(CatholicCulture/InfoCatólica) Ya están en marcha la entrega de las síntesis nacionales para la próxima fase del sínodo de la sinodalidad. Muchas miradas se dirigen a las conferencias episcopales con «más peso», que no solo tiene que ver con el aporte económico al mantenimiento de la Santa Sede sino con que los obispos que la forman se consideran más obispos que delegados territoriales de una multinacional. Entre ellas está la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB).
La publicación de la síntesis nacional cierra la etapa interina del sínodo siguió a la sesión de octubre de 2023 del Sínodo de los Obispos. En diciembre, el Sínodo de los Obispos pidió a las conferencias episcopales que celebraran sesiones de escucha; la USCCB, a su vez, sugirió que las diócesis celebraran sesiones de escucha durante la Cuaresma.
El 76% de las diócesis estadounidenses presentaron informes sobre más de 1.000 sesiones de escucha en las que participaron 35.000 personas.
«En el discernimiento de los frutos de las síntesis empezaron a surgir dos esperanzas básicas para la Iglesia: el Puerto Seguro de certeza y apertura y el misterio profético en el corazón de nuestra Comunión Ardiente», afirmaba el informe nacional de síntesis, añadiendo:
Los participantes en las sesiones sinodales de escucha reconocieron que el proceso sinodal ha desenterrado tensiones dentro de nuestra comunión, en la que algunos «se sintieron desafiados por la «indecisión» de la Iglesia, por la «falta de reverencia» y por la percepción de que la Iglesia está «cambiando los métodos tradicionales» y aceptando «cosas contrarias a nuestras reglas eclesiásticas» actuales» (Región III).
Del mismo modo, «algunos están muy preocupados por cómo responde la Iglesia al colectivo LGBTQ y a otras personas marginadas... otros quieren mantenerse firmes en la enseñanza de la Iglesia y no rehuir la verdad» (Región VIII). Muchos participantes expresaron que «el liderazgo en la Iglesia necesita ser claro sobre nuestra verdad; la confusión está llevando a la frustración y a la división entre los fieles» (Región VII).
«Esta etapa ha estado marcada por la curiosidad, la creatividad, los signos de maduración y el descubrimiento de tensiones que revelan el deseo de profundizar en las fuentes de nuestra esperanza y confianza», concluye el informe de 20 páginas. «Los participantes agradecieron repetidamente la oportunidad de compartir sus experiencias y escucharse unos a otros. Un tema importante expresado por muchos durante este tiempo fue la conciencia cada vez más profunda de cómo nuestra confianza en Dios se expresa en relación con nuestras imperfectas instituciones dentro de la Iglesia.»
Los obispos también participaron en su propia sesión de escucha.
«Fomentar las relaciones fraternas y la unidad con los sacerdotes y entre ellos se mencionó a menudo como una prioridad alta, pero desafiante», afirmaba el informe. «Se mencionaron diversos tipos de polarización que afectan al tejido de las diócesis y de la Iglesia en Estados Unidos en su conjunto... Algunas de estas polarizaciones son de origen político, otras de naturaleza más explícitamente teológica.»
Añadía el informe:
Los obispos hicieron una valoración generalmente positiva de las relaciones entre ellos y la Santa Sede. Varios señalaron, sin embargo, que el contacto directo con Roma no es muy frecuente, pero expresaron su aprecio por el trabajo del Nuncio Apostólico para fomentar un espíritu de comunión y facilitar la comunicación con la Santa Sede.
Los obispos expresaron cierta frustración por el hecho de que la comunicación entre los obispos y las oficinas de la Santa Sede podría ser mejor, ofreciendo el ejemplo de que en el pasado se les avisaba con antelación de un documento que sería publicado posteriormente por uno u otro de los dicasterios. Parece que esto ya no se hace tanto como antes.
A pesar de esta frustración, la experiencia de las visitas Ad Limina a Roma fue descrita como ocasiones de fraternidad y alegría.