(InfoCatólica) Dirigiéndose a los miembros del Board of Trustees, el Pontífice comenzó su discurso saludando al presidente y a todos los presentes, y subrayó la importancia de la visita a los lugares vinculados con San Ignacio de Loyola, enfatizando cómo esta experiencia enraizada en las raíces del Fundador puede enriquecer e inspirar tanto en el ámbito académico como en el personal.
Francisco enfatizó que para avanzar es crucial volver a las raíces, ya que de ellas se obtiene la fuerza necesaria para seguir adelante. Recordó que las raíces de la Loyola University se encuentran en la experiencia de San Ignacio, quien siempre puso a Dios en primer lugar y estuvo en una constante búsqueda de su voluntad. Esta búsqueda se tradujo en un ferviente afán de servicio, y el Papa alentó a la delegación a seguir adelante con este espíritu, siendo fieles a su itinerario espiritual marcado por el discernimiento y el compromiso con la justicia.
El Pontífice resaltó que la Universidad de Loyola, inspirada por la tradición de la Compañía de Jesús, debe perseverar en la búsqueda de la verdad a través del estudio serio, la escucha atenta y la acción valiente. Subrayó la importancia de ser testigos de esperanza en un mundo frecuentemente marcado por divisiones y conflictos. Indicó que los conflictos deben ser resueltos en un plano superior, destacando que estos impulsan a trabajar y a buscar soluciones elevadas.
El Papa Francisco habló sobre el papel crucial de las instituciones académicas en una época de rápidos cambios y retos cada vez más complejos. Destacó que estas instituciones no solo deben formar mentes brillantes, sino también corazones generosos y conciencias atentas a la dignidad de cada persona. Señaló que la educación debe integrarse en tres niveles: con la cabeza, el corazón y las manos, enfatizando la importancia de que estos tres elementos trabajen en armonía para formar personas capaces de encarnar los valores de reconciliación y justicia en todos los aspectos de la vida.
Además, el Papa alentó a los miembros de la delegación a soñar y a ser «soñadores trabajadores», subrayando que la capacidad de soñar es esencial para la creatividad y la poesía, aspectos vitales para una vida plena. También destacó la importancia de cultivar la curiosidad intelectual, diferenciándola de la habladuría, y fomentando el espíritu de colaboración y la sensibilidad ante los retos contemporáneos. En este contexto, instó a continuar con el legado de San Ignacio de Loyola, formando individuos dispuestos a poner sus capacidades al servicio de los demás y a trabajar por un futuro donde cada persona pueda desarrollar su potencial y vivir con dignidad y respeto.
Diálogo intercultural e interreligioso
Finalmente, el Papa encomendó a la delegación el fomento del diálogo intercultural e interreligioso, considerándolo un medio vital para promover la comprensión mutua, la cooperación y la construcción de puentes entre diferentes tradiciones, culturas y visiones del mundo. Concluyó su discurso ofreciendo su bendición y pidiendo oraciones por él, reconociendo la dificultad de su misión y asegurando sus oraciones por la delegación en su viaje de conocimiento y servicio.