(IAA/InfoCatólica) El sello, que porta un nombre inscrito en escritura paleohebrea junto a una figura alada, fue hallado por un equipo liderado por los doctores Yuval Baruch y Navot Rom, quienes afirmaron que «el sello, hecho de piedra negra, es uno de los más hermosos jamás descubiertos en excavaciones en la antigua Jerusalén, y está ejecutado con el más alto nivel artístico».
El objeto, grabado con escritura en espejo, servía a su propietario tanto como amuleto como para firmar legalmente documentos y certificados. Presenta un corte convexo en ambos lados y un orificio perforado a lo largo, lo que permitía llevarlo colgado al cuello. En su centro, se representa una figura en perfil, posiblemente un rey, con alas, vistiendo una túnica larga y rayada, y caminando hacia la derecha. La figura, que tiene una melena de largos rizos cubriendo la nuca y un sombrero o corona en la cabeza, levanta un brazo con la palma abierta, sugiriendo quizá un objeto que sostiene. A ambos lados de la figura, se encuentra inscrito el nombre «LeYeho’ezer ben Hosh’ayahu» en escritura paleohebrea.
El doctor Filip Vukosavović, arqueólogo y asiriólogo de la Autoridad de Antigüedades de Israel, destacó la rareza del hallazgo: «Es la primera vez que se encuentra un “genio” alado – una figura mágica protectora – en la arqueología israelí y regional». Estas figuras de demonios alados son conocidas en el arte neoasirio de los siglos IX al VII a.C., donde se consideraban una especie de demonio protector.
Los investigadores creen que el objeto, en el que originalmente solo aparecía la imagen del demonio, era utilizado como amuleto por Hosh’ayahu, quien ocupaba un alto cargo en la administración del Reino de Judá. Tras su fallecimiento, su hijo Yeho’ezer heredó el sello y añadió su nombre junto con el de su padre, posiblemente para apropiarse directamente de las cualidades benéficas que creía que el talismán encarnaba.
El nombre Yeho’ezer es conocido en la Biblia (1 Crónicas 12:7) en su forma abreviada – Yo’ezer, uno de los guerreros del rey David. Además, en el libro de Jeremías (43:2) se menciona a un hombre con un nombre paralelo, Azarías ben Hoshaya, lo que refuerza la autenticidad del sello.
El profesor Ronny Reich, de la Universidad de Haifa, comentó que «comparando la forma de las letras y la escritura con otros sellos hebreos de Jerusalén, se observa que, en contraste con la cuidadosa grabación del demonio, la inscripción de los nombres en el sello fue realizada de manera descuidada. No es imposible que haya sido el propio Yeho’ezer quien grabara los nombres en el objeto».
Por su parte, el doctor Yuval Baruch, director de la excavación, señaló que este hallazgo es «una prueba más de las capacidades de lectura y escritura que existían en este período», sugiriendo que la alfabetización en esa época no era exclusiva de la élite, sino que estaba extendida al menos para las necesidades comerciales.
El Ministro de Patrimonio de Israel, el rabino Amichai Eliyahu, celebró el descubrimiento: «El hallazgo espectacular y único descubierto en las excavaciones abre otra ventana a los días del Reino de Judá durante el período del Primer Templo, y demuestra la importancia y centralidad de Jerusalén ya hace 2.700 años».
Más detalles sobre este raro sello de piedra serán presentados al público general la próxima semana en Jerusalén, el miércoles 4 de septiembre, durante la 25ª conferencia anual de investigación arqueológica «Ciudad de David».