(Diario de Almería/InfoCatólica) El prelado ha concedido una amplia entrevista al Diario de Almería en la que aborda, entre otras materias, cómo se llevó a cabo el relevo con el actual obispo, la situación económica en que estaba la diócesis cuando la dejó, la venta del seminario, etc.
Ante la pregunta sobre las críticas que indican que no facilitó su relevo, responde:
«¿Quiénes son los que lo dicen? Seguro que los mismos que han creado un relato de hechos que no son ciertos y que por lo que veo muchos han creído, ya que usted así me lo dice. Hay que preguntarse siempre a quién aprovecha el relato, para saber qué fin persigue.»
El prelado esxplica cuál era el estado de la diócesis al inicio y al final de su gestión:
«Estaba necesitada de muchas cosas que fuimos afrontando durante mi ministerio. Mi predecesor hizo cuanto pudo y puso mucho interés en mejorar la situación del clero después de años de un ambiente muy secularizado, y decidió igual que los demás obispos de Andalucía, devolver el Seminario a Almería después de más de dos décadas, con siete años sin ordenaciones. Comenzó la Casa Sacerdotal, que encontré en la última fase de su construcción. La terminamos justo al año, y había que pagarla. Como había que pagar la iglesia de Santa Teresa. A pesar de lo hecho, las estructuras diocesanas de uso común en la diócesis estaban obsoletas o quebradas, y requerían rehabilitación. Luego urgía renovar el gobierno diocesano y programar la acción pastoral, fomentando el apostolado laical y familiar, y la formación sacerdotal.»
Preguntado sobre la magnitud de la deuda diocesana, que muchos dicen que fue la razón de que Roma quisiera intervenir, indica:
«Las diócesis tienen crédito. Son bastantes las diócesis que tienen deuda de crédito semejante. Si usted compra una casa, salvo que cuente con ahorro, tendrá que pedir crédito y afrontar la hipoteca. Hay diócesis que han contratado crédito muy superior al nuestro. Se trata de inversiones no sólo en patrimonio inmobiliario, también en el funcionamiento de las instituciones diocesanas. En diciembre de 2021, el Obispado no llegaba a los 7,5 millones en crédito, el resto hasta 22,66M eran créditos de parroquias y del Colegio de san Ildefonso, que, por cierto, tiene capacidad de financiación. Se ha engordado la deuda indebidamente, incluyendo en ella el gasto de algunos fondos de ahorro o inversión. Imagino que cuando usted gasta sus propios fondos de ahorro o los supuestos activos que usted pueda tener, no se los debe a sí mismo, pero han seguido repitiendo el mantra. La deuda de crédito la controla el CIRBE del Banco de España, y no engaña.»
Respecto a su visión actual de la Iglesia, don Adolfo no se anda por las ramas:
«Vivimos una situación confusa, como ha sucedido siempre en los cambios de época. La nueva evangelización supone un desafío que no sabemos bien cómo afrontar. Algunos parece que quieren inventar la Iglesia, pero la Iglesia está ya inventada por Jesucristo, que está presente en ella por medio del Espíritu Santo. La aplicación de la sinodalidad es positiva, si se respeta la identidad de la Iglesia, en la cual hay ministerios y funciones diversas. Se trata de corresponsabilidad, que funcionará si cada uno hace lo que le corresponde. Mal interpretada la sinodalidad, se corre el riesgo de anular la enseñanza del Vaticano II sobre la colegialidad episcopal.»
El obispo emérito de Almería no duda en criticar la venta del edificio del seminario diocesano para reducir la deuda:
«Me parece una mala idea, y me crea, como a la mayoría del clero y de los diocesanos gran preocupación. La deuda se rebaja escalonadamente por sí misma, ya que los créditos van amortizándose. Entre 2025 y 2028 finalizan varias amortizaciones. Vender el Seminario no parece tener en cuenta el bien de la diócesis. Siempre cabe la pregunta de a quién beneficia. El Seminario es el alma de una diócesis y nada lo puede sustituir, salvo en períodos pasajeros, como sin duda es el presente. ¿Es que se piensa que ya no interesa o que sobra un Seminario en Almería? Cuando pedimos autorización para las rehabilitaciones, la Santa Sede nos solicitó la lista y tasaciones de inmuebles no esenciales que podían ser vendidos para llevarlas a cabo, descartando los inmuebles esenciales, entre ellos el Seminario. Parte de esos inmuebles no esenciales y los aparcamientos del Colegio y los de Monserrat estaban siendo vendidos cuando se produjo el relevo. Ahora yo no sé cómo están las cosas. El Seminario actual acumula esfuerzos y sacrificios de su costosa restauración material, humana patrimonial. No me parece moral deshacer todo lo que han hecho los demás, una obra que queda descalificado. Tampoco se puede ignorar el derecho de los obispos que vengan a tener Seminario, que es el referente principal para las vocaciones sostenidas.»
A la pregunta de si lo del seminario le afecta mucho personalmente, responde:
«No puede ser de otra manera, y es obra de reconstrucción eclesial muy costosa para los dos obispos que hemos dejado mucha dedicación y vida en ella. Nadie me consultó su traslado y, al final, los prejuicios aparecen demasiado a la luz. Además, el Seminario tiene un patrimonio cultural muy importante en su interior, con una gran biblioteca histórica y actual, que ha costado reconstruir, dado el estado de abandono y desidia en que la encontré que había llevado a la pérdida de piezas documentales importantes. Firmamos un convenio de recíproca utilidad de bibliotecas con la Universidad de Almería, y otro con la Universidad Loyola. Pienso que todo puede ser compatible con otros usos diocesanos y culturales e incluso de cesión temporal de parte del mismo. No es competencia mía, que respeto por completo a quienes gestionan la diócesis. Es la finca más importante de la diócesis. Expreso argumentos contra la decisión de vender el Seminario. Aunque la deuda va amortizándose conforme a lo previsto, si se considera razonable reducirla, véndanse los inmuebles no esenciales que se presentaron al Dicasterio, incluida la finca Aguadulce, si no entera, al menos en parte, porque es posible hacerlo».
La farsa de las razones pastorales para cambiar la moral
Las dos últimas preguntas son sobre la actualidad eclesial:
¿Qué le parece que se ajuste un poco la moral católica a la sociedad de hoy?
La moral cristiana no la hace la opinión pública ni la estadística, sino la revelación de Dios. Digamos que en la Iglesia se percibe cierta inquietud ante la falta de claridad en la interpretación de la doctrina como fundamento de la moral. La conducta moral no se puede cambiar por razones pastorales, es una falacia y un autoengaño pensarlo así. Sucede que vivimos en la época de la globalización y corremos el riesgo de no respetar la identidad de cada cosa, y la identidad de la vida cristiana se fundamenta en la conciencia moral iluminada por la palabra de Dios.
¿Qué opinión le merece que haya sacerdotes que recen por el descanso del Papa?
No creo que haya sacerdotes que recen por el descanso eterno del Papa antes de su muerte. No se han de sacar las cosas de quicio. Todos rezamos por el Papa para que Dios le asista y a todos nos confirme en la fe de los Apóstoles. La comunión eclesial pasa por la comunión con el Papa, pero esto tampoco obsta a que se exprese inquietud o desacuerdo en asuntos contingentes que no ponen en riesgo la comunión en la fe eclesial. No es bueno servirse del Papa para legitimar las posturas que adoptamos, que a veces son muy ideológicas.