(InfoCatólica) «Esta represión fue ejercida por grupos llamados comités, miembros de partidos y sindicatos radicales, que aparentemente no dependían de las autoridades republicanas y actuaban al margen de toda ley». De esa manera el arzobispado salva la cara a las autoridades republicanas en un comunicado que intenta justificar que el vicario general de la archidiócesis (en la foto prestando juramento del cargo) haya perdido perdón por la colaboración de la Iglesia con aquel que la salvó literalmente del exterminio: Francisco Franco.
Por el contrario, la archidiócesis tarraconense arremete contra los juicios que tuvieron lugar tras la guerra civil, acusando al régimen franquista de represivo:
«Terminado el conflicto bélico se desató una ola represiva, incluida la condena a muerte, contra las autoridades y militantes republicanos y ciudadanos de izquierdas, promovida por las mismas autoridades franquistas».
Y añade:
Sin embargo, la Iglesia Católica, humanamente y patrimonialmente dañada por el conflicto bélico y social, esperaba restablecer todo lo que había perdido y, salvo honestas excepciones, hipotecó su libertad de acción pastoral a cambio de una protección que la llevó a silenciar lo que el Evangelio reclamaba.
Pedir perdón, por tanto, es una cuestión de justicia, que ayudará a la Iglesia católica a recuperar su dignidad y que, sin duda, la acercará más al Evangelio.
No se sabe bien de qué tiene que pedir perdón la Iglesia por algo que hicieron, como se señala antes, las autoridades franquistas. Ningún sacerdote, religioso u obispo fue miembro de los tribunales que juzgaron los crímenes de guerra y de odio contra la fe posteriores al conflicto civil. Y es sabido que la Iglesia solicitó a Francisco Franco que fuera clemente.
Por otra parte, un ejemplo claro del juicio que la Iglesia ha hecho siempre, hasta que ha pasado a someterse al discurso del gobierno social-comunista, sobre el régimen de Franco, se puede ver en las declaraciones de San Juan XXIII:
Da leyes católicas, ayuda a la Iglesia, es un buen católico... ¿Qué más quieren?