(InfoCatólica) El ensayo del jesuita uruguayo Fernández Techera está causando un gran impacto. Distribuido por mensajería electrónica, y escrito hace dos años, constituye el primero de una serie que en principio era para uso interno («Ad Usum Nostrorum») pero cuya perspicacia está ayudando a mucha gente a entender mejor la deriva de la Compañía de Jesús. Los análisis son extensibles en muchos casos a la vida de la Iglesia.
Llama la atención su amor por la Compañía y por la Iglesia, y a la esperanza. En su segundo ensayo el propio autor se refiere a la trascendencia del boca a boca que ha tenido esta primera entrega
En primer lugar quiero agradecer las decenas de respuestas escritas y orales que recibí por el ensayo. Si antes de enviarlo tenía algunas dudas, el volumen y calidad de ecos que he recibido desde diversos puntos de América, Europa y alguno de Asia, me confirman ampliamente y han sido una fuente de gran consolación y paz espiritual. Recibí muchos comentarios de jesuitas que recibieron el ensayo directamente de mí, pero muchos otros de compañeros a los que llegó a través de otros miembros de la orden. Antes de dos semanas estaba traducido al inglés y eso hizo que se difundiera entre muchos más jesuitas de los previstos. Agradezco mucho al compañero estadounidense que se tomó el trabajo de hacerlo por su propia cuenta y riesgo. Gracias a todos por el apoyo, los comentarios, las críticas y la cercanía.
El P. Fernández Techera comienza su ensayo explicando sus motivaciones para escribirlo (aunque extenso su lectura es muy sugerente). Señala su insatisfacción con la situación actual de la Compañía de Jesús y su deseo de contribuir a su renovación. Cita el «Tratado de las cosas íntimas de la Compañía de Jesús» de Juan de Mariana, S.I., como inspiración, y plantea cuatro objetivos principales: describir la manera de gobierno de la Compañía, señalar sus errores, identificar los inconvenientes resultantes y proponer medios para solucionarlos.
Capítulo I: El Emperador está desnudo
El Rector de la Universidad Católica del Uruguay compara la situación de la Compañía de Jesús con la historia del emperador desnudo, donde todos, incluido el emperador, fingen admirar un traje inexistente por miedo a ser considerados tontos o inadecuados. De manera similar, argumenta que muchos jesuitas son conscientes de la decadencia de la orden, pero temen admitirlo públicamente por miedo a ser vistos como pesimistas, nostálgicos o conservadores.
Ejemplos de decadencia
Fernández Techera ofrece varios ejemplos para ilustrar la «desnudez» de la Compañía:
- Disminución de miembros: Desde 1965, el número de jesuitas ha disminuido drásticamente, pasando de 36,038 a 14,818 en 2022. Cada año, la Compañía pierde aproximadamente 300 miembros, lo que equivale al tamaño de una provincia grande. Además, señala que la mayoría de los jesuitas restantes son ancianos.
- Falta de autocrítica: Critica la falta de autocrítica en las Congregaciones Generales, donde se evita reconocer públicamente los fracasos y se produce poca reflexión honesta. Menciona la Congregación General 36 como un ejemplo de un evento mal preparado y poco efectivo, que resultó en un documento de solo nueve páginas considerado irrelevante por muchos jesuitas.
- Relato mitificado de la historia reciente: el autor señala que se ha construido un relato mitificado sobre la Compañía en las últimas décadas, especialmente en torno a la figura del padre Pedro Arrupe. Aunque reconoce las buenas intenciones y la espiritualidad del padre Arrupe, critica la idealización acrítica de su período como Superior General y su impacto en la actual crisis de la Compañía.
Desconexión entre discurso y realidad
El autor también destaca la desconexión entre el discurso oficial de la Compañía y la realidad vivida por sus miembros. Señala que a menudo se habla de renovación y vitalidad, mientras que en la práctica se observan prácticas manipuladoras y demagógicas en el gobierno interno de la orden. Esta desconexión se extiende también a la integración de los laicos en las obras de la Compañía, lo cual no se adapta bien a la estructura diseñada para varones célibes y consagrados.
