(ACN/InfoCatólica) En el sur del Líbano, todos los días impactan proyectiles a raíz de la guerra de Gaza. También las zonas urbanas cercanas a la frontera israelí se ven especialmente afectadas: «Los ojos del mundo están puestos en la guerra de Gaza, pero apenas se informa en los medios de comunicación de la existencia de un conflicto armado en el sur de Líbano», señala Marielle Boutros, coordinadora de proyectos en el Líbano de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN). Y añade:
«Al igual que para la población de Gaza, esta no es la primera guerra que sufren los habitantes del sur de Líbano, que están traumatizados y ya no soportan el ruido de los proyectiles. Realmente necesitan nuestra oración».
Mons. Charbel Abdallah, arzobispo maronita de Tiro -una de las archidiócesis más antiguas del mundo-, ha declarado a ACN que, pese a que «estamos en guerra», la mayoría de las personas que huyeron a Beirut o más hacia el norte ya han regresado a sus hogares por falta de dinero y porque las pequeñas casas de los familiares que los acogieron no tienen capacidad para albergar a tanta gente. Así, a las diez parroquias cercanas a la frontera israelí -casi la totalidad de la arquidiócesis maronita de Tiro-, han regresado el 70% de los fieles. «En cambio, las parroquias de Alma el Chaeb y Quzah siguen prácticamente vacías porque todo su territorio es blanco de los ataques aéreos. Allí, gran parte de las casas han quedado completamente destruidas».
Sin sustento para el futuro
Según el arzobispo, los habitantes de esas diez parroquias ya no pueden recoger sus cosechas, pues ahora sus cultivos son zona de combate. Además, los numerosos incendios provocados por las bombas de fósforo han destruido una gran cantidad de campos de cultivo y árboles frutales, que permanecerán inutilizables durante años. Mons. Abdallah lamenta que todas estas personas, privadas de su única fuente de ingresos, no reciban ninguna ayuda del Estado:
«Ante tanta necesidad, el Estado está completamente ausente. La gente es cada vez más pobre y no puede llevar una vida digna. Además, debido a la grave inflación, apenas hay una cobertura por parte de la seguridad social para hospitalizaciones, visitas al médico o medicamentos».
Ante esta situación, Marielle Boutros se manifiesta profundamente impresionada por el valor y la lealtad de los numerosos socios de proyectos de ACN en el sur del Líbano: «Ninguno de ellos -obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas- ha abandonado la región ante el peligro permanente, porque consideran que es su obligación permanecer junto a la gente en su necesidad y ofrecerle apoyo y consuelo». Incluso los sacerdotes de las (dos) parroquias de Alma el Chaeb y Quzah, adonde se dirigen principalmente los ataques aéreos, permanecen sobre el terreno para fortalecer a los pocos creyentes que quedan allí.
El propio arzobispo Abdallah visita todos los domingos, y a veces durante la semana, a las parroquias afectadas por la guerra, a pesar de que durante sus visitas ya han caído dos veces bombas cerca de él. Después de la Misa se reúne con los fieles «para hablar con ellos de su situación». En estos tiempos difíciles, el arzobispo y demás agentes pastorales intentan dar testimonio de su fe con hechos antes que con palabras: «Intentamos mantener la vida espiritual de las parroquias celebrando todas las fiestas habituales, ya sean las del año litúrgico, las de los santos patronos o las primeras comuniones», cuenta el arzobispo. «También, después de estas celebraciones, escuchamos a la gente para ver cuáles son sus necesidades y para ayudar con nuestros modestos recursos». Según la experiencia de Mons. Abdallah, «estas visitas infunden gran ánimo en los fieles, pues así saben que la Iglesia no los abandona».
Para poder ayudar a la gente, esta Iglesia local -una de las más pobres del país- depende de apoyo externo. «Afortunadamente, hay organizaciones católicas como ACN y otras en el área», informa el arzobispo maronita, que está muy agradecido por la ayuda que le viene prestando Ayuda a la Iglesia Necesitada desde hace muchos años: «ACN proporciona cada mes a miles de familias necesitadas paquetes de alimentos, lo que supone una ayuda crucial. Además, cientos de enfermos reciben una ayuda mensual para la compra de medicamentos. Y, finalmente, la fundación pontificia también ha equipado un centro médico en una de nuestras parroquias más grandes para apoyar a las familias presentes. ¡Gracias a todos los benefactores por vuestra generosidad! ¡Por favor, rezad por nosotros y rezad para que esta guerra en Oriente Próximo termine lo antes posible!».