(KNA/InfoCatólica) «No me siento en condiciones de respaldar tales decisiones», declaró Oster en una entrevista publicada el miércoles en la página web de su diócesis de Passau. «En principio, estaría más a favor de que cada atleta pudiera competir bajo su propia bandera nacional», dijo el prelado aunque subrayó que, sin duda, los responsables habían meditado detenidamente su decisión a la vista de las guerras en el mundo.
«Básicamente, creo que es difícil trazar una línea a partir de qué punto un país está tan desacreditado que sus propios atletas ya no pueden practicar deporte bajo su bandera porque proceden de ese país», prosiguió Oster. «Hay bastantes países en el mundo donde hay opresión, guerra o persecución». Sin embargo, se traza una línea divisoria cuando se trata de Bielorrusia y Rusia. En diciembre del año pasado, el COI decidió que los atletas de Bielorrusia y Rusia sólo podrían participar en los Juegos Olímpicos de París bajo bandera neutral, debido a la actual guerra de agresión contra Ucrania.
Al mismo tiempo, espera que los Juegos de verano tengan un efecto pacificador. El obispo cree que habría sido muy bueno un alto el fuego durante las competiciones tanto en Ucrania como en Gaza. Sin embargo, es evidente que los Juegos no son lo bastante importantes para los gobernantes en guerra.
No obstante, el obispo espera que las Olimpiadas supongan un impulso para el entendimiento internacional.
A Mons Oster le interesa especialmente el judo, deporte que practicó «no sin éxito» de niño. Pero también seguirá los deportes de resistencia y el salto de altura.
Refiriéndose a sus propias experiencias con el deporte, Oster continuó diciendo que de niño no era un mal atleta y que recibía regularmente certificados de honor en los juegos juveniles nacionales. «Creo que el lanzamiento era la disciplina que más me apasionaba». No era un buen saltador de longitud y era mediocre corriendo. «Más tarde, de joven, también fui bastante rápido, pero luego volví a bajar el ritmo», admite riendo.