Llamado a la honestidad y la renovación
Fernández Techera concluye el capítulo llamando a sus compañeros jesuitas a reconocer y admitir públicamente la crisis que enfrenta la Compañía. Insiste en que solo a través de una reflexión honesta y una autocrítica rigurosa se podrá superar la decadencia y revitalizar la misión de la orden en el mundo contemporáneo.
Capítulo II: ¿Por qué dudáis?
En este capítulo el P. Julio Fernández analiza el discurso de Pablo VI a la Congregación General 32 de la Compañía de Jesús y las implicaciones del mismo para la identidad y misión de la orden.
El jesuita describe cómo la alocución de Pablo VI a la Congregación General 32 le impresionó profundamente desde que la leyó en el noviciado. El contexto y las desavenencias entre el Papa y el Padre Arrupe, entonces Superior General, se relatan con detalle a través del libro del padre Urbano Valero, «Pablo VI y los jesuitas. Una relación intensa y complicada (1963-1978)».
Techera argumenta que la intervención de Pablo VI en 1975 salvó a la Compañía de Jesús al impedir que se modificara la «Formula Instituti», considerada la carta magna de la orden y garante de su carisma. Desde entonces, los sucesivos papas han mantenido la decisión de no modificar este documento, que es el más importante jurídicamente dentro de la Compañía y en base al cual deben interpretarse todos los demás.
La alocución de Pablo VI se estructuró en tres preguntas dirigidas a los jesuitas congregados:
1. «¿De dónde venís, pues?»: Esta pregunta aborda la identidad de los miembros de la Compañía de Jesús. Pablo VI hace una síntesis del carisma ignaciano y de los elementos esenciales de la orden: ser una orden religiosa, apostólica, sacerdotal, unida al Papa por un vínculo especial de amor y servicio, según lo descrito en la «Formula Instituti».
2. «¿Por qué dudáis?»: En esta pregunta, el Papa afronta la crisis de identidad que sufría la Compañía a finales de 1974. Se refiere a las dificultades internas y a la necesidad de reafirmar el compromiso con la misión original de la orden.
3. «¿Dónde vais, pues?»: Esta pregunta anima a la orden a continuar con fidelidad la renovación solicitada por el Vaticano II y la «Formula Instituti». Pablo VI exhorta a los jesuitas a mantener su identidad y misión apostólica en el contexto de los desafíos contemporáneos.
Conflicto entre Pablo VI y el Padre Arrupe
El capítulo detalla el conflicto surgido entre Pablo VI y el Padre Arrupe respecto a la prohibición de discutir e intentar modificar la «Formula Instituti». Este conflicto involucró a los congregados, quienes acataron la decisión del Papa, aunque sin comprender completamente sus temores y deseos de reorientar la Compañía. A pesar de esto, la Congregación General 32 produjo decretos importantes, aunque con ciertas reservas y puntualizaciones señaladas por la Santa Sede.
Fernández Techera concluye reflexionando sobre la incapacidad de la Congregación General 32 para asumir plenamente las orientaciones del Papa. Destaca la importancia de la identidad y misión de la Compañía, tal como fue reafirmada por Pablo VI, y critica la tendencia actual de la orden hacia una secularización que, en su opinión, amenaza con convertir a la Compañía en una ONG en lugar de mantener su carácter religioso y apostólico.
Capítulo III: La banalización del discernimiento
D. Julio analiza cómo el uso excesivo y a menudo superficial del término «discernimiento» ha afectado la práctica y la percepción de esta importante herramienta espiritual en la Compañía de Jesús.
La espiritualidad ignaciana y el discernimiento
El sacerdote jesuita comienza señalando que uno de los aportes más importantes de San Ignacio y de la Compañía de Jesús a la Iglesia ha sido la espiritualidad ignaciana, especialmente los Ejercicios Espirituales y la enseñanza del discernimiento de espíritus. Destaca que esta práctica ha dejado una impronta significativa en todos los miembros de la orden a través de los años, influenciando todos sus apostolados y siendo un elemento valioso para la comunidad eclesial.
