(Mosaico/InfoCatólica) Según denuncias en algunas parroquias, las autoridades policiales han ordenado que las misas sean breves, limitándolas a apenas media hora. Además, se ha prohibido el sonido de las campanas para llamar a misa en las 28 parroquias de la diócesis, y los grupos eclesiales y laicos han dejado de reunirse en las iglesias.
También se han impuesto restricciones para visitar a los enfermos y llevarles la Comunión en varias comunidades, sumándose a la prohibición de procesiones y otras actividades masivas. Una de las prohibiciones en las que más insisten las autoridades es la de mencionar en las oraciones de las misas al obispo de la diócesis de Matagalpa y Administrador Apostólico de la Diócesis de Estelí, monseñor Rolando José Álvarez Lagos.
Un sacerdote en el exilio ha afirmado que «el odio y la furia» del régimen se dirigen principalmente contra monseñor Álvarez, quien, a pesar del destierro, sigue siendo visto por las autoridades como un líder espiritual que no han logrado doblegar. Según el mismo sacerdote, el régimen teme que el obispo continúe pastoreando ambas diócesis, lo que no quieren permitir.
A pesar de la dureza con la que el régimen ha tratado al clero y a la Iglesia, este sacerdote exiliado subraya que «mientras haya fieles que mantengan viva la llama de la esperanza, la Diócesis de Matagalpa seguirá siendo un símbolo de resistencia frente a la tiranía».
En 2020, la Diócesis de Matagalpa contaba con un clero robusto de 62 sacerdotes, sin incluir a ocho de una orden regular que no estaban listados. Sin embargo, la sistemática represión estatal ha mermado considerablemente su fuerza. El obispo de Siuna, monseñor Isidoro Mora, ahora desterrado, calificó a la Diócesis como «una cantera de la fe»