian solas. Hace falta valor, quizá a veces incluso enfrentarse a la soledad». A continuación, se dedicó un pasaje de la conversación a la palabra «perdón». «No es fácil hablar de ello ahora. A nivel personal hay testimonios maravillosos de perdón, pero a nivel público hacen falta dinámicas diferentes. Son temas complejos y difíciles, pero requieren testigos capaces de llevar estas actitudes a la reflexión pública. Los cristianos, en este sentido, debemos estar equipados. Aunque seamos pocos, debemos ser capaces de mirar más allá».
Palabras de don Tonino Bello
Para concluir, una atención al lenguaje utilizado en contextos tan delicados, que con demasiada frecuencia se simplifica. Incluso detrás del teclado se utilizan «palabras muy duras». En este sentido, se recordaron las inolvidables palabras de don Tonino Bello: 'La guerra comienza cuando el rostro del otro se disuelve'.