(NCRegister/InfoCatólica) La controversia comenzó con una investigación sobre la ex priora, la Reverenda Madre Superiora Teresa Agnes Gerlach, quien fue acusada de mala conducta sexual a través de comunicaciones telefónicas y por videochat con un sacerdote. Aunque inicialmente admitió las acusaciones, más tarde las retiró, argumentando que no estaba en condiciones médicas adecuadas para tomar decisiones, dado que se encontraba recuperándose de una operación en ese momento.
El conflicto escaló cuando el obispo Michael Olson, de la Diócesis de Fort Worth, intervino, lo que llevó a enfrentamientos legales y acusaciones mutuas entre el obispo y las monjas del monasterio. Las monjas acusaron a Olson de gestionar mal la investigación y de hacer acusaciones infundadas de consumo de drogas dentro del monasterio. La Santa Sede ha tomado la decisión de intervenir directamente, delegando la gobernanza del monasterio a la Asociación de Cristo Rey, una asociación de monasterios carmelitas.
Sin embargo, esta medida no ha sido bien recibida por las monjas. En un claro acto de desafío a la autoridad eclesiástica, han rechazado el decreto del Vaticano, describiéndolo como una «toma hostil» que no han podido aceptar en conciencia. Han argumentado que tal intervención amenazaría la integridad de su comunidad monástica, afectando su vida espiritual y litúrgica, así como la seguridad de sus activos materiales. Además han dicho que no han permitido la entrada al monasterio a la presidenta de la Asociación de Cristo Rey, Madre María de la Encarnación, ni a ningún otro delegado.
Las monjas han expresado su frustración no solo con el obispo Olson, sino también con la forma en que el Vaticano ha manejado la disputa. Alegan que no se ha mantenido un diálogo activo y que el Vaticano ha fallado en su objetivo de preservar la salud espiritual del monasterio. Además, han criticado el enfoque de la Iglesia, sugiriendo que se ha intentado ignorar el problema y «barrerlo bajo la alfombra».
A pesar de su resistencia a la orden del Vaticano, las monjas pretenden hacer creer que mantienen su lealtad al papa Francisco y han reconocido la autoridad legítima del obispo Olson. No obstante, han insistido en que se debe respetar la integridad de su vida monástica y su vocación, y han hecho un llamado a Roma para que se comprometa en un diálogo genuino que busque soluciones justas y respetuosas.