Paraguay se une en oración por el Siervo de Dios Julio César Duarte Ortellado
©Conferencia Episcopal Paraguaya

La devoción y el reconocimiento crecen en Paraguay por la figura del Padre Julio César Duarte Ortellado

Paraguay se une en oración por el Siervo de Dios Julio César Duarte Ortellado

La Iglesia Católica en Paraguay invita a todos los fieles a unirse en ferviente oración por la pronta beatificación del Padre Julio César Duarte Ortellado, Siervo de Dios cuyo legado espiritual sigue resonando tras 81 años de su partida terrenal.

(ACIPrensa/InfoCatólica) El 4 de julio, el Cardenal Adalberto Martínez Flores, Arzobispo Metropolitano de Asunción y Presidente de la Conferencia Episcopal Paraguaya, emitió un comunicado exhortando a todos los fieles del país a unirse en oración por la pronta beatificación del Siervo de Dios, el P. Julio César Duarte Ortellado, quien hace 81 años partió hacia la vida eterna. El arzobispo recordó solemnemente el legado espiritual del padre Duarte Ortellado y llamó a la comunidad católica a mantener viva su memoria y ejemplo de fe.

El cardenal Martínez Flores, quien es además el primer purpurado en la historia de Paraguay, hizo referencia a uno de los últimos anuncios del Vaticano, en el que se compartió la noticia de que 14 beatos católicos serían próximamente canonizados.

Expresó: «Santidad que tiene que ver con hombres y mujeres de fe que han sabido expresar en su vida el amor a Dios y el amor al prójimo», y destacó que dichos ejemplos de fe son «como el Siervo de Dios P. Julio César Duarte Ortellado, con sus virtudes y sus debilidades, pero que vivieron heroicamente según el espíritu de las bienaventuranzas».

También citó las palabras que este Siervo de Dios dijo a su madre: «De nada me servirá ser sabio y predicar bien y ser aplaudido por la gente, si no soy santo. El sacerdote, madre mía, es y debe ser otro Cristo».

Desde la perspectiva del arzobispo de Asunción, «la vida, las obras del padre Julio César nos muestran el camino del discípulo que da testimonio de su fe con obras, una fe operante, traducida en caridad, solidaridad, fraternidad, para la promoción de los más necesitados» y afirma que «hijo de nuestras tierras, el padre Julio César fue un hombre virtuoso, tanto en su dimensión humana como en su ministerio sacerdotal y su fecundo pastoreo al pueblo de Dios».

Posteriormente, con una de las oraciones creadas por el monseñor Celso Yegros Estigarribia, obispo de Carapeguá (Paraguay) por casi 30 años, invitó a los fieles a mantener la oración por «por la pronta beatificación del padre Julio»:

La oración decía así: «Dios Padre, Todopoderoso, te pedimos con mucha confianza crecer en la Fe, ser constantes en la Esperanza y perseverantes en el Amor. Tú concediste a tu siervo sacerdote Julio, constancia y fortaleza en el servicio sacerdotal a toda la Iglesia. Concédenos la gracia de ver reconocidos sus méritos, como modelo de vida cristiana y el honor de los altares. Otórganos imitar su ejemplo y amar siempre tu Voluntad. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

Historia y legado del padre Julio César Duarte

El padre Julio César Duarte Ortellado nació el 12 de abril de 1906 en Caazapá, Paraguay. Desde joven, demostró una inclinación hacia la vida religiosa y comenzó su formación en el Seminario Conciliar de Asunción a los 15 años. Después de completar sus estudios en el Pontificio Colegio Pío Latinoamericano en Roma, fue ordenado sacerdote por el Papa San Pío X el 27 de octubre de 1927.

De regreso a Paraguay en 1931, el padre Duarte Ortellado dedicó su vida al servicio de los necesitados. Contribuyó significativamente a la construcción del Hospital de Ybycuí y más tarde fundó el «Hogar San José» para niños huérfanos. Su vida estuvo marcada por su profunda caridad y su compromiso con los más vulnerables.

Una anécdota notable revela que el padre Duarte Ortellado predijo su propia muerte tres años antes de su fallecimiento en 1943, a los 37 años. Contrajo tifus mientras atendía a un soldado enfermo en Asunción, lo que eventualmente causó su fallecimiento el 4 de julio de ese año. Su legado perdura en la memoria de aquellos que lo conocieron y continúa siendo un ejemplo de fe y sacrificio para la comunidad católica en Paraguay.

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