(La Croix/InfoCatólica) La Croix ha publicado un artículo sobre el avance de lo que podría llamarse un avivamiento del fervor por la liturgia bien hecha y ajena a elementos mundanos que la descralizan.
Myriam, una joven de 19 años estudiante de Derecho en Caen, refleja esta tendencia. Aunque su agenda es inusual para alguien de su edad, asiste a misa entre semana y participa en las laudes y completas con sus compañeros del foyer Saint-Gilles. «Orar y cantar en comunidad con una bella liturgía realmente me ayuda a sentir la presencia de Dios,» comenta con entusiasmo.
La revitalización de la liturgia entre los jóvenes católicos se observa en un contexto más amplio de renovado interés religioso. Según encuestas recientes de La Croix, un 24% de los jóvenes inscritos en las Jornadas Mundiales de la Juventud en Lisboa asisten a misa varias veces por semana, y el 70% de los futuros sacerdotes considera la celebración de los sacramentos como central en su misión.
El padre Gilles Drouin, director del Instituto Superior de Liturgia en París, destaca que el interés por la liturgia ha trascendido los círculos tradicionalistas para convertirse en un elemento común incluso entre jóvenes que buscan nuevas formas de expresión religiosa. «Anteriormente, las actividades de los capellaness giraban en torno a encuentros y debates. Hoy, incluso los jóvenes de la Mission de France piden a sus capellanes más celebraciones,» explica Drouin.
Este enfoque también ha llevado a un regreso a prácticas más tradicionales. Es común ver a fieles arrodillarse para recibir la comunión directamente en la lengua, y muchos jóvenes sacerdotes han reintroducido formas litúrgicas que habían sido abandonadas. El éxito de cuentas en redes sociales, como la del padre Timothée Pattyn de Lyon, con más de 34,000 seguidores en Instagram, donde comparte el significado teológico y espiritual de los símbolos litúrgicos, refuerza este interés.
El análisis del padre Drouin sugiere que la liturgia ofrece un espacio no solo para la práctica religiosa sino también para la conversión personal y la integración de la fe en la vida diaria. «La liturgia dice algo de lo que pensamos de Dios. Si pensamos que es bello, es lógico querer ofrecerle algo de esa belleza,» explica Mathieu, un joven organista que creció en un entorno poco religioso pero encontró su camino en la música litúrgica.
Con estos cambios, la oposición histórica entre liturgia y caridad parece haber desaparecido, y muchos jóvenes combinan su fervor religioso con acciones sociales, demostrando una integración de la fe que va más allá de la estética litúrgica. El padre Paul Clerval, aumônier en el diócese de Bayeux-Lisieux, percibe esta integración como un signo de «una vida cristiana total y unificada», destacando la importancia de acompañar este entusiasmo con una orientación pastoral que equilibre el deseo de belleza con la autenticidad espiritual.