El cardenal Parolín pide a los ucranianos no perder la confianza en Dios aun en medio del horror de la guerra

Visitó el santuario mariano de Berdychiv

El cardenal Parolín pide a los ucranianos no perder la confianza en Dios aun en medio del horror de la guerra

El cardenal Parolín, secretario de Estado de la Santa Sede, visitó Ucrania y ofició una Misa en el santuario mariano de Berdychiv. El purpurado exhortó a los fieles a «no perder la fe aunque parezca que el mal tiene la ventaja».

(Aica/InfoCatólica) El cardenal se hizo eco del llamado a la paz del Papa y del pueblo ucraniano desde el santuario de Nuestra Señora del Monte Carmelo en Berdychiv, uno de los centros espirituales de la comunidad católica del país, querido por quienes profesan el rito latino:

«Nada es imposible para Dios», sostuvo el prelado, asegurando a los fieles que el Papa comparte el dolor de los ucranianos, a quienes extiende «su abrazo paternal». Es necesario llamar a «la oración incesante, para que Dios convierta los corazones de aquellos que, extraviados de sus caminos y convertidos en esclavos de su propia soberbia, siembran violencia y muerte, pisoteando la dignidad de hijos de Dios en los demás»:

«Debemos pedir verdaderamente al Señor, que es el médico celestial, que nos cure de estas enfermedades mortales y que ponga en lugar de un corazón de piedra un corazón de carne. Nunca perdamos la confianza y la esperanza en Dios, especialmente hoy, cuando parece que el mal tiene la ventaja, cuando los horrores de la guerra, el dolor de muchas víctimas y la destrucción masiva socavan la fe en la bondad divina».

El cardenal recordó que la Madre de Dios «está a nuestro lado en el cansancio de nuestras cruces personales y nos acompaña dulcemente hacia su gloriosa resurrección». Y por ello invitó a contemplar el icono de la Madre de Dios de Berdychiv, representada como Odighítria, es decir, la que conduce. Símbolo de ternura y amor, «ella es la anunciadora de la aurora», de Jesús, que es la Luz. Ella es el consuelo en la tristeza, dispuesta a ofrecer un refugio seguro.

La homilía fue pronunciada  íntegramente en ucraniano por Mons. Edward Kawa, auxiliar de la arquidiócesis latina de Lviv con excepción del saludo inicial y de la oración final a Nuestra Señora del Carmen recitada por el cardenal Parolin, en la que recordó el primer milagro que marcó la historia de este lugar de culto.

Fue en 1627, cuando Janusz Tyszkiewicz, gobernador de las tierras de Kiev y Zhytomyr, fue encarcelado durante una batalla contra los tártaros. Encadenado, prometió realizar una buena obra en honor de Dios y de la Virgen María si encontraba su libertad. Mientras dormía, se le aparecieron unos frailes desconocidos que rogaban a Dios y a la Virgen que lo liberaran. Una vez liberado, decidió construir un monasterio en Berdychiv para los monjes que había visto en un sueño y a quienes reconoció entre los carmelitas de Lublin tres años después.

La iglesia fue consagrada en 1642 y en el altar mayor se colocó el icono de Nuestra Señora de las Nieves, copia del que se conserva en la basílica de Santa María la Mayor de Roma, conocido como Salus Populi Romani. La reproducción fue donada por el propio Tyszkiewicz, quien hasta entonces la conservaba en su familia. En 1647, fue declarado milagroso por el entonces obispo de Kiev, quien fue sanado después de orar ante el icono.

Finalmente, el cardenal retomó una de las secuencias más importantes y conocidas dedicadas a Nuestra Señora del Carmen: la «Flos Carmeli» (Flor del Carmelo), atribuida tradicionalmente al santo ermitaño inglés Simón Stock. «Flor del Carmelo, vid floreciente, esplendor del cielo, sólo tú eres la Virgen Madre. Fuerte armadura de los combatientes, la guerra arrecia: poner el escapulario en defensa. ¡Oh llave y puerta del Paraíso, lleguemos a donde eres coronada de gloria!»

 

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