Uso excesivo del término «discernimiento»
El teólogo e historiador uruguayo critica que hoy en día es difícil encontrar una carta de un provincial, general o cualquier documento de la Compañía que no contenga múltiples referencias al discernimiento, los Ejercicios Espirituales o la vida de San Ignacio. Sostiene que esta proliferación de referencias no necesariamente refleja una verdadera profundización en la espiritualidad ignaciana, sino que a menudo banaliza el concepto. Techera menciona que el término «discernimiento» se ha transformado en una muletilla, utilizada para dar autoridad o respetabilidad a decisiones ya tomadas.
Discernimiento comunitario
Fernández Techera analiza el concepto de discernimiento comunitario, introducido oficialmente en la Compañía con una carta del padre Pedro Arrupe en 1971. Sostiene que, aunque la idea es encontrar la voluntad de Dios a través de un proceso comunitario, en la práctica este método ha demostrado ser poco efectivo y mal comprendido. Señala que las actitudes individuales y comunitarias, como el individualismo, la reserva y la dificultad para asumir desacuerdos, están en contradicción con los requisitos básicos para un discernimiento comunitario genuino.
Críticas a la implementación del discernimiento
El autor critica cómo se ha implementado el discernimiento en común, destacando varios problemas:
1. Desconexión con la práctica histórica: A lo largo de 431 años de historia, el discernimiento comunitario no había sido una práctica común en la Compañía hasta la carta de Arrupe en 1971. Esta práctica era inexistente en la vida de San Ignacio y los primeros jesuitas, quienes tomaban decisiones mediante deliberaciones y mayorías de votos.
2. Dificultad para aplicarlo en contextos modernos: Techera argumenta que el discernimiento comunitario es difícil de aplicar en la vida moderna de la Compañía debido a la estructura jerárquica y las dinámicas de poder. La asimetría en las relaciones entre jesuitas y laicos, así como entre superiores y subordinados, complica la implementación de un verdadero proceso de discernimiento comunitario.
3. Banalización del término: El autor señala que llamar «discernimiento» a cualquier forma de toma de decisiones diluye su significado y valor. Esta banalización puede llevar a que se utilice el término para justificar decisiones ya predefinidas, desvirtuando así el verdadero sentido del discernimiento de espíritus ignaciano.
Fernández Techera concluye el capítulo destacando la necesidad de un uso más auténtico y menos superficial del discernimiento en la Compañía de Jesús. Insiste en que el discernimiento de espíritus, tal como lo enseñó San Ignacio, es una herramienta poderosa para buscar y encontrar la voluntad de Dios, pero advierte contra su uso excesivo y banalizado en los contextos administrativos y de gobierno de la orden.
Capítulo IV: Obediencia y gobierno
En este capítulo, Julio Fernández Techera, S.I., examina la naturaleza de la obediencia y el gobierno dentro de la Compañía de Jesús, abordando tanto su historia como su implementación contemporánea.
La obediencia en la Compañía de Jesús
El autor comienza destacando que San Ignacio consideraba la obediencia como la virtud característica de la Compañía de Jesús, dedicando muchas páginas a este tema en las Constituciones y su epistolario. La obediencia no solo se refiere al acto de obedecer órdenes, sino también a la cultura institucional y al respeto a la autoridad. Esta obediencia ha sido vista de manera positiva y negativa a lo largo de la historia, siendo un punto focal de la orden que configura su ser y hacer, tanto en el pasado como en el presente.
Estructura de gobierno
A diferencia de otras órdenes religiosas con un sistema capitular y rotativo en la autoridad máxima, la Compañía de Jesús fue diseñada como una monarquía absoluta, con un prepósito general vitalicio que posee toda la autoridad para el gobierno y el nombramiento de cargos subalternos. Aunque esta estructura no es una dictadura, ya que está limitada por las Constituciones y la legislación canónica, no es una organización democrática y participativa. Los órganos de participación en el gobierno son siempre consultivos y no resolutivos.
