(InfoCatólica) En su alocución, el Santo Padre recordó cómo los discípulos discutían sobre quién era el más grande, mientras Jesús les hablaba de su sacrificio. «Callaron por vergüenza», explicó el Papa, al señalar el contraste entre las palabras del Señor y las ambiciones de poder de sus seguidores. Jesús les respondió con una enseñanza clara: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos».
El Papa invitó a la reflexión sobre el significado del poder, indicando que «el verdadero poder es cuidar a los más débiles». Para ilustrarlo, mencionó el gesto de Jesús al acoger a un niño, símbolo de necesidad y fragilidad, y afirmó: «El que acoge a un niño en mi nombre, me acoge a mí». Con estas palabras, Francisco renovó el llamado a una vida basada en la humildad y el servicio desinteresado, recordando que «todos estamos vivos porque hemos sido acogidos».
Llamado a la paz y condena de la violencia
Después del Ángelus, el Papa expresó su dolor por el asesinato de Juan Antonio López, delegado de la Palabra de Dios y activista en Honduras. «Me uno al luto de esa Iglesia y a la condena de toda forma de violencia», afirmó, mostrando su cercanía a quienes luchan por el bien común y defienden los derechos de los más desfavorecidos.
El Pontífice también dirigió saludos a los fieles presentes, entre ellos peregrinos de Italia, Ecuador, México y Eslovaquia, y destacó la importancia de mejorar las condiciones de vida de los detenidos. «Debemos trabajar para que los detenidos estén en condiciones dignas. Todo el mundo puede cometer errores, pero estar detenido es para retomar una vida honesta», subrayó.
Finalmente, Francisco renovó su llamado a rezar por la paz, haciendo especial mención de Ucrania, Palestina, Israel y Myanmar, y lamentó las tensiones crecientes en los frentes de guerra. «Que se escuche la voz de los pueblos, que piden paz», concluyó.