(Kath/infoCatólica) De Moulins-Beaufort describió que al comienzo de la Cuaresma se reunió con otros obispos en sesiones «y todos se sorprendieron por la gran cantidad y diversidad, así como por el alto nivel de los catecúmenos de este año. Sabemos que son más jóvenes que antes. Hace diez años, la edad promedio era de 40 años, pero hoy en día, en mi opinión, está alrededor de los 30 años».
Los motivos aún no están claros, admitió el presidente de la Conferencia Episcopal Francesa. «Es difícil decir qué los ha llevado a ello. Tal vez la Jornada Mundial de la Juventud, tal vez la pandemia por covid. En cualquier caso, nos encontramos entre los catecúmenos personas que llevan algún tiempo, algunas desde su infancia, pensando en el bautismo. A los treinta años, este deseo toma formas concretas. Y ocurrió que la pandemia y las restricciones asociadas se convirtieron en una oportunidad para reflexionar más profundamente sobre la propia vida. (...) Ahora es importante que como Iglesia los recibamos bien, para que encuentren su lugar entre nosotros. Nuestras comunidades deben acostumbrarse a recibir nuevos miembros. Esta es una tarea para todos los cristianos. Y este es también el sentido de la Cuaresma. Es un tiempo de conversión, para que podamos recibir mejor a los catecúmenos, que se convertirán en nuestros hermanos y hermanas».
Vatican News también cita a un párroco de Burdeos, Pierre-Alain Lejeune. El sacerdote recuerda que todo comenzó hace año y medio, cuando varias decenas de personas acudieron a su parroquia solicitando el bautismo. Desde entonces, tiene ocho veces más catecúmenos que hace dos años. Al principio pensó que esto era un reflejo de la dinámica de su comunidad. Sin embargo, rápidamente se dio cuenta de que su parroquia no era una excepción, y que otros párrocos también se enfrentaban a este desafío, algunos se sentían abrumados por la afluencia repentina de nuevos solicitantes de bautismo. «Lo sorprendente es que este aumento es tanto repentino como simultáneo: al mismo tiempo en muchas parroquias», dijo el P. Lejeune. Él mismo ve en ello una intervención sobrenatural: «En un momento en que nuestra Iglesia está experimentando una crisis sin precedentes, en la que muchos están preocupados por el declive de las iglesias y la falta de vocaciones, surge de la nada una ola de jóvenes y adultos que piden el bautismo».