(Fides/InfoCatólica) El cardenal Tagle recuerda en la entrevista concedida a la Agencia Fides que esta visita estaba planificada originalmente para 2020, pero fue postergada debido a la pandemia de COVID-19. Retomar ahora este proyecto es una muestra de la preocupación del Papa por las comunidades cristianas en regiones donde son minoría y enfrentan desafíos particulares. Para el purpurado, este viaje es un signo de la «cercanía paternal» del Papa hacia aquellas zonas que él mismo define como «periferias».
El cadenal descarta la idea de que Francisco prefiera Oriente a Occidente, recordando que el Papa ha visitado numerosos países, incluyendo muchas naciones europeas (ndr:no España, patria madre de Hispanoamérica), y que su intención es animar a los católicos en todos los contextos. Además, destaca que Asia es hogar de dos tercios de la población mundial, una región donde abundan los pobres y donde la atracción hacia el Evangelio sigue creciendo, incluso en medio de conflictos, guerras y persecuciones.
El cardenal también subraya que, aunque los cristianos son una minoría en muchos de los países que Francisco visitará, la invitación para recibir al Papa provino no solo de las Iglesias locales, sino también de las autoridades civiles y líderes políticos. Para ellos, la presencia del Papa es valiosa no solo por motivos de fe, sino también por su simbolismo como promotor de la convivencia pacífica y la fraternidad humana. En su papel de pastor, Tagle ha tenido contacto cercano con las Iglesias de la región, habiendo visitado Papúa Nueva Guinea en varias ocasiones, así como Indonesia y Singapur. Aunque nunca ha estado en Timor Oriental, ha mantenido estrechas relaciones con líderes eclesiásticos y laicos de ese país. El purpurado describe Asia como «un mundo compuesto de mundos diferentes», donde el cristianismo se encarna de maneras diversas y sorprendentes, y expresa su esperanza de que este viaje permita al Papa y a todos los involucrados experimentar la creatividad del Espíritu Santo en estos contextos.
Al analizar cada una de las etapas de la visita, Tagle resalta particularidades significativas. En Indonesia, país con la mayor población musulmana del mundo, la convivencia interreligiosa es un don del Espíritu Santo. Además recuerda cómo el primer presidente de Indonesia donó el terreno para una universidad católica, un gesto que simboliza la aceptación y fraternidad entre personas de diferentes religiones en la nación. Durante la Jornada de la Juventud en Asia, el cardenal observó cómo jóvenes musulmanes participaron como voluntarios, trabajando con gran respeto hacia la Iglesia, lo que refuerza la esperanza de que la visita del Papa impulse aún más la fraternidad interreligiosa.
En Papúa Nueva Guinea, el pro-prefecto del Dicasterio para la Evangelización destaca que la Iglesia local, aunque joven, ya ha dado a la Iglesia universal un mártir, Peter To Rot, quien fue catequista. En este país multicultural, las tradiciones tribales han mantenido una relación armoniosa con la naturaleza, al punto de que en algunas áreas, el agua de los ríos sigue siendo potable gracias a la sabiduría de estas comunidades. El purpurado menciona una experiencia personal durante la consagración de una nueva catedral, donde pidió agua y le ofrecieron agua del río, un ejemplo de la conexión profunda entre la gente y su entorno.
Timor Oriental, según Tagle, es un país donde la fe cristiana desempeñó un papel crucial durante la lucha por la independencia, y hoy la relación entre la Iglesia y el gobierno sigue siendo fuerte y positiva. La visita del Papa a este país es significativa, ya que refleja la historia compartida de lucha y paz con Indonesia, una paz que, aunque frágil, parece sostenible.
Finalmente, en Singapur, uno de los países más ricos y avanzados tecnológicamente del mundo, Tagle resalta la protección que el gobierno ofrece a todas las comunidades religiosas, garantizando la libertad y castigando severamente cualquier acto de irrespetuosidad hacia las religiones. Aunque admira el progreso del país, el cardenal advierte sobre la necesidad de mantener un equilibrio para que la aplicación de las leyes no termine contradiciendo los valores que estas deben proteger.
Por último, el cardenal también reflexiona sobre la relación entre martirio y misión. Señala que hoy en día existe una tendencia a reinterpretar la historia de las misiones bajo una óptica moderna, a veces juzgando a los misioneros del pasado con estándares actuales. Sin embargo, enfatiza que los misioneros fueron un regalo para la Iglesia y que su labor, muchas veces llevada a cabo en circunstancias adversas, debe ser vista como un acto de obediencia al mandato de Cristo de llevar el Evangelio hasta los confines de la tierra. El purpurado recuerda que muchos misioneros actuaron en contra de los intereses coloniales, siendo incluso martirizados por su fe. Para él, el martirio sigue siendo un testimonio poderoso de la fe, especialmente en aquellos lugares donde la persecución es una realidad. Concluye recordando que el objetivo del Dicasterio para la Evangelización es apoyar a las Iglesias locales, respetando sus contextos culturales y promoviendo la creatividad del Espíritu Santo en cada comunidad.
