(ACi Africa/Infocatólica) Según informó la BBC, el lunes 2 de septiembre de 2024, al menos 129 personas perdieron la vida durante un intento de fuga en la prisión de Makala. Ante estos hechos, los miembros de la Conferencia Episcopal Nacional del Congo (CENCO) emitieron un comunicado el miércoles 4 de septiembre, en el que subrayan las violaciones de derechos humanos que están teniendo lugar en distintas partes del país, particularmente en las regiones este y oeste. En su declaración, los obispos hacen un llamado a la justicia y al respeto de la dignidad humana.
«El suceso en la Prisión Central de Makala el lunes 2 de septiembre de 2024, que resultó en más de un centenar de muertos, muchos de ellos por disparos, así como varios heridos y casos de violación entre los prisioneros, obliga a la CENCO a reiterar su enérgico rechazo al desprecio por la vida humana en la RDC», señalaron los obispos.
Los prelados lamentan que la atención del país esté centrada en la guerra en el este y que la violencia esté aumentando en otras zonas. «Es más que deplorable tener que contar el número de muertos diariamente, ya sea por ataques o por errores de las Fuerzas del Orden y Seguridad, o por la negligencia de los servicios del Estado», añadieron.
Los obispos recordaron el trágico incidente del 30 de agosto de 2023, cuando la Guardia Republicana masacró a más de cincuenta seguidores de la secta ‘Wazalendo’ en Goma. También mencionaron la masacre más reciente del 15 de agosto de 2024, en la que una docena de jóvenes del movimiento religioso Mbidi fueron asesinados en Kilwa por elementos de las Fuerzas Armadas de la RDC y la Policía Nacional Congoleña.
Además, señalaron la tragedia ocurrida el 18 de agosto de 2024, cuando un barco ballenero se hundió en el río Lukeni, en la región de Maï-Ndombe, dejando un saldo de 25 muertos y 160 desaparecidos, como consecuencia de la negligencia de los servicios estatales responsables de la regulación de la navegación en los lagos y ríos.
«Condenamos sin reservas estos ataques despreciables contra la dignidad humana», afirmaron los prelados, expresando sus condolencias a las familias que han perdido a sus seres queridos en estas masacres y tragedias.
En su comunicado, firmado por el presidente de la CENCO, el arzobispo Fulgence Muteba Mugalu, los obispos destacan que el pueblo congoleño está profundamente herido y desolado: «las víctimas de la violencia armada, los hambrientos, entre otros».
«Es aún más doloroso observar cómo esta serie de eventos desafortunados viene acompañada por la letargia en las investigaciones por parte de las autoridades político-administrativas y militares, lo que roza con el abandono de la población a su suerte», añadieron los obispos.
A su juicio, estos hechos no son más que «la punta del iceberg» que oculta una tragedia mayor. Se trata de la «negligencia culpable, falta de cuidado y corrupción en el sistema judicial, falta de respeto por la vida humana y mala gobernanza».
Los obispos reiteraron su llamado al respeto por la vida sagrada y la dignidad humana, recordando que cada persona, incluso los presos, está hecha a imagen y semejanza de Dios. «La vida humana, un regalo de Dios, es sagrada. La dignidad de todo ser humano, incluido el prisionero, creado a imagen y semejanza de Dios, debe ser promovida y respetada».
Asimismo, instaron al sistema judicial de la RDC a respetar los derechos de los acusados y los procedimientos que rigen los arrestos, argumentando que esto también contribuiría a reducir el hacinamiento en las cárceles y evitaría encarcelamientos clandestinos. «Llamamos al Gobierno a cumplir con sus propios compromisos, especialmente en lo que respecta a la construcción de nuevas prisiones», señalaron.
Por otro lado, los obispos exhortaron a las fuerzas de seguridad a volver a su papel como «protectores de la población en lugar de opresores». También pidieron que las autoridades judiciales responsabilicen a quienes cometen violaciones de derechos humanos en todo el país.
Finalmente, animaron a los católicos y a las personas de buena voluntad a promover una «cultura de la no violencia» y el respeto por la vida humana, haciendo un llamado a la unidad nacional y la cohesión social para lograr una paz duradera. «Instamos a todos a trabajar por la restauración de una sociedad pacífica donde se respete la vida humana, y ofrecemos nuestras oraciones por las familias afectadas por estas tragedias abominables», concluyeron los obispos.