(Vatican.news/InfoCatólica) Nuestro mundo se enfrenta a dos graves crisis: «la deshumanización y el cambio climático». En esta premisa se basa la Declaración Conjunta de Istiqlal 2024, un documento que el Papa Francisco y el Gran Imán, profesor Nasaruddin Umar, firmaron este jueves 5 de septiembre en el contexto del Encuentro Interreligioso en la Gran Mezquita de Yakarta.
La Declaración señala con amargura que «la religión es a menudo instrumentalizada», lo que causa sufrimiento a muchas personas en un mundo cada vez más marcado por la violencia. Por tanto, se reitera que el papel de las religiones debe «incluir la promoción y protección de la dignidad de toda vida humana» y, ciertamente, no lo contrario. Al mismo tiempo, se denuncia el abuso contra la creación, «nuestra casa común», con «consecuencias destructivas como las catástrofes naturales» y el calentamiento global, que hacen de la crisis medioambiental «un obstáculo para la convivencia armoniosa de los pueblos».
La respuesta de las religiones a las crisis de nuestro tiempo
La Declaración también indica qué respuestas pueden dar las religiones, mediante un compromiso común, a estas graves crisis de nuestro tiempo. Además, señala que el «principio filosófico indonesio de Pancasila» puede ofrecer una valiosa contribución. El Papa y el Gran Imán nos instan a orientar los valores religiosos «a la promoción de una cultura de respeto, dignidad, compasión, reconciliación y solidaridad fraterna» para superar tanto la deshumanización como la destrucción del medio ambiente. Una tarea particular, se lee en el documento, recae en los líderes religiosos, quienes deben colaborar por el bien de la humanidad.
El diálogo interreligioso debe valorarse cada vez más
«Dado que existe una única familia humana global –afirma la Declaración Conjunta de Istiqlal–, el diálogo interreligioso debe ser reconocido como una herramienta eficaz para resolver los conflictos locales, regionales e internacionales, especialmente aquellos causados por el abuso de la religión». El Documento concluye, por tanto, con una invitación a todas las personas de buena voluntad a «preservar la integridad del ecosistema» para transmitir los recursos heredados a las generaciones futuras.