Desafíos contemporáneos
Fernández Techera señala que, aunque ha habido intentos de modernizar y democratizar la estructura de gobierno desde la Congregación General 31, estos esfuerzos han fracasado. Critica las prácticas manipuladoras y demagógicas en el gobierno interno de la orden, que pretenden dar una impresión de participación y escucha, pero en realidad mantienen un sistema centralizado y jerárquico. Esto es particularmente problemático en un contexto donde la mayoría del personal de las obras de la Compañía son laicos y no jesuitas.
Participación y consulta
El autor destaca que elementos tradicionales de participación, como las consultas de comunidad y la vinculación entre superiores y directores de obras, no están funcionando adecuadamente. En su opinión, insistir en el discernimiento en común, que no forma parte del modo de proceder de la Compañía, es inadecuado para el gobierno de comunidades y obras. Techera sugiere que la Compañía debería recuperar y reforzar algunos de estos elementos tradicionales en lugar de intentar implementar prácticas que no han sido aceptadas ni utilizadas correctamente en cincuenta años.
Cultura de obediencia
Fernández Techera describe cómo la cultura de obediencia y el ejercicio de la autoridad han cambiado con los últimos generalatos, volviéndose más horizontales en línea con las tendencias de la Iglesia y la sociedad. Aun así, el respeto por la obediencia sigue siendo fuerte en la Compañía. Sin embargo, el autor también reconoce que la obediencia presenta problemas y sombras, y que el ejercicio de la autoridad a veces genera recelo y desconfianza.
El capítulo concluye con una reflexión sobre la necesidad de revisar la cultura de gobierno en la Compañía de Jesús. Techera argumenta que, para mejorar la gestión y la toma de decisiones, es esencial recuperar ciertos elementos valiosos de la tradición jesuítica y adaptarlos a los contextos actuales, sin caer en prácticas manipuladoras que desvirtúan la verdadera participación y consulta.
Capítulo V: Pobreza, confusión e ideología
En este capítulo del ensayo, su autor analiza la vivencia del voto de pobreza en la Compañía de Jesús, destacando la confusión y las ideologías que han influido en su interpretación y práctica.
Importancia histórica de la pobreza
El P. Fernández Techera comienza recordando que el voto de pobreza ha sido esencial en la vida religiosa de la Compañía de Jesús desde su fundación. San Ignacio dedicó mucho tiempo y oración al discernimiento sobre la pobreza, viendo en ella una respuesta a la crisis de la Iglesia en el siglo XVI y un medio para diferenciarse de la corrupción que había provocado la Reforma protestante. La pobreza era fundamental para el apostolado y se insistía en la gratuidad de los ministerios, la negativa a estipendios y rentas, y la austeridad en el estilo de vida.
Contradicciones y clichés sobre la pobreza
El autor aborda los clichés y mitos sobre la riqueza de los jesuitas, mencionando acusaciones históricas de tener inmensas propiedades y vínculos con el poder. Sin embargo, señala que la realidad era más compleja, con una vida marcada por la austeridad y la necesidad en muchos casos. Los jesuitas compartían todo en común, no cobraban por su trabajo apostólico y vivían austeramente. Las historias de vida dura y austera en los noviciados y escolasticados, especialmente antes de la década de 1960, son un testimonio de esta realidad.
Desconexión entre discurso y realidad
El religioso critica la desconexión entre el discurso oficial sobre la pobreza y la realidad vivida por los jesuitas. A menudo se habla de un tenor de vida modesto, similar al de una familia de clase media-baja, pero en la práctica, la mayoría de las comunidades jesuitas viven en mejores condiciones. Esta incongruencia se debe a interpretaciones acomodaticias y retóricas de lo que significa ser «modesto». La realidad es que muchos jesuitas viven en barrios pobres, pero con un nivel de vida superior al de sus vecinos, lo cual genera sentimientos de resentimiento e injusticia dentro de la orden.
Problemas de gestión económica
Fernández Techera señala problemas en la gestión económica de la Compañía. Aunque se han actualizado los estatutos de pobreza, la administración de los bienes sigue siendo ineficiente y poco profesional en muchas provincias. El autor aboga por una mayor formación empresarial para los jesuitas encargados de la gestión de las obras y comunidades, destacando que la transparencia y la información compartida son esenciales para una administración ética y responsable.
