El Papa recibió en la Plaza de San Pedro a miles de monaguillos de varios países

XIII Peregrinación Internacional de Monaguillos

El Papa recibió en la Plaza de San Pedro a miles de monaguillos de varios países

Francisco recibió ayer por la tarde en la Plaza de San Pedro de la Ciudad del Vaticano a unos 50.000 monaguillos provenientes de 88 diócesis de 20 países que participan en la XIII Peregrinación Internacional de Monaguillos, organizada por la Asociación Internacional de Monaguillos Coetus Internationalis Ministrantium (CIM), que se desarrollará hasta el sábado 3 de agosto.

(Aica/InfoCatólica) Acompañado por el cardenal Jean-Claude Hollerich SJ, arzobispo de Luxemburgo, el Papa alentó a los presentes a que «conserven en su corazón y en su carne, como María, el misterio de Dios que está contigo, entonces serán capaces de estar con los demás de una manera nueva».

«Gracias por haber venido hasta aquí, como peregrinos, a compartir la alegría de pertenecer a Jesús, de ser servidores de su amor, servidores de su corazón herido que sana nuestras heridas, que nos salva de la muerte, que nos da la vida eterna», manifestó el Pontífice.

Un lema que abarca el misterio de la vida humana

Comentando el lema de esta peregrinación, «Contigo», Francisco aseguró que esto lo impactaba «porque dice todo en un vocablo, porque ofrece un espacio para el análisis y la búsqueda de los significados posibles. Es una expresión que abarca el misterio de nuestra propia vida, el misterio del amor».

«Cuando un ser humano es concebido en el vientre, la mamá le dice: 'No temas, yo estoy contigo'. Pero misteriosamente también la madre siente que esa pequeña criatura le dice: 'Estoy contigo'. Y esto, de modo parecido, vale también para el papá», manifestó.

Por otra parte, dirigiéndose de modo particular a los monaguillos, el obispo de Roma señaló que, «ese 'contigo' se nutre de nuevos significados, sobre todo, cuando realizan la experiencia de servicio en la liturgia, donde el primer sujeto, el protagonista de este 'contigo' es Dios. Jesús dijo: 'Donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, yo estoy presente en medio de ellos'.

«Esto se cumple en grado supremo en la Misa, en la Eucaristía: allí el 'contigo' se vuelve presencia real y concreta de Dios en el cuerpo y la sangre de Cristo. El sacerdote ve realizarse cada día este misterio entre sus manos; y también lo ven ustedes cuando sirven en el altar. Y cuando recibimos la Sagrada Comunión podemos experimentar que Jesús está 'con nosotros' espiritual y físicamente», destacó el Santo Padre.

Y agregó: «Él te dice: 'Yo estoy contigo', pero no con palabras, lo dice en ese gesto, en ese acto de amor que es la Eucaristía; y también vos, en la Comunión, podes decir al Señor Jesús: 'Yo estoy contigo', no con palabras, sino con tu corazón y con tu cuerpo, con tu amor. Precisamente gracias a que Él está con nosotros, también nosotros podemos estar verdaderamente con Él».

«Conservar en el corazón el misterio de Dios que está contigo»

En tanto, el Pontífice les explicó que «este es el punto clave, es decir, el 'contigo' que podemos dar a los demás. Así se puede realizar su mandamiento: 'Ámense como yo los he amado'».

Por ello, el Papa animó a los monaguillos a que conserven en su corazón y en su carne, como María, el misterio de Dios «que está contigo, entonces serán capaces de estar con los demás de una manera nueva».

«También vos, gracias a Jesús, siempre y sólo gracias a Él, podés decirle a tu prójimo 'yo estoy contigo', no con palabras, sino con las obras, con los gestos, con el corazón, con la cercanía concreta: llorar con los que lloran, alegrarse con los que se alegran, sin juicios ni prejuicios, sin cerrazones, sin exclusiones. También 'contigo', que no me resultas simpático; 'contigo', que eres diferente a mí; 'contigo', que eres extranjero; 'contigo', aunque sienta que no me comprendes; 'contigo', que nunca vas a la Iglesia; 'contigo, que decís que no crees en Dios», prosiguió.

Sobre el final del encuentro el Papa Francisco agradeció a los monaguillos que participan en esta peregrinación «por haber venido hasta aquí, a compartir la alegría de pertenecer a Jesús, de ser servidores de su amor, servidores de su corazón herido que sana nuestras heridas, que nos salva de la muerte, que nos da la vida eterna».

 

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