(InfoCatólica) El Papa destacó en su discurso que los datos sobre el cambio climático empeoran cada año, subrayando la necesidad de una acción inmediata. Elogió a las Academias Pontificias por su liderazgo y por su trabajo en la producción de un documento universal sobre resiliencia. Además, enfatizó la injusticia que sufren las poblaciones más pobres, que contribuyen mínimamente a la contaminación pero son las más afectadas por sus consecuencias.
Francisco señaló que la «destrucción del medio ambiente es una ofensa contra Dios» y un pecado que pone en peligro a toda la humanidad, especialmente a los más vulnerables. Citando su discurso en la COP28 en Dubái, insistió en la importancia de trabajar por una cultura de vida y en la responsabilidad de garantizar un futuro digno para las generaciones jóvenes.
El Santo Padre también mencionó los desafíos sistémicos interconectados como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la degradación ambiental, las disparidades globales y la inseguridad alimentaria. Reiteró que estos problemas deben abordarse de manera urgente y colectiva, y subrayó que los pobres del mundo sufren desproporcionadamente a pesar de ser los que menos contribuyen a estos problemas.
El Papa destacó cómo las mujeres y los niños soportan una carga desproporcionada debido al cambio climático. Señaló que casi mil millones de niños viven en países con un alto riesgo de desastres relacionados con el clima y subrayó que las mujeres, aunque a menudo son víctimas del cambio climático, también son una fuerza poderosa para la resiliencia y la adaptación.
El Papa denunció la falta de acción rápida para proteger a los más vulnerables como una grave violación de los derechos humanos, señalando cómo los intereses a corto plazo de las industrias contaminantes y la desinformación obstaculizan los esfuerzos colectivos para cambiar el rumbo.
En un llamado a la acción, el Papa abogó por un enfoque universal y una actividad rápida y decidida para revertir la curva de calentamiento global y eliminar la dependencia de los combustibles fósiles. Subrayó la importancia de eliminar grandes cantidades de dióxido de carbono de la atmósfera a través de un programa de gestión ambiental a largo plazo y de proteger los recursos naturales esenciales.
El Pontífice concluyó su discurso instando a la cooperación y solidaridad global para enfrentar la crisis climática, destacando la necesidad de una nueva arquitectura financiera que responda a las demandas del Sur global y de los estados insulares gravemente afectados. Agradeció a los participantes por sus esfuerzos y los alentó a continuar trabajando juntos con urgencia, compasión y determinación para lograr una transición hacia la resiliencia climática con igualdad y justicia social.
«Les agradezco sus esfuerzos y los animo a seguir trabajando juntos para efectuar una transición de la actual crisis climática a la resiliencia climática en igualdad y justicia social. ¡Hay que actuar con urgencia, compasión y determinación, ya que las apuestas no podrían ser más altas! Sigan adelante y que Dios los bendiga. Les aseguro mis oraciones y les pido, por favor, que recen por mí. ¡Gracias!», concluyó.