Virtud de la pobreza religiosa
El autor argumenta que la pobreza religiosa debe ser entendida como una virtud, no una condición socioeconómica. Esto implica tener todos los bienes en común, no elegir ministerios basándose en los ingresos, y estar dispuestos a asumir roles tanto destacados como humildes. La pobreza religiosa requiere una austeridad en el estilo de vida y un desapego de los bienes materiales, algo que, según Techera, es más difícil de mantener en el contexto actual de consumismo y vida cómoda.
Propuestas para mejorar la vivencia de la pobreza
El sacerdote jesuita sugiere que la Compañía debe tomar medidas concretas para vivir la pobreza de manera auténtica y coherente. Esto incluye evitar discursos progresistas y setenteros que no se alinean con la realidad vivida por los jesuitas, y en su lugar, enfocarse en la virtud religiosa de la pobreza. Propone un retorno a una vida más austera y la implementación de controles más estrictos y profesionales en la gestión económica de la orden.
Capítulo VI: Castidad y cura personalis
En este capítulo, el P. Julio Fernández explora la vivencia del voto de castidad y la importancia de la «cura personalis» en la vida de los jesuitas.
Contexto histórico y moderno de la castidad
El sacerdote uruguayo comienza con una referencia a las Constituciones de la Compañía, que abordan la castidad con una brevedad que contrasta con la complejidad del tema en el contexto contemporáneo. Destaca que los jesuitas del siglo XVI no enfrentaban los desafíos actuales relacionados con la sexualidad y la moralidad, como el conocimiento freudiano, la ideología de género y el hedonismo social.
La castidad como tabú
El autor menciona que la castidad sigue siendo un tema tabú en la Compañía de Jesús, tanto en el pasado como en la actualidad. Aunque reconoce no haber sido formador ni superior, comparte su percepción de que las conversaciones sobre castidad y sexualidad son raras y, cuando ocurren, suelen ser incómodas y superficiales . Fernández Techera observa que la mayoría de los jesuitas no hablan abiertamente de cómo viven su celibato, lo cual perpetúa la falta de comunicación y apoyo en este aspecto.
Casos de incumplimiento del voto
Se menciona un caso concreto de un exjesuita que, durante doce años, llevó una doble vida sin cumplir su voto de castidad. Este caso pone en evidencia la falta de supervisión y apoyo adecuados por parte de formadores y superiores. Fernández Techera sugiere que una vida comunitaria más estructurada y articulada podría prevenir tales situaciones.
Necesidad de una formación integral
El autor subraya la necesidad de abordar la castidad desde una perspectiva espiritual, ascética y psicológica. Insiste en que el celibato por el Reino es un llamado posible, pero que requiere un apoyo continuo y una vida espiritual sólida. Critica que los superiores no pregunten regularmente a los jesuitas sobre su vivencia del celibato, lo que indica una falta de interés o comprensión del tema.
Cura personalis
La «cura personalis» es otro tema central. Fernández Techera argumenta que la formación de los jesuitas no debe terminar con su ordenación, sino que debe continuar a lo largo de toda su vida. La falta de seguimiento y apoyo personal puede llevar a problemas de madurez y afectividad. El autor critica la tendencia a etiquetar y psicologizar a los jesuitas en lugar de brindar un acompañamiento y apoyo genuinos y continuos.
Propuestas para mejorar la cura personalis
El religioso propone que la Compañía de Jesús aproveche mejor las herramientas modernas para la gestión del talento y el cuidado personal. Sugiere una formación más consistente y sólida para formadores y superiores, así como una atención constante a la vida espiritual y vocacional de los jesuitas. Insiste en que la cura personalis no debe ser sustituida por terapias, sino que debe incluir un acompañamiento comunitario y espiritual auténtico.
El capítulo concluye con una reflexión sobre la importancia de la abnegación y la mortificación en la vida jesuita, valores que, según Fernández Techera, han perdido centralidad en la cultura contemporánea de la orden. El autor llama a un retorno a estas prácticas para fortalecer la consagración y el compromiso de los jesuitas con sus votos y misión .
