(InfoCatólica) Durante su intervención, Monseñor Auza explicó que la Agenda 2030, adoptada por las Naciones Unidas en 2015, es un programa ambicioso destinado a transformar el mundo en 15 años. Destacó que este documento, formalmente titulado «Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible», fue consensuado por 193 países miembros de la ONU.
Monseñor Auza subrayó la participación activa de la Santa Sede en las negociaciones de la Agenda 2030, a pesar de no votar en la ONU. En su intervención, recalcó que el Papa Francisco considera la agenda como una «importante señal de esperanza», siempre y cuando se implemente de manera justa y efectiva. Asimismo, destacó que, para la Santa Sede, el hombre debe ser el protagonista principal del desarrollo, un principio que está bien reflejado en el documento.
El Nuncio resaltó varios aspectos positivos de la agenda, que están en consonancia con la doctrina social de la Iglesia, como la lucha contra la pobreza y el hambre, la promoción de la igualdad de género, y el acceso universal a la educación. También elogió el objetivo de consolidar instituciones sólidas y la promoción de sociedades pacíficas, considerándolos esenciales para cualquier desarrollo sostenible.
Sin embargo, Monseñor Auza también expresó las reservas de la Santa Sede sobre la Agenda 2030. Entre las principales preocupaciones mencionó la amplitud de los objetivos, que con 17 objetivos y 169 metas, podría dispersar el enfoque sobre las necesidades más urgentes. Criticó las referencias a «derechos sexuales y reproductivos», que casi siempre incluyen el aborto, y la ambigüedad del término «género» en la agenda, lo cual podría contradecir la visión antropológica cristiana. Además, advirtió sobre el riesgo de «colonización ideológica», donde se imponen modelos de vida que no respetan las identidades culturales y religiosas, citando la ideología de género y el aborto como ejemplos específicos.
Auza también abordó las dificultades en la implementación de la Agenda 2030, resaltando la falta de priorización clara y la tendencia de los países donantes a imponer sus propias agendas. Criticó la dispersión de recursos y la carencia de un control riguroso sobre el uso de los fondos, lo que podría llevar a una aplicación ineficaz de los objetivos.
En su discurso, Monseñor Auza enfatizó que la paz es fundamental para la construcción de sociedades justas y desarrolladas. Destacó la importancia del Objetivo 16, que busca promover sociedades pacíficas y justas, como crucial para el éxito de los demás objetivos de la agenda. Lamentó que este objetivo sea frecuentemente ignorado en favor de otros más visibles o políticamente convenientes.
Para concluir, Monseñor Auza afirmó que, aunque la Agenda 2030 presenta grandes desafíos, también ofrece una oportunidad significativa para mejorar el mundo si se implementa con un enfoque ético y centrado en la dignidad humana. Instó a la audiencia a mantener la esperanza y a trabajar activamente para realizar estos objetivos nobles, asegurando que cada esfuerzo, por pequeño que sea, contribuye a construir un futuro mejor para todos.