(InfoCatólica) Francisco ha explicado que mientras la soberbia nos ha hecho sentir superiores y más grandes de lo que realmente somos, la humildad nos ha devuelto a nuestra verdadera condición: somos criaturas maravillosas pero limitadas. La Biblia nos ha recordado que somos polvo y al polvo volveremos, una idea reflejada en la palabra «humilde», que deriva de «humus» (tierra). Sin embargo, los delirios de omnipotencia han sido frecuentes y dañinos.
El Papa ha sugerido que contemplar la vastedad del cielo estrellado puede habernos ayudado a reconocer nuestra pequeñez, como ha dicho el Salmo 8. La ciencia moderna ha ampliado aún más nuestra percepción del misterio que nos ha rodeado. Francisco ha alabado a quienes han mantenido esta conciencia de su pequeñez, ya que han estado protegidos de la arrogancia. Jesús ha comenzado sus Bienaventuranzas con los «pobres en espíritu», que han sido los humildes y han constituido la base de todas las virtudes.
El Papa ha destacado que en los Evangelios, la humildad y la pobreza de espíritu han sido la fuente de todo. El anuncio del ángel a María no ha ocurrido en un lugar prominente, sino en un pequeño pueblo de Galilea. María, una joven desconocida, se ha sorprendido al recibir el mensaje divino y ha expresado su humildad en el Magnificat. Dios se ha sentido atraído por la pequeñez de María, y también por la nuestra cuando la hemos aceptado.
Francisco ha resaltado la vida de María como un modelo de humildad. Tras el anuncio del ángel, María no ha buscado el protagonismo, sino que ha ido a ayudar a su prima Isabel. María ha permanecido en el anonimato, incluso cuando una mujer en la multitud la ha bendecido por ser la madre de Jesús, él ha respondido que han sido benditos quienes han escuchado y obedecido la palabra de Dios. María, siempre modesta, nunca ha usado su condición de Madre de Dios como motivo de orgullo.
El Papa ha subrayado que la humildad de María ha sido inquebrantable, incluso en los momentos difíciles. Su pequeñez y ausencia de ambición han sido su fuerza invencible, manteniéndose al pie de la cruz y reuniendo a los discípulos después de la resurrección de Jesús.
Finalmente, Francisco ha afirmado que la humildad ha sido esencial para la salvación, protegiéndonos del Maligno y promoviendo la paz en el mundo y en la Iglesia. Donde no ha habido humildad, ha habido guerra y división. Dios nos ha mostrado el camino de la humildad a través de Jesús y María, y ha sido el camino hacia nuestra salvación y felicidad.
El Papa ha leído el siguiente resumen de su catequesis en español:
Concluimos hoy el ciclo de catequesis dedicado a «los vicios y las virtudes». Y hoy reflexionamos sobre la humildad, una virtud que está en la base de la vida cristiana y es la gran antagonista del peor de los vicios, que es la soberbia. La humildad nos ayuda a ubicar todo en su justa medida: somos criaturas maravillosas pero limitadas, con cualidades y defectos. «Humildad es andar en la verdad», decía santa Teresa.
En las Bienaventuranzas, Jesús menciona algunas actitudes que nacen de la humildad, como la mansedumbre, la misericordia y la pureza de corazón. Esta disposición interior nos ayuda a combatir el orgullo y los delirios de grandeza que tantas veces surgen dentro de nosotros.
Para ahondar en esta virtud contemplemos a la Virgen María, modelo de humildad y pequeñez. En la vida oculta, libre de ambiciones y vacía de sí, María hizo de toda su vida un magníficat.