Capítulo VII: Vida religiosa
En el penúltimo catpítulo del ensayo, se analiza la evolución y los desafíos de la vida religiosa en la Compañía de Jesús, abordando tanto los cambios históricos como las preocupaciones contemporáneas. .
Transformaciones post-Vaticano II
Techera comienza describiendo el impacto del Concilio Vaticano II y la transformación que siguió en la Iglesia y en la Compañía de Jesús. Señala que el aumento de libertad tras el Concilio tuvo consecuencias desastrosas para las casas de formación jesuita, especialmente en Francia, donde la rebelión de los estudiantes fue absurda. A pesar de su confianza en la capacidad de la Compañía para superar la crisis, el resultado fue decepcionante, con una pérdida duradera en la estructura y disciplina de la orden.
Estilo de vida comunitario
El autor reflexiona sobre el estilo de vida comunitario, resaltando cómo ha cambiado desde los tiempos fundacionales de la Compañía. San Ignacio no quiso el coro ni las penitencias comunes, pero con el crecimiento de la orden, las casas se organizaron como comunidades religiosas con tiempos comunes y actividades reglamentadas. Este estilo de vida persistió hasta después del Vaticano II, pero con el tiempo y la disminución de miembros, las comunidades han perdido esa estructura, convirtiéndose más en «colivings de solterones apostólicos» que en auténticas comunidades religiosas. El individualismo y la falta de vida comunitaria sólida se han vuelto comunes.
Abnegación y mortificación
El P. Fernández Techera destaca la importancia de la abnegación y la mortificación en la vida jesuita, fundamentales para vivir la consagración célibe, pobre y en obediencia. Sin embargo, estas virtudes no son frecuentemente mencionadas ni enfatizadas en la actualidad. El autor menciona que ha conocido muchos jesuitas abnegados, pero se pregunta si esta es una característica fuerte en las comunidades y provincias actuales.
Recuperación de las costumbres
El autor sugiere que para revitalizar la vida religiosa en la Compañía, es esencial recuperar las costumbres y la estructura comunitaria que promovían la abnegación y la vida común. Esto incluye el uso de la campana para las actividades comunitarias, la oración antes del almuerzo, y los recreos comunitarios. Además, subraya la necesidad de reforzar el sentido de responsabilidad y compromiso con la vida comunitaria, evitando el individualismo y promoviendo una vida más centrada en la comunidad.
El sacerdote concluye el capítulo reconociendo la dificultad de cambiar el estilo de vida actual de la Compañía, pero insiste en la necesidad de volver a un estilo de vida más conforme a la vida religiosa. Sugiere que la orden debe redescubrir la centralidad de la liturgia y la obediencia a la Iglesia para recuperar su vigor y autenticidad. La vida religiosa debe ser vivida con un sentido claro de abnegación, mortificación y compromiso comunitario para enfrentar los desafíos contemporáneos y revitalizar la misión de la Compañía.
Capítulo VIII: La liturgia
En el último capítulo del ensayo «Ad Usum Nostrorum», el P. Julio Fernández Techera, S.I., analiza la situación de la liturgia en la Compañía de Jesús, basándose en sus experiencias y observaciones personales a lo largo de su formación y vida sacerdotal.
Experiencia personal
Techera describe su experiencia litúrgica en la Compañía como muy dura, señalando que durante sus catorce años de formación, rara vez participó en una Eucaristía que se celebrara de acuerdo con el Ordenamiento General del Misal Romano de Pablo VI. En las comunidades donde vivió, las misas eran a menudo informales, con sacerdotes que no se revestían adecuadamente y prácticas litúrgicas que no respetaban los colores litúrgicos ni las normas establecidas. La comunión, por ejemplo, se daba pasando el cáliz y la patena de mano en mano, y el Evangelio lo leía cualquier miembro de la comunidad. Estas prácticas fueron comunes desde su noviciado hasta sus estudios de teología, tanto en Montevideo como en Madrid.
Formación litúrgica deficiente
El autor lamenta la pobre formación litúrgica que ha observado en la mayoría de los jesuitas, especialmente en España y América Latina. Señala que muchos jesuitas han sido formados para despreciar el ritual, las normas y la estética litúrgica. Techera critica que preparar una misa se limite a hacer la homilía y algunos gestos adicionales pensados más para entretener que para dar culto a Dios. También menciona la falta de familiaridad con el espíritu de la liturgia y la riqueza del Misal Romano.
Descuido de la Liturgia de las Horas
Techera aborda el tema del rezo de la Liturgia de las Horas, destacando que, aunque en su noviciado se rezaban Laudes y Completas, posteriormente pasó once años sin volver a rezarlas. Critica la falta de formación en este aspecto durante los años de formación, lo que dificulta cumplir con la promesa de rezar diariamente la Liturgia de las Horas hecha en la ordenación diaconal. El autor subraya que la Liturgia de las Horas es la oración oficial de la Iglesia, construida principalmente con la Palabra de Dios, y que debería ser aprovechada para la oración comunitaria.
Falta de respeto por la liturgia
El autor señala que muchos jesuitas no respetan las normas litúrgicas mínimas, lo cual es evidente en las condiciones de las capillas y sacristías de muchas casas jesuitas. Describe cómo en algunas ocasiones ha sentido vergüenza al recibir a un obispo, debido al estado deplorable de los ornamentos y objetos litúrgicos. Techera enfatiza que los jesuitas, siendo una orden sacerdotal, deberían estar al servicio de la liturgia y celebrar los sacramentos de manera profunda, decorosa, digna y estética.
Techera concluye afirmando que la Compañía de Jesús no se recuperará plenamente hasta que redescubra la centralidad de la liturgia y la obediencia a la Iglesia en la vivencia profunda de los sacramentos y la oración cotidiana. Destaca la necesidad de formar a los jesuitas en el espíritu litúrgico desde el noviciado y de asegurar que las celebraciones litúrgicas sean dignas y estéticamente apropiadas, siguiendo las normas establecidas por la Iglesia.
Epílogo
En el epílogo, el sacerdote jesuita uruguatyo reflexiona sobre el futuro de la Compañía de Jesús en el umbral del tercer milenio.
Nostalgia estéril
Techera comienza reconociendo su esfuerzo por evitar la nostalgia estéril, aunque admite que no tiene una visión clara del futuro de la Compañía. Señala que, a diferencia de la eterna juventud de la Iglesia, las órdenes religiosas no gozan de la misma garantía y que la Compañía ha experimentado tanto la muerte como la resurrección a lo largo de su historia.
Desafíos actuales y futuros
El religioso plantea dos posibles caminos para la Compañía: continuar por una senda que podría llevarla a convertirse en un instituto secular, justificando así la diversidad y ciertas incongruencias en la vida común, o recuperar su antiguo vigor mediante sacrificios dolorosos, un estilo de vida austero y una homogeneidad en los modales, la disciplina y el silencio. Techera expresa su preocupación por la decadencia interna de la Compañía y la pérdida de su carácter distintivo como orden religiosa.
Decepción y cambios personales
El P. Fernández Techera confiesa una decepción que comparte con muchos de sus compañeros, derivada del cambio en su entorno vital más que en sí mismo. Se siente desfasado y antimoderno, y admite que la influencia del ambiente circundante es demasiado fuerte, lo que ha generado una sensación de complicidad en la decadencia de la Compañía.
Llamado a la acción y autocrítica
El Rector de la Universidad Católica del Uruguay subraya la necesidad de una autocrítica honesta y profunda para identificar y corregir los errores y desvíos que han llevado a la Compañía a su estado actual. Hace un llamado a sus compañeros para que, con la ayuda del Señor, recuperen la vitalidad y el coraje necesarios para enfrentar los desafíos y renovar la misión de la orden.
Conclusión y esperanza
El P. Fernández Techera concluye su ensayo con una nota de esperanza, invocando a Santa María Virgen, Madre de la Compañía de Jesús, para que guíe a los jesuitas en su camino de renovación y fidelidad al carisma ignaciano. Expresa su deseo de que la Compañía vuelva a ser una fuerza activa, preparada y sólida al servicio de Dios y de los hermanos, especialmente en la formación de las nuevas generaciones de jesuitas.